sábado, diciembre 30, 2006

Potosí

Acabo de regresar de allá. Bajé a una mina verdadera, activa, en las condiciones en las que los mineros de hoy lo hacen. (No exactamente, no tuve que cargar un costal con 55 kilos de piedra.) Fue sobrecogedor. La estrechez de los pasadisos, el intenso calor, el polvo que lo cubre todo. Estuve a un paso de sentir claustrofobia.

Las condiciones de trabajo son aterradoras, la esperanza de vida de los mineros, cortísima. Las cooperativas son solo una pantalla, no hay seguros ni pensiones. La única maquinaria disponible es la que ellos mismos puedan construir. Mastican hojas de coca para soportar jornadas de hasta 12 horas de trabajo sin comer y bajan con apenas un litro de agua. Lo consideran una lotería porque el mineral es de quien lo encuentre. Llegan hasta a matar por la posesión de una veta.

El guía llevó con nosotros a sus dos hermanas, de 10 y 13 años. Quiere que aprendan el recorrido y estudien otros idiomas para que puedan ganarse la vida de manera diferente a la de sus padres. Espero lo consigan, pero ojalá hubiera aun otra manera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente sin comentarios, ¿no es así?...

Grimalkin dijo...

Así es, pequeña.