jueves, marzo 22, 2007

Recuento

Una forma de rememorar un periodo y fijarlo en la memoria es repasar los libros que leímos en ese tiempo. Para mí era claro que el 2006 fue un buen año y mi lista no hace mas que confirmarlo. Disfruté cada página (más me valía, porque tengo un rasgo neurótico que me impele a terminar lo que empiezo), experimenté nuevos sentimientos, vislumbré la forma de pensar de otros y me di cuenta que la complejidad humana siempre será mayor de lo que cualquier individuo pueda creer o crear. No hay duda, nos necesitamos unos a otros para comprendernos y conocernos a nosotros mismos.

Espero esta vez sí llegar a los 50.

  1. El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald
  2. Cándido de Voltaire
  3. Dublineses de James Joyce
  4. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de Marx
  5. La rueda de la vida de Elizabeth Kübler-Ross
  6. Tus zonas erróneas de Wayne W. Dyer
  7. Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán
  8. 5 obras de teatro de Oscar Wilde
  9. El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa
  10. El viejo y el mar de Ernest Hemingway
  11. Cuentos fantásticos de Guy de Maupassant
  12. Robinson Crusoe de Daniel Defoe
  13. Eugénie Grandet de Honoré de Balzac
  14. Ivanhoe de Walter Scott
  15. Grabriela, clavo y canela de Jorge Amado
  16. Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia
  17. El prójimo y otros cuentos de Arturo Uslar Pietri
  18. Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke
  19. Introducción a la literatura inglesa de Jorge Luis Borges y María Esther Vázquez
  20. Tres cuentos de Truman Capote
  21. Solaris de Stanislav Lem
  22. Seis problemas para Isidro Parodi de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
  23. La obediencia nocturna de Juan Vicente Melo
  24. El vino del estío de Ray Bradbury
  25. En busca de Kingslor de Jorge Volpi
  26. Sobre la agresión de Konrad Lorenz
  27. Fundación de Isacc Asimov

miércoles, marzo 21, 2007

Un domingo

Te despiertas temprano el domingo en la mañana. Estás inquieto, no puedes dormir más. Te sientas en la cama tratando de recordar lo que estabas soñando. Una pesadilla, quizá. Miras a tu alrededor y te sientes solo. Sales de la cama en silencio y, aún aturdido, te asomas a la ventana. Escudriñas el cielo con desgano. Está un poco nublado hoy. Miras la calle desierta y al poco escuchas el sonido lento y rítmico de unos tacones. Apenas puedes creerlo. Es ella. Ella está caminando allá abajo, con el paso ligero, el cabello suelto y ese abrigo negro que nunca te gustó. Tu corazón late con fuerza mientras la miras fumar con ese aire impaciente de siempre. Sientes como el calor sube a tus mejillas y sin pensarlo más te lanzas escaleras abajo. Corres con desesperación. Buscas las llaves ansioso, las manos te tiemblan. Te maldices mientras las dejas caer, pensando, calculando donde estará. Abres la puerta creyendo que la encontrarás frente a ti, pero la calle está desierta. Ahí no hay nadie.

Decepcionado miras al viento mover las hojas. Caminas a la esquina, ya sin ilusiones. Te sientes ridículo, burlado como un chiquillo. ¿A dónde pudo haber ido? Regresas a casa con paso sigiloso. Tienes miedo de haber despertado a alguien. No quieres contestar preguntas. No puedes. ¿Qué vas a decir? Te sientas en la cocina sin hacer ruido. En la cabeza te da vueltas su recuerdo. Después de tanto tiempo aún sientes el aroma de su cuello. Te basta cerrar los ojos para recorrer la línea de su espalda. Sus labios frescos están frente a ti. Pero, por más que intentas, no puedes recordar su sonrisa.

¿Y si la hubieras alcanzado? ¿La habrías abrazado, besado? ¿Qué le habrías dicho? ¿Podrías hoy sostenerle la mirada? Todo ocurrió tan de prisa que ni siquiera pensaste en ello. Tu emoción al verla lo dominó todo. De pronto sientes dolor. ¿Elegiste lo mejor? Hacía tiempo que habías logrado olvidar esa pregunta que nunca quisiste contestar. Sientes remordimiento y pena por ti, por los sueños que tú mismo truncaste. ¿Por qué lo hiciste?, ¿por miedo? No quieres pensar más. Las lágrimas asoman a tus ojos. Mecánicamente te dices que eres un hombre responsable que sabe afrontar sus compromisos. Te lo repites una y otra vez mientras recuerdas lo feliz que fuiste a su lado.

El día avanza y ella lo llena todo. Su imagen te mantiene ensimismado mientras el domingo transcurre lenta y rutinariamente. Fantaseas con la idea de que haya venido a buscarte, de que haya caminado estas calles con la esperanza de verte. Sabes que no es cierto, pero no quieres que nada interrumpa tu ensoñación. Cuando te preguntan qué te pasa, respondes con un ademán o con un gruñido. Tú no estás ahí. Vas de un lado a otro haciendo las faenas de la casa, la compra de los víveres, la vuelta al parque con los niños como un autómata, feliz por una vez porque acaricias su recuerdo. Nada más te importa. No tienes nada más.

Es lunes y llegas tarde a la oficina. Atraviesas una hilera interminable de escritorios hasta llegar al tuyo. Divertido, sacas del cajón bajo llave un trozo de papel azul con tres pequeños asteriscos en tinta negra, único recuerdo tangible que has podido conservar. Lo juegas entre las manos mientras contestas sonriente el teléfono y una voz que hace mucho no escuchabas te dice:

- Está muerta. Desde este domingo en la mañana.

martes, marzo 20, 2007

IIMAS

No hay manera. Estando aquí sentada no se me ocurre nada que escribir. Mejor dicho, sí se me ocurre pero el resultado no es bueno. Esta especialidad me está atrofiando la cabeza, pero quizá me consiga trabajo en Banxico.

Difícil saber cuál es el marcador.

lunes, marzo 12, 2007

Ojalá llueva

Estoy desvelada, me arde la garganta, tengo mucha tarea, casi no tengo dinero y con todo no paro de sonreír como una boba.

jueves, marzo 08, 2007

Citas

Hace unos días sostuve una conversación acerca de los tipos de citas que puedo tener, cuáles son sus alcances y cómo les llamo. Las definiciones resultantes, dadas como verbos, quedaron como sigue:

Ver
Yo a los que veo son a mis cuates. Les llamo o me llaman, sin prestar gran atención a quién tiene la iniciativa, para ir al cine, al billar, a un museo o a desayunar (me gusta más que ir a comer) y los gastos totales son más o menos equitativos, aunque eso no necesariamente ocurre en cada ocasión. Platicamos, bromeamos y demás sin pretensiones ulteriores, de mi parte por lo menos. Insisto, ver es para los cuates. Con los que tengo harta confianza puedo llegar a abrazarme. Que me tomen por la cintura es el supremo, pero el conjunto no es denso alrededor de este punto.

Salir
Salgo con los chicos que me gustan. Prefiero esperar a que me llamen, aunque ya con cierto historial detrás puedo empezar a llamarlos yo. Me late ir a los mismos lugares que cuando salgo, aunque quitando el billar, cambiando los desayunos por las cenas y añadiendo los bares e ir a bailar. Ellos pagan y yo dejo la propina por lo general; si las cosas van bien puedo usar la de “me gané unos boletos para ir a tal concierto”, preparales una comida o cosas así. Aquí mis intenciones son monótonas crecientes: puedo querer ir más adelante o desear quedarme así indefinidamente. Puedo ir de su brazo o tomada de su mano. Los besos de piquito son el supremo y, nuevamente, el conjunto no es denso alrededor de este punto. No espero ni ofrezco exclusividad en esta etapa.

Andar
La diferencia respecto a salir es el alcance físico. El sexo es el supremo del conjunto sin que éste sea denso alrededor de él. Aquí también es posible que viajemos o pasemos algún fin de semana juntos. Los gastos realmente grandes podrían ser compartidos. Mis intenciones no son estacionarias: después de cierto tiempo avanzamos o lo dejamos ahí. No espero exclusividad y sigo sin ofrecerla, pero algo que no haría y me sabría mal que me hicieran sería andar con alguien más al mismo tiempo. Es de ese tipo de encuentros en que pese a todo sigues presentando al otro sólo por su nombre, sin añadirle títulos especiales.

Tener una relación
Aquí el gran cambio es el asunto de la exclusividad. Sólo se vale ver a otras personas (de preferencia en bola), pero nada de salir o andar con alguien más. Las cuestiones de dinero permanecerían sin gran diferencia y mis intenciones volverían a ser monótonas crecientes. Creo que el empleo de los títulos sirve más para marcar territorio y mantener a raya a las lagartonas que para otra cosa, lo cual es útil y simplificador, pero a mí todavía no se me ocurre uno bueno: si usara el de novio me sentiría en la prepa, pareja suena a que vivimos juntos. Aceptaré sugerencias.

Y eso es todo. La próxima vez que tenga necesidad de hacer alguna puntualización voy a ahorrarme una conversación larga, tortuosa y llena de malentendidos remitiendo al chico en cuestión a este post para que me diga si cree que lo nuestro cae en alguna de las definiciones expuestas o se trata de una combinación lineal de las mismas y listo.

¿Quién dijo que los sistemas axiomáticos no sirven para la vida?

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P.D. Como tema marginalmente relacionado, quiero presumirles una cita virtual. Mando calurosos besos hasta Manchester.

jueves, marzo 01, 2007

With a little help from my friends

El regreso no ha sido trivial. De por sí es difícil adaptarse a la rutina después de 70 días de vueltas y paisajes nuevos: todavía me extaña despertar más de dos días seguidos en el mismo lugar, lo único que me hace concentrarme en clase es pensar que las ventanas del salón son las de un tren y me parece que en casa hay demasiadas cosas. La única ventaja hasta ahora es que mis viajes en metro me parecen cortísimos.

Ahora añadamos a todo esto recibir en el último minuto una gran oferta con pros y contras casi empatados (y no R, no me ofrecen millones a cambio de actos deshonestos) obtenemos lo que los argentinos llaman un quilombo. Básicamente me he estado debatiendo entre darle un gran impulso a mi vida profesional o tratar de rescatar mi tambaleante vida personal para mejorarla un poco.

No fue fácil, pero ya tomé una decisión.