domingo, diciembre 31, 2006

La última noche del año

Esfuerzo, constancia, paciencia.
Delicadeza, alegría, pasión.

Un abrazo para todos. Los quiero mucho.

sábado, diciembre 30, 2006

Potosí

Acabo de regresar de allá. Bajé a una mina verdadera, activa, en las condiciones en las que los mineros de hoy lo hacen. (No exactamente, no tuve que cargar un costal con 55 kilos de piedra.) Fue sobrecogedor. La estrechez de los pasadisos, el intenso calor, el polvo que lo cubre todo. Estuve a un paso de sentir claustrofobia.

Las condiciones de trabajo son aterradoras, la esperanza de vida de los mineros, cortísima. Las cooperativas son solo una pantalla, no hay seguros ni pensiones. La única maquinaria disponible es la que ellos mismos puedan construir. Mastican hojas de coca para soportar jornadas de hasta 12 horas de trabajo sin comer y bajan con apenas un litro de agua. Lo consideran una lotería porque el mineral es de quien lo encuentre. Llegan hasta a matar por la posesión de una veta.

El guía llevó con nosotros a sus dos hermanas, de 10 y 13 años. Quiere que aprendan el recorrido y estudien otros idiomas para que puedan ganarse la vida de manera diferente a la de sus padres. Espero lo consigan, pero ojalá hubiera aun otra manera.

viernes, diciembre 29, 2006

Sucre

Llegué a las 7 de la mañana y aún no estoy completamente segura de mi siguiente estación. Lo que me preocupa un poco en este momento es la imposibilidad de encontrar transporte el 1 de enero. La pregunta a responder ahora es ¿en qué punto voy a pasar ese día entero? Podría estar aquí, en Potosí o en Uyuni. Definitivamente no me da tiempo ir hasta Tarija.

Lo que debo quitarme de encima es esta sensación de carrera contra reloj, de persecución. Anoche en la carretera sentía que tenía el tiempo encima, que solo debía llegar aquí y salir de inmediato hacia el siguiente lugar. ¿Por qué?

Sucre es bonito. Blanco y tranquilo. Ya comí salteñas y me dirijo a ver huellas de dinosaurios. Si me encuentro con el Presidente Constitucional, lo saludaré de parte de todos ustedes.

martes, diciembre 26, 2006

Navidad

El 25 amaneció mejor de lo esperado. Dice mi mamá que siempre llueve en Navidad y fue cierto, pero las primeras horas del día estuvieron soleadas. No quise hacer mucho. Cuzco estaba en absoluta calma y decidí hacer juego con el ambiente de la ciudad. Caminé por los distintos barrios hasta bien entrada la tarde y después me puse a mirar fotografías, tanto las que he tomado como las que traje de casa.

Me miro y tardo en reconocerme. ?Quién es ella? ?Por qué sonríe? En días como ayer caigo en la cuenta de lo poco que en realidad sé de mí y pese a todo siento esperanza. Ya estoy dibujando mis límites, estableciendo mis fronteras. Este es también un viaje hacia mi interior

domingo, diciembre 24, 2006

¡Ganó el Cienciano!

El estadio estaba abarrotado y nos divertimos mucho. Yo estoy ronca de tanto reclamarle al árbitro el gol que nos anularon. No había demasiado ambiente en el estadio por la hora del partido. Al medio tiempo granizó y mucha gente se fue. Yo me quedé hasta el final, esperando que cayera otro gol. No llegó, ni modo.

Ah, también fui a Machu Pichu. ;)

P.D. Son las 2:20 de la mañana. Creo que mis prioridades (y otras cosas) están un poco desacomodadas a estas horas.

jueves, diciembre 21, 2006

Cuzco

Llegué a la ciudad hace unas dos horas y es increible. El centro es maravilloso y sus iglesias y edificios no le piden nada a ninguna ciudad colonial que yo conozca. Podrán alegar que no he viajado mucho, pero si la Ciudad de México no les parece parámetro suficiente, son unos malinchistas exagerados. Como voy a estar dos noches más aquí (quizá hasta Nochebuena) continuaré mi recorrido mañana. Ahorita estoy cansada por el viaje desde Puno (10 horas) y me muero de frío.

Pasado mañana estaré en Machu Pichu, como lo había planeado.
Ya les iré contando.

miércoles, diciembre 20, 2006

Ya estoy en Perú

Es cierto lo que casi todo mundo me dijo: En Puno no hay nada que ver. Su chiste consiste en estar a medio camino entre La Paz y Cuzco, pero hasta el momento no acuso pérdidas. Después de tantas horas en camión estoy feliz de pisar tierra.

Hasta el momento no he hablado con mucha gente ni experimentado demasiado con la comida, pero recién estoy empezando. Si me doy tiempo para estas líneas es porque el internet es gratis (como el de la mañana) y porque gané una hora con el cambio de horario. Ahora son las 4:15, pero con la hora boliviana serían las 5:15. En México apenas van regresando de comer porque son las 3:15.

Ya veremos qué sigue.

Bolivia

El viaje ha iniciado increible. Katty y Horacio se han portado de maravilla conmigo. En 15 minutos salgo con rumbo al Perú y el sábado a más tardar ya estaré en tierras argentinas. Esta etapa ha sido linda y bastante cómoda. No sé cómo serán las siguientes pero estoy feliz con la incertidumbre.

Comenten, por favor. No se olviden de mí.

viernes, diciembre 15, 2006

Va por ti

La cuestión de los textos de viaje a quedado saldada de manera natural. Revisando el librerito encontré No me preguntes cómo pasa el tiempo de José Emilio Pacheco y Nuevo recuento de poemas de Jaime Sabines. Ambos fueron regalos de sendos cumpleaños por parte de mi querido hermano. Aquí, la dedicatoria del último libro, escrita hace ya casi doce años.
No quiero que mi hermana guarde tristezas por no tener palabras con qué llorarlas.
Para fortuna nuestra, tenemos con quienes compartir los buenos ratos, la felicidad.
Pero el dolor, el verdadero dolor, se sufre en una isla; es solitario. Para vivirlo y sobrevivirlo debemos darle una voz, la de nosotros, y un lenguaje, el de los poetas o el de tu propia poesía.
Me permito cooperar.
Hermano, contigo he reido y llorado. Has trazado el camino, marcado el rumbo. En este viaje voy sobre tus pasos y, como siempre, te llevo en el corazón.

miércoles, diciembre 13, 2006

Despedidas

El sábado fue noche de chicas con las pequeñas SS, el martes cené delicioso en casa de mi tío J, hoy veo a mi tío V y a los muchachos. Mañana es el último día del semestre y también vamos a celebrar eso. El viernes pinta movido. El sábado quisiera tener todo listo e irme a bailar sin presiones.

Los días se acaban, el nerviosismo aumenta, la aventura empieza.

domingo, diciembre 10, 2006

Respuesta

¿Por qué no te llamo y te digo que quiero estar contigo? ¿Por qué no me acerco a tí y te doy un gran abrazo mientras te digo que te extraño, que la vida es una mierda sin ti? ¿Por qué paso mis días fingiendo que no te quiero, haciendo como que nada pasó, que nada me importa? ¿Por qué no interrumpí tus malditos silencios con un beso? ¿Por qué dejé que te fueras así, como si nada? ¿Por qué no lucho por ésta, nuestra causa perdida? ¿Por qué dejé que se hiciera tu maldita voluntad?

:::

Porque te imito.

sábado, diciembre 09, 2006

¡Faltan 7 días!

Es oficial, estoy histérica. Mañana será mi último domingo en estas tierras y siento que todavía me faltan muchas cosas por hacer: comprar algo de ropa para mí y despensa para José, aflojar mis botas nuevas, cambiar la graduación de mis lentes, darle algunas amables indicaciones sobre la casa a Juanito, practicar un poco y tomar mi última clase de violín, irme de farra con los cuates de la especialidad, comprar mi cámara, hacer la mochila, conseguir 10 frascos de leche de magnesia, ir a ver a mis tíos (4 de ellos, por lo menos), echarle una llamada al resto, comprar un regalo, conseguir una calculadora maizoro, averiguar cómo está el clima en La Paz, pasar mis vínculos a mi cuenta de google, decidir qué libros voy a llevar, revisar las fechas de reinscripción al iimas, terminar dos tareas, vaciar el refri, cancelar el servicio de internet, conseguir las direcciones con C.P. de todo el mundo y repartir besos y abrazos a discreción.

Lo dicho, estoy histérica.

Stupid reason

Today, I realize why I'm lonely: I want to show off.

viernes, diciembre 08, 2006

No lo entiendo

El martes me di una vuelta por Filosofía. Mi intención inicial era comerme una de las baguetes que una pareja de novios ponen en bolsitas de papel estraza y cargan en una canasta (riquísimas), pero me dijeron que iban a llegar como 2 horas después. Hambrienta, dejé que mi búsqueda de El hombre ilustrado me llevara al Circuito Escolar. Ahí vi un letrero que decía "Comida vegetariana, 18 pesos". La combinación fue difícil de rechazar, así que entré y pedí mi comida. Mientras me servían mi sopa de frijol, pregúnté:
- ¿Hay un baño por aquí?
- Sí. Por esa puerta, al final del pasillo.
Crucé la puerta en cuestión y me quedé de una pieza: estaba dentro del Che Guevara. Obscuro, derruido, abandonado.

Pueden alegar lo que quieran, pero no le veo sentido a una lucha cuya estrategia mantiene aislado el espacio que busca defender. Las actividades dentro del auditorio (la última fue hace dos meses) son de un sesgo tan marcado que podríamos decir que sirven a los intereses de unos cuantos. Y en realidad no importa si ese grupo apoya a otras causas o pretende ser incluyente. Sigue siendo una élite.

Tampoco se confundan, mi postura no es maniquea. No estoy diciendo que todas las acciones del movimiento de ocupación deban echarse a la basura o que su ideología no sirve. Para ejemplo, basta decir que comí muy bien, a un precio realmente bajo y en un ambiente amable y proactivo (de autogestión, le llaman). Además simpatizo en general con su línea de pensamiento.

Pero, ¿cómo puedes reivindicar algo volviéndolo un cadáver?

miércoles, diciembre 06, 2006

Have you seen these glasses?


Desperté como casi todos los días: desvelada, con antojo de chococrispis y sin gran idea de dónde me encontraba. Las primeras horas transcurrieron como de costumbre. Entre bañarme, vestirme, peinarme, comerme una clara de huevo cruda en ayunas, darle su bocado al gato y tomar valor para abandonar la cama (no en ese orden, necesariamente) se me fue el tiempo. Cuando empecé a ordenar mi mochila para irme al consulado y luego a mi examen, noté su ausencia. No traía lentes.

Muy bien, solo era cuestión de ir hasta la cajita que está junto a mi cama y sacarlos. Mmmh, no están ahí, entonces están en el primer cajón del mueble. Nada. Ah, quizá los dejé en el baño. No, ahí tampoco. Sobre la computadora, junto a mi libro, detrás de la grabadora, en el brazo del sillón, en la mesa de la sala, en el atril, en la bolsa de papeles, debajo de ese montón de ropa sucia. Nada. No estaban. En honor a algunas travesuras infantiles de mi hermano y ante los pobres resultados de mis búsquedas previas, busqué hasta en el refri.

La gente que usa lentes sabe que muchos de estos episodios se resuelven caminando frente a un espejo (y notando, con no poca vergüenza, que uno los trae puestos), pero despúes de 20 minutos de búsqueda infructuosa empecé a desesperar. Decidí ponerme algo de orden y empecé por delimitar el problema. Primero en el tiempo: mis amigos confirmaron que anoche los traía puestos. Despúes, en el espacio: anoche no salí para nada, así que deben estar en mi casa. Ergo: a poner todo de cabeza hasta que aparezcan.

Ahora tengo junto a mí una pluma roja, una moneda de 5 pesos, la receta de la lasaña, montones de pelusa y el departamento hecho un desastre. De los lentes, ni sus luces. En este momento, decidida a tomar un descanso, se me ocurren un par de maneras de atacar el problema con más método.
  • A lo Bolsano-Weistrass. Como mi departamento es cerrado y acotado, trazaré una línea entre el piso de arriba y el piso de abajo (por sencillez y sin pérdida de generalidad no tomaremos en cuenta las escaleras). Los lentes tienen que estar en alguno de los dos pisos. A ese piso lo dividiré con una línea paralela a Reforma. Los lentes tienen que estar en alguna de las dos partes. A esa parte la dividiré con una línea paralela a Matamoros. Los lentes tienen que estar en alguna de las dos partes. Nuevamente, trazaré una línea paralela a Reforma y así seguiré con la plena seguridad de convergir a mis lentes.

  • Geométricamente. Haré una inversión de mi departamento tomando como centro un punto dentro de la cajita donde anoche debí haber puesto mis lentes. Espero que los vecinos no se quejen.
No me siento optimista. Sobre todo si consideramos que los lentes son un objeto cuya pérdida obstaculiza su propia búsqueda. Lo cierto es que por primera vez en 15 años he andado todo el día sin lentes en contra de mi voluntad.

Si me encuentran en la calle en estos días y no los saludo, no se ofendan. En mi condición de topo me limito a sonreirle tímidamente a la gente hasta tenerla a una distancia suficientemente corta como para saber siquiera hacia donde están mirando (50 centímetros, aproximadamente). Si necesito una distancia menor, tampoco me reclamen. No es que su rostro sea demasiado difuso para reconocerlo. Es que quizá me esté agradando demasiado y necesite verlo con más detenimiento.

Update: Ya los encontré. A la mañana siguiente tuve un arranque de inspiración zen y saliendo de la cama me fui derechito al sillón y los encontré casi con los ojos cerrados (que, dado mi astigmatismo, era casi lo mismo que tenerlos abiertos).

martes, diciembre 05, 2006

Uno menos en la lista de pendientes

Ya tengo la visa peruana. La obtuve por 30 soles (360 pesos) 2 horas de espera y una sonrisa al cónsul.

Ni pío dijo.

lunes, diciembre 04, 2006

La navidad pasó

No veré a mi familia hasta dentro de 68 días. Cenamos pierna al horno, abrimos regalos, nos quedamos en silencio. Me despedí como si fuera a volver para vacaciones.

El paisaje esta mañana fue hermoso. Bancos de niebla, nubes bajas, grandes llanuras con discretas montañas al fondo. El Cofre de Perote, el Pico de Orizaba, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl son blancos. He hecho este viaje mil veces y siempre me sorprende ese lago que está a medio camino.

Ahora hace demasiado frío y no hay luz. Abajo está mi caballete nuevo y mis discos ya no se escuchan. Mis amigos vendrán a cenar y nos reiremos.

Despúes volverá el silencio.

jueves, noviembre 30, 2006

Con calma

Estos días no he querido pensar demasiado. Entre los exámenes, las presentaciones finales y los preparativos del viaje me siento francamente exhausta y ansiosa. Los niveles de tensión más altos son antes de dormir y cuando tengo que levantarme. El resto del tiempo, el solo hecho de estar haciendo algo sirve de desahogo. Ahora estoy cansada, física y mentalmente.

Compré mis regalos navideños y no estoy demasiado contenta con mis selecciones pese a haberlas hecho con todo cariño. Los regalos me provocan cierta ansiedad, quisiera provocar el mismo gusto que yo siento cuando recibo uno y la mayor parte del tiempo no creo lograrlo. No me siento capaz de hacer tan feliz a la gente. En fin.

Además mi serotonina hizo trampa. Bajó súbitamente sin emitir ninguna de las alertas usuales. Lo que ocurre en estos casos es que mil ideas surgen a toda velocidad, mi cabeza bulle mientras el resto de mí desea permanecer en silencio y sin movimiento. Esta ausencia de válvula de escape provoca un congestionamiento mental que me hace inoperante. Es como si estuviera en otra dimensión.

Mi manual del usuario dice que escribir puede ser una solución y creo que es cierto. Ahora que lo he hecho, tengo esperanzas de conciliar el sueño relativamente pronto.

martes, noviembre 28, 2006

Sigo pensando

Hace rato un chico me preguntó cuándo había terminado mi última relación. Demonios, no supe qué contestar. Varias respuestas vinieron a mi mente: "el sábado", "¡pero si no he tenido ninguna!", "hace años".

Me quedé como las ovejas me, guardé un respetuoso silencio.

domingo, noviembre 26, 2006

Vivir de prestado

Esta semana debí hacer un pastel, sacarme unas fotos, llamar a un chico. En lugar de eso eché mi mente a volar.

La ciudad es hermosa por la noche si la miras desde el cielo.

viernes, noviembre 24, 2006

En poco tiempo voy a despertar

Cuando abro los ojos por la mañana suelo tener fresco el sueño que tuve durante la noche. Si el recuerdo es agradable, cierro los ojos un momento más y saboréo las imágenes, las voces, las sensaciones, cualquier cosa que pueda rescatar antes de que todo se me escape como agua entre las manos. Si tuve una pesadilla, recuerdo con no poca sorpresa que dentro de mì se encuentra el mayor dolor, el miedo infinito. En ambos casos, termino saliendo de la cama para darle paso a mi vida. En pocos minutos, el sueño se desvanece y nunca albergo la esperanza de repetirlo o de no volver a tenerlo.

Solo sigo adelante.

miércoles, noviembre 15, 2006

Tengo miedo

Creo que tus ojos estarán vacíos. Veré dentro y no habrá más nada.

lunes, noviembre 13, 2006

Exámen Final de Metodología de la Investigación y Estadística

¡Me quitaron mi radio!

Sabor y lujuria

Los personajes de El Codex Romanoff, religiosos casi todos, utilizan la cocina como medio para sublimar sus pasiones reprimidas. Mientras se susurran recetas prohibidas al oído, su imaginación los llena de sabor y de placer. También de amor. Comparten, experimentan, se reconocen con el alma y sobre todo con el cuerpo. Crean un vínculo que se fortalece en la intimidad del confesionario, en la soledad de las celdas, en el silencio de los pasillos conventuales, en su comunión con Dios. El cocinero busca agradar, provocar, perdurar en sus comensales. Ellos, indefensos y débiles ante la tentación, se abandonan a ella sin reservas.

Así es el amor. Buscas estremecer, adentrarte en el otro y dejar grabado tu sabor. Quieres que te recuerde y vuelva a tí a probar lo que le ofreces. Preparas los encuentros, los saboreas de antemano, los disfrutas poco a poco para después revivirlos en la memoria. Pasión y deseo apenas contenidos. Las caricias, los besos, la piel y el sudor se mezclan en una creación delirante que paladeas con embeleso. Dejas que la delicia invada tu cuerpo, recorra tu piel y te arranque gemidos en la intimidad de ese claustro de cuatro paredes, sobre ese altar de sábanas erigido por ambos. Tu boca y tus manos buscan incansables provocar sensaciones que te graben con fuego en su piel. Lo recorres confiando en tu instinto, lentamente y con desenfreno. Cierras los ojos y te dejas hacer. Su escalofrío confirma que has encontrado el punto exacto, la combinación perfecta e irrepetible. Mientras, su sabor penetra tus sentidos, su calor traspasa tu cuerpo, el mundo explota y te entregas sin que nada más importe. Ni siquiera la perdición de tu alma.

viernes, noviembre 10, 2006

¡Listo!

Éjele. Seguro que algunos ni cuenta se dieron.

jueves, noviembre 09, 2006

Migrando

Al fin me decidí a hacer el switch a la nueva versión de Blogger. No estoy muy feliz. Perdí los cambios que ya había hecho a la plantilla y el manejo de las nuevas herrramientas que tanto cacarean no es tan triviale como dicen. Además, yo no sé qué le pasa a las máquinas aquí en el IIMAS que ni la versión anterior se veía bien, por lo que es posible que el aspecto actual no sea tan desagradable.

Espero no tardar mucho en arreglarlo.
Ténganme paciencia.

martes, noviembre 07, 2006

¡Ya tengo mis boletos!

Ahora sí creí que no lo lograba. Este fin de semana empecé a sentir ansiedad por no haber comprado aún mis boletos. Estaba esperando que una amiga que tiene una agencia de viajes me echara la mano con eso, pero es la hora que no sé nada de ella.

Anoche entré a la página de Taca y me puse a buscar mis vuelos: México-Quito el 18 de diciembre, La Paz-México para el 12 de febrero. Después de búsquedas y búsquedas, cambiando la ciudad de destino, poniéndome flexible con las fechas y demás: nada. No había manera de volar al otro lado del Canal de Panamá antes de la Navidad. Bueno, si había pero al doble de mi presupuesto, yéndome hasta Santiago de Chile. Ay, casi lloro. Como ya era muy tarde para arreglar algo, solo copié la dirección y el teléfono de Taca en México y me fui a dormir. Estuve fácil media hora dando vueltas en la cama: ¿por qué no los compré antes?, ¿quién me manda a andar de atenida?, ¿y si ya no encuentro nada?, ¿y si termino pagándo un dineral?, ¿cuál, si ni tengo?, etcétera, etcétera.

En la mañana llamo a Taca y me atiende Cynthia. Yo creo que la dejé mareada porque la hice repetir las ochenta búsquedas extrañas que yo hice anoche con el mismo infructuoso resultado. Al final, la pobre optó por la típica "se cayó el sistema" para quitarme de encima. Y yo en la histeria.

Convencida de que al factor humano tenía que hacer la diferencia (por lo menos que me lo digan en mi cara, ¿no?) me lancé a Torre Mayor en un último y desesperado intento por no caer en las garras de Aeroméxico. Llego a las dichosas oficinas y con mucho aplomo, como si hoy en la mañana se me hubiera ocurrido irme de viaje, pregunto por un viaje redondo México-La Paz en las fechas tales y tales (A la mera hora cambié la ciudad de arribo porque Bolivia es barato y Ecuador me dió flojera :). Muy mona, una chava con prendedor de periquitos se pone a teclear y me dice: "No, no hay para el 18.". Ay, dios mío. Yo ya estaba pensando a quien darle el sablazo para pagar el vuelo hasta la Patagonia cuando, muy mona otra vez, completa: "Pero sí para el 17". ¡¡Salvados!! No me puse a brincar ahí mismo para no desentonar con el ambiente cool, pero ganas no me faltaron.

Total, que mis boletos además salieron baratísmos. Probablemente porque el vuelo de ida va a durar 17 horas y el de regreso 12 horas con 31 minutos. Ya les contaré cómo son los aeropuertos de San José de Costa Rica y de Lima. Me va a dar tiempo de aprendérmelos de memoria.

lunes, noviembre 06, 2006

Pasión

Desde dentro, allá afuera, en todas partes.

¿Dónde estás?

domingo, noviembre 05, 2006

Wish list

Como ya siento la temporada navideña encima (mi cena va a ser el 2 de diciembre, porque creo que el 24 voy a andar en Machu Pichu) y con la intención de allanarle el camino a mi mamá y a cualquier otro que se esté tronando los dedos y no sepa qué darme, he elaborado una pequeña lista de cosas que me gustaría ver envueltas con un bonito papel de colores, un gran moño y una tarjeta con mi nombre.
  • Caballete, pinceles o unas acuarelas. O los tres si andan espléndidos.
  • Bolsa o mochila de Chococat. (Si no es original, neta ni lo intenten.)
  • Reloj de pulsera. Estaría excelente uno combinable con mi ropa café.
  • Ipod. Sería la onda.
  • Radiecito portatil. Tengo ganas de escuchar las estaciones de radio locales de por allá.
  • Juego de cuerdas nuevas para mi violín.
  • Pañuelos suavecitos para usar como mentonera
  • Películas: Apocalipsis Now, The Nightmare Before Christmas, Fight Club, Misery, Der name der rose, etcétera.
  • Libros: La estructura de las revoluciones científicas de Kunh, Los cuentos del Padre Brown de Chesterton, Deterioro y caida del imperio romano de Gibbon, Los Borgia de Puzo, una biografía de Lindbergh, los artículos periodísticos de Ibargüengoitia, El corazón de las tinieblas de Conrad, un diccionario Francés-Español, El nombre de la rosa de Eco, Fausto de Goethe, Balada de la cárcel de Reading de Wilde, ¿Qué es la vida? de Erwin Shrödinger, etcétera.
  • Discos: Los de Zoe, Limón y Sal, cualquiera de Chavela Vargas, Chava Flores, Rockdrigo, Café Tacuba, Bach, Bethoven (soy un fan muy chafa, no tengo ni uno), Bienvenido al sueño, Calamaro querido, Cuál es tu rock (el que trae a Maria Daniela y su sonido láser), música de bandas de viento mixtecas (Guerrero o Oaxaca), ópera, etcétera.
Lo bueno es que la lista era pequeña :)

martes, octubre 31, 2006

¡Quiero un novio!

Sensual como D, inteligente como E, vagabundo como I, lindo como A, guapo como M, bailador como U y, si no es mucha molestia, que le gusten los gatos.

Jajaja. Mejor me voy a dormir :)

domingo, octubre 29, 2006

Planes fallidos

Esa fue la impronta del fin de semana.

Primero fue por dejar todo para la mera hora.
Desde hace unos días tenía ganas de ver Los motivos del lobo y decidí intentarlo ayer, en el penúltimo día de la temporada. Me quedé con las ganas porque todas las localidades estaban agotadas, las del domingo incluidas. Chale I. ¡¿No que nadie va al teatro?! Pero ya que andaba por Chapultepec aproveché para ir al Mariposario, al Insectario, visité al Panda rojo y me chuté la exposición de El Universal que está en las rejas de Reforma. (Si no pueden con el frío que ha estado haciendo estos días, vayan a la primera parada porque está calientito y húmedo)

Después fue por no informarme bien.
Llevaba días diciéndole a todo el mundo que este sábado iba a ser la fiesta de San Judas Tadeo. Y no es que yo sea devota ni nada por el estilo, pero hace un año alguien, que seguro se está muriendo de la risa en este momento, me dijo que, aparte del caos que arman los feligreses afuera de la Iglesia de San Hipólito (Paseo de la Reforma esq. Avenida Hidalgo), organizan un baile de proporciones apoteósicas que se pone muy bueno y que además es gratis. Genial. Mi cuate el arquitecto me estuvo ayudando a armar el itinerario de mi viaje sudamericano hasta las 12 de la noche y a esa hora nos lanzamos a la pachanga. No le vimos ninguna bronca porque ni modo que se fuera a acabar temprano. Llegamos por el rumbo y nos pusimos a preguntar entre los pocos puestos de comida que aún quedaban: "Uuuuy, joven. Aquí nunca hacen baile." Chale 2. Yo no me aguantaba la risa ante tal revelación. Acabamos jugando billar en el Bonfer (16 de septiembre y Gante, altos) hasta que nos corrieron a las 2 de la mañana. (Pidan el café del lugar. No sé que le ponen, pero acabas más loco con un capuchino que con dos cervezas.)

Y la tercera fue por flojera.
El chavo que me da clases de violín me invitó al concierto que Markov dió esta mañana en el Conservatorio. Me dijo que gracias a sus contactos en el bajo mundo (musical, por supuesto) podíamos entrar antes a la sala y toda la cosa. Hasta adelantamos la clase de hoy para que nos lanzáramos con buen tiempo y no tuviéramos problemas. Pese a la desvelada, me levanté temprano (absurdamente temprano, porque me olvidé del cambio de horario) y me puse mis mejores galas. Cuando llegó, le pregunté "¿Listo para el concierto?", "¿Cuál concierto? Ah, fui el jueves". Chale 3. Y todo porque hoy tenía que ir a recoger su refrigerador. La verdad es que no quise ir sola hasta Polanco. Mejor me fui al Franz Mayer a ver la World Press Photo de este año. Como bono extra, me encontré a un chico que estaba dando abrazos gratis. Me tocó uno.

Estuvo chido, ¿no?

viernes, octubre 27, 2006

Cuando me enojo...

pongo a los Red Hot Chili Peppers a todo volumen.

Me estoy reventando los tímpanos.

jueves, octubre 26, 2006

Sábado a las 3:00

Me gustaría encontrarte al salir del teatro. Caminar contigo a la luz del día, en silencio quizá, pero sin sentirnos incómodos. Reconocer que hasta hoy hemos compartido mucho (placer, sueños), pero que ya no hay nada más por delante. Hablar sin miedo y escuchar con el corazón abierto. Dejar de luchar, deponer las armas y sólo compartir este último instante juntos. Pensar en el futuro del otro con gusto, aún sabiendo que no estaremos presentes.

Y despedirnos, por una vez, con un beso y un abrazo.

miércoles, octubre 25, 2006

Indeterminación

Al despertar encontré junto a mí una caja que en grandes letras decía Schödinger. La miré sin saber qué era lo que deseaba encontrar dentro. Cuando tomé una decisión, la abrí, pero el gato ya no estaba.

martes, octubre 24, 2006

Colgué el morral

  • Si hablo en inglés conmigo misma
  • Si no quiero practicar con mi violín
  • Si pasan dos días sin que tienda mi cama
  • Si prendo la tele al llegar a casa
  • Si empiezo a comer de más
  • Si me duermo apenas entro en la cama
  • Si miro el reloj muy a menudo
  • Si empiezo a acumular cosas
  • Si pospongo mis planes (procrastination, that’s a word)
  • Si siento que la semana ya se acabó cuando apenas es martes
  • Si me entristezco por cosas que debieran enojarme
  • Si no puedo parar de leer aunque el libro no sea muy bueno
  • Si fantaseo demasiado con el futuro
  • Si borro teléfonos de mi celular
  • Si hago listas (como ésta)
Significa que mi serotonina se encuentra por los suelos.
Baños de sol y abrazos. Esa es la solución.

domingo, octubre 22, 2006

Tristeza

Mi familia ya no es lo que era.

miércoles, octubre 18, 2006

Soplando a un diente de león

Algunas personas se vuelven tristes cuando son aún terriblemente jóvenes. Sin motivo especial, parece. Casi como si hubiesen nacido así. Se lastiman más fácilmente, se cansan más pronto, lloran más, y recuerdan más. Y, como digo, se vuelven más tristes antes que nadie en el mundo. Lo sé, pues soy uno de ellos.

- Ray Bradbury
El vino del estío

martes, octubre 17, 2006

Me anoté un punto

A media clase de Análisis Multivariado, el Nokia 1220 recibe un mensaje. Me sorprendo al leer "Te extrano". Curiosa, reviso el remitente. Reconozco el número, pese a que lo creí olvidado. No sé porqué, me gana la risa. De inmediato y sin más, lo borro.

lunes, octubre 16, 2006

Noche cerrada

Cuando cayó el telón yo seguía clavada en el asiento. Era tal mi emoción que ni siquiera atiné a aplaudir. Seguía atravesada por el dolor del Duque de Ferrara, el final repugnante de Casandra y, sobre todo, por el abismo de soledad y abandono que se cerró sobre el Conde Federico justo antes de ser asesinado.

Al principio, mi poca costumbre a la forma, a los versos y al lenguaje, entorpecieron mi entendimiento. Poco después ya me movía junto con esos personajes que iban de un lado a otro de ese escenario tan desnudo, con apenas una silla y un piano.

Mujeres utilizadas y volubles, hombres poderosos e insensibles, hijos melancólicos pero resueltos. Todo estaba allí, la tragedia era inminente. Yo deseaba, rogaba que el conflicto tuviera otra salida, que existiera otra solución. Pero el hombre se impuso al padre y el honor rebasó al amor. Ahora por Ferrara rondan los fantasmas de dos amantes insensatos y del hombre que tomó sus vidas sin el consuelo de ofrendar la propia.

domingo, octubre 15, 2006

Cambios (chiquitos)

Le acabo de meter mano a la plantilla de este blog para decir un poco más de mí. También tengo ganas de cambiar algunas cosas en la página donde se ponen los comentarios pero eso me llevará más tiempo.

Ahora salgo corriendo al Centro Cultural Universitario. Ojalá alcance buen lugar.

sábado, octubre 14, 2006

In my life I love you more

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que The Beatles musicalizaron totalmente el final de mi infancia. Si bien es cierto que oía otras cosas cuando era chiquita, el cuarteto de Liverpool es lo que realmente perduró en mi ánimo y no solo en mi memoria.

Mi papá era fanático absoluto. Cuando se fue de la casa dejó, no sé si por descuido o por desidia, una caja de LP's que había comprado en el Reader's Digest. "La caja de The Beatles" decía y estaba pintada como si fuera de madera y tenía sellos y leyendas como si hubiera sido enviada por correo. Por aquél entonces yo le tenía algo de fobia al tocadiscos, siempre temía ir a rallar los discos con la aguja y me desagradaba el sonido plano y monótono que hacía cuando el disco se acababa. Tampoco me le acercaba porque no tenía ganas de oír nada en esa temporada. Pero mi hermano sí se clavó con esos discos, los ponía una y otra vez. También grababa casets con sus canciones predilectas y su método me daba risa: hacía papelitos con los nombres de las canciones y las grababa según el orden en que las fuera sacando.

Lo mejor era cuando se ponía a cantar como loco. A veces yo entraba a la casa y lo encontraba con una botella de catsup a modo de micrófono, brincando de un lado a otro. Me decía: "Ándale, Bebunker, ponte a hacer los coros" (creo que todavía no me decía Bebunker, pero no recuerdo cómo me decía antes de eso). Yo agarraba la mayonesa o lo que hubiera a mano y a darle: "Obla-di obla-da life goes on".

Así era siempre. Eleanor Rigby y ese arreglo de cuerdas increíble, Help con esa entrada que me hace pensar en el Avispón Verde o en Batman, A Hard Day's Night para los días carrereadísimos, She's Leaving Home me hacía llorar, Lucy in the Sky with Diamonds era para cantarse a todo pulmón, Because fue a la primera a la que le entendí que decía. Mi primer novio me regaló una cinta que empezaba con Oh! Darling, no obstante lo cual le partí el corazón a la semana de andar juntos. En fin. La versión de Yesterday que recuerdo es la de aquella presentación en un teatro londinense a la que asistió la realeza británica. Jonh pide al auditorio de los asientos más lejanos que aplaudan y al resto que agiten sus joyas. Sale Paul al escenario con su bajo y hace la interpretación más sentida del mundo. Mientras el público estalla en aplausos y sollozos, sale Jonh otra vez y le ofrece a Paul un ramo de flores, quien las acepta emocionado, pero al darse la vuelta para salir, Jonh se queda con la parte de arriba y él ya no sabe qué hacer con las ramitas que le quedaron en la mano.

Pasó el tiempo y no sé cómo un día mi hermano y yo acabamos peleándonos por algunas cosas. Estábamos repartiéndonos la herencia a los 14 años y lo que yo recuerdo es una discusión bastante amarga en la que "La caja de The Beatles" y otras cosas estaban de por medio. Su argumento para quedárselas era que a mí nunca me habían gustado, que yo ni ponía los discos. Yo no sabía cómo decirle que sí me gustaban, pero que lo importante para mí era que él los pusiera, que él los grabara, que él me animara a cantar a su lado. En un acceso de rabia adolescente, generado por la impotencia de no poder sincerarme con él, creo haberle dicho algo realmente hiriente. Él bajó los brazos y decidió dejármela. Pero así, dividida, ya no me servía de nada.

Imagino que esos discos estarán en Cuautla, entre cantidad de cosas que hace mucho no veo. Cuando escucho a The Beatles siento lo que era ser chica y pasar del llanto a la risa en un instante y de vuelta al llanto otra vez. También pienso en él, en ese muchacho flaco y sonriente que olvidaba que el mundo se estaba yendo al carajo con solo poner una de sus canciones.

viernes, octubre 13, 2006

Como Cristóbal Colón

He hecho un descubrimiento. Si estoy feliz, no posteo. Y es que llevo como dos horas con el chincualo (¿así se escribe, Alma?) de postear y nomás no me inspiro. Y sí, estoy feliz: salí bien en mis exámenes de esta semana, he estado practicando muchísimo con mi violín y he hecho grandes progresos, sigo preparando mi viaje a Sudamérica, he estado llendo al teatro y al cine, hoy cené riquísimo con mis tíos, mi mamá está re'bien, mi sobrina es una chulada y, para colmo de la felicidad, mi falda rosa se me ve divina.

¿Entonces? Entonces nada. A dormir como niña buena y a cambiarle de canal, porque quiero seguir aquí, con ustedes, pero sin recurrir a la depre.

martes, octubre 10, 2006

Esperando a ver de qué se trata

Acabo de ver "Beckett o In Godot we trust" en el teatro Carlos Lazo de la UNAM. Debo confesar que de Samuel Beckett no he leído ni media página. Antes de hoy solo sabía que este año se celebra el centenario de su nacimiento y que su mirada es penetrante como pocas.

Entré con cierto resquemor al teatro porque Ale me acompañó y yo no sabía a ciencia cierta de qué se trataba lo que íbamos a ver. Creo que me preocupaba más que no le fuera a gustar a ella y no que no me fuera a gustar a mí. Pero nos fue muy bien. Vimos cuatro episodios sobre personajes que esperan a alguien que nunca llega. Según el programa de mano, así podría describirse la anécdota de "Esperando a Godot", la mejor obra de Beckett según los críticos.

Mi relato favorito fue, con mucho, el del trío de pollos que espera con ansiedad la llegada de El Coronel (Ja). Pero los pollos no saben mero para qué y tardan en caer en la cuenta de su cruel destino. Si consideramos que se llaman No sé, No entiendo y No me acuerdo y que están hechos de estropajo, es fácil entender porqué nos estábamos muriendo de la risa. Sin embargo, su condición se va deteriorando y terminan provocando angustia, ya no sabes si reir o llorar. (Me acordé del video de "Aún más" de Miguel Bosé, que no por nada salío en el mismo año que "La Isla".)

A otro episodio le puse mención honorífica. Trata sobre una pareja de oficinistas que esperan a que su jefe patán baje y les resuelva su asunto y mientras tanto se endrogan comprando un montón de chucherías que no sirven para nada. Inevitable pensar en "El presupuesto", de Benedetti. También recordé cómo era mi vida hace menos de dos meses. Y es cierto: pasar mucho tiempo en una oficina de gobierno puede trastornar tu mente. Qué bueno que ya estoy a años luz de distancia.

Los otros dos, más o menos. Su común denominador fue transcurrir de madrugada en un barrio peligroso de esta ciudad. Supongo que por eso no me gustaron, había algo entre moralino y reinvindicador en sus tramas que no terminó de convencerme.

No sé qué quieran decir esas referencias ligeras que me venían a la cabeza: mi percepción es simplista y mi reduccionismo bárbaro, no hay nada nuevo bajo el sol o Luisa Josefina Hernández (la niña aplicada del teatro nacional) está perdiendo el toque. En fin.

De cualquier forma nos pasamos dos horas muy buenas. Para el viernes no sé qué vayamos a hacer. Ale vota por "Noche de Califas". Yo, por completez, quiero ver a Lope de Vega.

sábado, octubre 07, 2006

Acabé en Taxco

Estoy rendida. De regreso pasé con mis tíos para convidarles del queso, los hongos y el pan que traje. Cenamos riquísimo. Me voy a dar un baño y me voy a meter a la cama con José, porque está chipil.

Hoy sí voy a dormir como un bebé.

Propósito

Faltan 20 minutos para que den las 5 de la mañana. Voy a bañarme para ir a ver el amanecer en el lugar más lejano que pueda.

viernes, octubre 06, 2006

Antes de apagar la luz

Cuando mi mamá era una niña, su abuela le contaba historias de fantasmas a ella y a sus hermanos a la luz de una vela. Todos la escuchaban con gran emoción, apiñonados en un rincón para sentir menos miedo. Luego los mandaba al baño, que era una letrina que estaba al final de un terreno sin alumbrado. El gusto de María Bazán era dejarlos avanzar todos juntitos hasta el punto más oscuro y luego gritarles "¡Ahí viene el diablo!" para ver a sus nietos correr en todas direcciones como pollitos espantados. A veces le dolía la panza de tanta risa. Después abrazaba a sus nietos y los cubría de besos prometiéndoles que no los asustaría más. Pero a la noche siguiente volvía a hacer lo mismo.

Imagino que mi gusto por los cuentos de espantos es heredado. Esa presión en el pecho, los latidos cada vez más acelerados y ese silencio casi absoluto en el que crees escuchar un zumbido que pronuncia tu nombre. Todo eso está muy bien para leerlo en un libro, para que alguien te lo cuente, pero otra cosa es vivir así. Atisbar a alguien en el fondo de la habitación un instante antes de apagar la luz, sentir una mirada penetrante en la nuca o escuchar pasos que suben por la escalera. Sentir que están a punto de tomar tu mano, de tocar tu hombro, de susurrar en tu oído y saberte completamente solo. Así es vivir en este lugar que estuvo vacío por años porque la gente no soportaba esas insignificancias. Unos las aguantaron mejor que otros pero ninguno de los inquilinos anteriores pasó de los tres meses. Una señora gritaba todas las noches que estaban a punto de alcanzarla, que ya subían por la escalera e iban a matarla. ¿Quienes? Uno de mis vecinos, un niño hace 30 años enmudeció por meses después de haberse asomado a la ventana.

Después llegó mi madre y no dejó de sorprenderle que un lugar tan grande y bien ubicado estuviera siendo rentado por tan poco, pero nadie le dijo nada y ella estaba demasiado apurada como para ponerse a averiguar. Y a todos, mis padres, mis tíos, poco a poco les fue ocurriendo algo. El común denominador era la inmovilidad total ante una visión que nadie más tenía; la frustración y la impotencia de no poder pronunciar palabra mientras sentían como si una brea estuviera adentrándose en sus mentes. Los demás veían cómo un sudor frío recorría sus rostros palidísimos, pero nada más. Los afectados ni siquiera podían balbucear y algunos terminaron por desmayarse.

Intentaron los métodos convencionales para estos casos: rosarios, agua bendita, veladoras consagradas. Nada. Después de muchos intentos infructuosos, la abuela de mi madre llevó las cosas a las ligas mayores. Podía conseguir un trozo de Cirio Pascual, pese a que es penadísimo cortarlo. Solo faltaba un cura que aceptara usarlo y realizar así una especie de exorcismo. Cuando mi madre lo encontró le explicaron que el ritual sellaría la casa por completo, ningún espíritu ni bueno ni malo podría entrar. Para ese entonces María Bazán y mi tío Alfredo habían muerto y mi madre no quiso dejar a su abuela y a su cuñado fuera. Decidió dejar las cosas por la paz y aceptar lo que pudiera ocurrir. Con el tiempo las cosas se fueron calmando, aunque no del todo: en un día de muertos las alacenas amanecieron abiertas y con los trastes cambiados de lugar; en otra ocasión a uno de mis primos lo despertó un niño que lo invitaba a ir a jugar. Después todos nos mudamos y el hermano de mi madre que se quedó aquí no volvió a tocar el tema.

Pero hay días en que José observa fijamente en una dirección mientras su lomo empieza a erizarse y yo no me atrevo a mirar. Hay ocasiones en que siento como si alguien avanzara hacia a mí en la obscuridad absoluta. A veces tengo miedo de correr la cortina del baño o de mirar sobre mi hombro. No pasa una semana sin que sienta que alguien está oculto en el cubo de la escalera. Hay noches en que despierto y creo escuchar ese zumbido a lo lejos, a punto de llamarme.

Me gustaría pensar que María Bazán me está asustando despúes de contarme una historia, que se está riendo de mí y que después va a llenarme de besos. Pero si es así, si se trata de ella, lo volverá a hacer mañana.

martes, octubre 03, 2006

22 de septiembre

No hay día que no piense en lo que dije y no debí, lo que pude haber dicho y no me atreví. Las mil posibilidades de lo que pude haber hecho a partir de cada uno de los momentos de ese día: cuando me levanté, cuando estuve a punto de llamar por teléfono, cuando salí de la galería, cuando entré al antro, cuando salí de ahí, cuando estuve pateando piedras y llorando en Reforma, cuando llegué a mi casa y (oh, por dios) cuando volví a salir.

Recién estoy viviendo la noche número 11 del año y sé que ese torbellino que a veces ataca mi cabeza no tiene sentido. Pero intentar acallarlo es inútil. Lo mejor que puedo hacer es rodearlo sin prestarle atención para seguir con todo lo demás, que es más importante y por mucho. Aunque a veces no puedo, el dolor y la humillación me invaden y no encuentro la salida.

Tardé en aceptar que esta historia nunca tuvo nombres propios. Sólo se necesitaba alguien que ofreciera una evasión y alguien más que pareciera estar escuchando, poniendo atención. Ambos hubiéramos aceptado a casi cualquiera de contraparte. Pero esto no ocurrió con nadie más, ocurrió con nosotros y después de tanto tiempo, tantas historias, tantas idas y vueltas (capítulos, les decías) ya estamos indeleblemente grabados en la memoria del otro. Sé que no estás sólo ahí, pero todos los días me propongo desterrarte de todos los demás sitios. No quiero conservarte en ningún otro, carece de sentido.

Una vez más falté a mi palabra: ya no sonrío cada que pienso en ti.

lunes, septiembre 25, 2006

A escena

El fin de semana vi "Susana y los jóvenes" de Jorge Ibargüengoitia en el teatro El Galeón. En cuanto supe que iban a montarla me propuse verla. Ibargüengoitia es uno de mis escritores favoritos.

Debo decir que "Susana..." se aleja bastante del resto de las obras que le conozco al autor. No en balde se trata de su opera prima, escrita nomás para pasar el semestre. Se trata de una comedia casera, de clase media. Susana es una hija de familia que tiene que escoger entre el pretendiente que le conviene y el que se le antoja. La acción se desarrolla en los cincuentas, época en que esta ciudad era de veras otra: la Roma era una colonia popular y la Facultad de Ingeniería organizaba tés, no borracheras.

Estuve a gusto desde que entré al teatro. El Galeón tiene cuatro escenarios y unas gradas que pueden (supongo) dirigirse hacia cada uno de ellos. La escenografía fue impecable y evocativa: Sagrado Corazón con lucecitas que parpadean y carpetitas tejidas en los brazos del sillón y las mesitas. Al inicio de la obra sentí que los diálogos estaban un poco gritados, pero después todos fuimos agarrando ritmo. El triángulo se forma con una Susana odiosa y mimada sin nada que hacer realmente, un Alfredo correctísimo que sabe cómo va a ser su vida los próximos treinta años y un Tacubaya confuso y sin vocación que no encaja en ningún lugar. El resto de los personajes tienen sus momentos pero son sólo la constelación de la casa de Susana. Aunque no hay que perder de vista a Isadora, la sirvienta. No dice una sola palabra pero ni falta que le hace, es vaciadísima.

Durante 120 minutos estuve viendo una situación aparentemente simple, pero que aborda dos de mis conflictos cotidianos: el temor a descubrir que la vida es poco más que una sucesión de días en los que te levantas y te vas al trabajo y el miedo a reconocer nuestros verdaderos deseos y motivaciones.

El final es bueno. Susana hace lo mejor posible: se escoge a sí misma.

domingo, septiembre 24, 2006

Crisis doméstica (Mamá: no lo leas, en serio)

Anoche me acosté temprano pero medio madreada, así que, como casi todas las mañanas, hoy me costó trabajo despertarme. Ya había yo logrado sentarme sobre la cama y me estaba poniendo los pants para salir a correr cuando eché una mirada alrededor y pensé "Qué raro que haya un zapato junto a la puerta, si ayer levanté más o menos todo". Somnolienta como estaba, no le di más importancia, pero cuando me puse los lentes casi llego al techo de la impresión: era una rata (tamaño zapato, huelga decir). Una maldita rata en la puerta de mi cuarto, ya muerta pero con aspecto de estar durmiendo en santa paz y yo todavía sin la base de mi cama, acostada a solo 35 centímetro del suelo. La idea todavía me da escalofríos.

Si no son tolerantes a estos asuntos nauseabundos no sigan leyendo, porque no hemos llegado a lo peor. Cuando por fin me animé a pasarle a un lado al cadaver me fui al piso de abajo para poner tierra de por medio. Cual fue mi horror el encotrar la ración de guisado que dejé sobre la estufa ya sin la pieza de carne pero con lo demás prácticamente intacto. ¡Oh, por dios! La repugnancia derivo en coraje y me puse a patear el sillón para ver si así dejaba de imaginar dónde más había estado merodeando el maldito animal ese sin dejar rastro perceptible. Además, ¿cómo trepó el metro y diez que la estufa tiene de altura?, ¿como demonios acabó en el segundo piso?, ¿trepan o brincan?, ¿por qué no se quedan a ras de suelo, caramba?

Después del horror, las cuestiones prácticas: ¿por dónde entró? La puerta de la entrada no tiene rendijas (mucho menos de ese tamaño), el desagüe de la zotehuela tiene una piedra encima y la coladera una reja. La única opción es que haya entrado por la zotehuela, sí, pero desde a-rri-ba. Que se haya venido por la canaleta para la lluvia que hay entre el departamento y el antro, que de allí se haya pasado a mi barda, de mi barda a la zotehuela y de la zotehuela a mis pesadillas. Es lo más racional que se me ocurre aunque mi vecino cree plausible que haya entrado a través del vidrio roto de la ventana del baño que está en el segundo piso. Ay, nanita, qué espanto.

Mi vecino también tuvo a bien contarme historias de horror. Me las pasé por morbo y porque me ayudó a poner una malla de alambre que evitará futuras filtraciones indeseables. Dice que ya van varias personas en el edificio que sufren del mismo mal. Con todo y que él vive en el tercer piso ya tuvo que matar a su propia inquilina la semana pasada. Su hijo la descubrió trepando por la cortina del baño, escondiéndose entre el papel de baño y jalando una toalla para hacerse su casita, dixit. Según él, esta invasión se debe a que están tirando el edificio que fue la Ferretería Hermanos Gómez (Eje Central y Matamoros) para hacer departamentos. El lugar es enorme y llevaba abandonado bastante tiempo. No me quiero imaginar el tamaño de la población de roedores que estaban allí dentro, pero mi vecino dice que los gatos amanecen muertos.

Pero no aquí. José está vivo. José me ha salvado. José es mi héroe. Y como premio se zampó una lata de whiskas enterita.

sábado, septiembre 23, 2006

¡Auxilio!

De un tiempo para acá sentía que la edad de los vicios ya se me había pasado. No tomo, no fumo, no uso drogas, no prendo la tele , no me gusta comprar ropa, no colecciono nada, me truenan los huesos (pero es involuntario), no tengo tics, no soy comedora compulsiva, ya no duermo tanto, ni siquiera me muerdo las uñas, caramba.

Me creía pues, a salvo de los vicios. Sin embargo, ahora conjugo el verbo creer en pretérito por culpa de mi tío Armando (típico del vicioso, le echa la culpa a otros). Mi vicio es el juego. Hace unas semanas mis tíos me estaban dando un aventón a casa cuando mi tío mencionó el Sudoku. Debo confesar que no le puse toda mi atención porque mi tía, novel del volante, estaba cambiando de carril y yo, nomás por no dejar, quería ver si no nos íbamos a estampar. Decidí esperar a que el periódico indicado cayera en mis manos de manera fortuita para ver mero de qué se trataba, pero unos días después se me ocurrió buscarlos en la red. Encontré uno, lo puse en una hojita de excel, le di formato a mi cuadriculita, me hice unos comanditos para ver automáticamente la lista de números faltantes por columna y por línea, lo resolví y ahí se amoló la cosa. Me encantó.

En papel los he resuelto en el metro, en la cama, en el parque, en clase de Análisis Multivariado y mientras hablo por teléfono. Cuando estoy frente a la computadora es peor, siempre me digo "Después de este empiezo la tarea". Hace rato me puse un pasón: cuando escribí el post anterior (hace como 8 horas) bajé unos cuantos, p'al fin de semana. ¡No he hecho otra maldita cosa en todo el día! Bajé 2 "normales" y media docena de "muy difíciles", para que me duraran. Ya me los eché todos. Con todo y que me estaba doliendo la cabeza no me levanté hasta que los acabé. Me dormí un ratito, me hice de comer, me vine al estudio muy resuelta a hacer la tarea y de inmediato pensé "¿y si bajo otros?".

Mentí, todavía estoy para vicios.

:::

P.D. Esta es para geeks. Si ponen "smoking" y "drinking" en Google Sets, se van a morir de la risa con el último de la lista.

Variopinto

Dentro de mí hay muchísimas cosas que quisiera no ver: tristezas, debilidades, miedos, contradicciones, dolor, odio, soledad, humillación.

¡¿Y qué?! Si alguien mira para adentro y no encuentra nada de eso, ya puede saltar por la ventana y esperar que su nave nodriza lo teletransporte y lo salve del madrazo: es un marciano. Yo no. No soy perfecta, no soy de acero. Si me hieren, sangro. Sé que por mucho tiempo he estado tratando de convencerme de lo contrario, pero no funciona. Creí que era buena estrategia de autocuidado, pero es mentira: no sirve de nada. Lo bueno es que ahora sé eso.

Y también tengo cosas buenas. Cantidad. Pero no los voy a aburrir con esa parte.

viernes, septiembre 22, 2006

Estás loco

Nunca has rezado por mí, eres frágil, temperamental, te crees omnisciente. Pero no hay nada que puedas arrebatarme. Puedes seguir bailando en la disco de cualquier lugar.


Lo regalado es mío y se acabó, no lo devuelvo...

miércoles, septiembre 13, 2006

Happiness

El otro día contesté el teléfono:

- ¿Bueno?
- Hola, mi amor.
- ¿Quién habla?
- Ah, perdón. Me equivoqué de número. Estaba marcando para lo de un trabajo, pero no importa. Me llamo Ricardo, ¿Te molestó que te dijera mi amor? Porque fíjate que a mí me gustaría que...

Pensé en Philip Seymour Hoffman pegando una postal en la pared. De inmediato colgué.

lunes, septiembre 11, 2006

Repaso

Tengo el corazón entumido, fuera de práctica. Cubierto de moho y oculto debajo de un montón de escombros. Se comporta como esos animalillos que huyen de la luz y excavan y excavan para hundirse cada vez más. Es un cobarde.

¿Por qué desconfío de las mujeres altas? ¿Por qué me agradan los hombres de manos alargadas? Manos como las de mi padre, al que vi por última vez hace ya tantos años. ¿Cómo es reír como una niña? No lo recuerdo y sé que alguna vez lo hice. Reír, volar, estar en el aire girando y sintiendo la brisa corriendo entre mi cabello, revolviéndolo. ¿Hace cuánto murió? ¿Hace cuánto lo enterré?

Sé que debieron existir días así, días de mirar mis manos e imaginar mundos extraños sin fin, lejanos y bellos por los que podía caminar con solo desearlo. Mis manos, tan ajenas a mí, casi con vida propia. Solo tenía que dejarme llevar un poco por ellas para empezar a construir, a tocar, a sentir a través suyo el mundo allá afuera, el mundo aquí dentro. Podía estar así largo rato, ensimismada, pensando, sintiendo, reconociéndome. ¿Son estos los recuerdos de otro? No, espero que no.

¿Cuándo dejaré de huir? ¿Cuándo dominaré ese pavor al abandono? No tengo miedo a romperme, temo que cuando vaya a juntar los pedazos no encuentre ninguno, tengo miedo a disolverme y perderme en el infinito, sin forma, sin peso, sin luz.

Quizá hoy me detenga y lo intente, quizá la sonrisa que devolví hoy no me haga daño. Quizá este calor que siento en el pecho no desaparezca mañana, quizá las lágrimas tengan esta vez otro sabor.

domingo, septiembre 10, 2006

Frente al espejo

Los escritores cuentan con el relato autobiográfico; los pintores tienen el autorretrato. La opción de escultores, fotógrafos, cineastas es también natural.

Pero, ¿y los músicos?

sábado, septiembre 09, 2006

Solaris

Si estuviera allí, yo misma vendría a hacerme compañía.

viernes, septiembre 08, 2006

Tres cuentos

Así se llama el último libro que terminé de leer. Son tres pequeñas historias autobiográficas sobre la infancia de Truman Capote. Están plagadas de belleza y armonía. Lo poco que dice sobre la relación con sus padres es el perfecto cimiento psicoanalítico para el modo en que el autor vivió sus últimos días. También podría explicar el esnobismo y glamour con el que buscó rodearse siendo un adulto, si se considera la miseria y aislamiento en la que pasó sus primeros años. Del origen de su genialidad indiscutible, ni pista.

jueves, septiembre 07, 2006

¡Pésimo!

Así estuvo el concierto de los Babasónicos anoche. No hay mejor palabra para describirlo. Debí presentirlo desde el retraso que hubo al inicio. Los primeros minutos pasaron sin problemas, incluso algunos asistentes que llegaron con retraso se felicitaban por no haberse perdido nada.

Cuando por fin subió el telón pudimos verlos en medio del escenario, estáticos, envueltos en unas túnicas color púrpura. Empezaron a tocar Ciegos por el diezmo y yo estaba feliz sintiendo como mi pecho vibraba con el sonido que traían. Era increible, distorsionado pero potente, igualito que en las tardeadas de la prepa. Cuando empezaron los acordes de Sin mi diablo, la emoción era insuperable, el público empezo a saltar y corear. Cuando todos gritamos emocionados "la verdad es que no soy nada sin mi diablo" empezó el desastre. No, Adrián no había hecho el silencio para dejar que su público estallara y las luces no se habían apagado para darle mayor dramatismo al momento: la subestación eléctrica del Auditorio se había rostizado.

De ahí ya no se pudieron levantar. Adrián se había largado del escenario haciendo un justificadísimo berrinche mientras todos, tecladista de la banda incluido, nos mirábamos perplejos. Cuando se reanudó el espectáculo el ambiente era tenso. Cierto que le estaban echando ganas pero la chispa se había disipado por completo.

Todas las rolas que tocaron fueron de sus tres últimos álbumes, excepto Corralcarraza del Trance Zomba. Traían unos arreglos con sonidos más bajos y percusiones más contundentes; sonoros y menos melódicos. Por mí no había bronca, aunque sí se extraño el sonido suavesón en Curtis. La iluminación era muy escueta, bastante inferior a la que trajeron la última vez al Metropolitan. La imagen en las pantallas era blanco y negro, con una fotografía que por momentos (y en el mejor de los casos) me hacía pensar en el Show de Ed Sullivan.

Insisto, todo fue cuesta abajo. Por más que Adrián brincaba, bailaba, jugaba con el pedestal del micrófono y demás, no se podía quitar la maldita cara de fastidio. No veía la hora de acabar. Hacia el final estaba francamente hostil con el público. Creo que no debió salir al encore (¿así se dice?) de tan mala gana. Y la verdad es que no se lo estabamos pidiendo ansiosamente. Si nadie se movió de su lugar fue por lo extendido del convencionalismo, se tenían que aventar unas rolas más.

Una de las ventajas de haber pagado 550 varos fueron ver a Diego Tuñon (en mallitas glam y toda la cosa) y a Mariano Roger tan de cerquita. Los dos (a la izquierda como siempre) están increíbles. La otra fue que tener a Anónimo junto a mí, viendo el concierto muy atento con las manitas metidas en los bolsillos. 15 segundos fatuos, los de seguridad se lo llevaron enseguida porque se nos venían encima una avalancha de chamaquitas.

Pero lo verdaderamente genial de la noche fue escuchar Irresponsable sin que mi corazoncito se inmutara.

martes, septiembre 05, 2006

Esta noche

Sobre la pierna derecha tengo un lunar, un moretón y un tatuaje.

lunes, septiembre 04, 2006

No hallo el modo

Necesito detenerme y pensarlo un poco. Es que mi administración del tiempo es en serio desastrosa. Veo cómo cada día se me escurre de las manos, como las horas pasan y se van prácticamente en vano. Casi extraño tener que cumplir con los horarios de la chamba (!¡). Creo que el principal problema es aún no he creado puntos de referencia. Antes era más fácil porque sabía que tenía que trabajar de 9 a 6, que los sábados y domingos eran para descansar y que las noches eran como cajitas donde poner los misceláneos. Ahora simplemente no sé. Mis fines de semana se han alargado y se desdibujaron sus funciones; pierdo el dinamismo anterior de las noches al saber que puedo alargarlas sin problemas (sí, cómo no); pero lo peor son las mañanas, ¡¿dónde están?!

Además el ocio me hace sentir culpable. No puedo simplemente sentarme y leer. Cuando lo hago en el metro no hay conflicto porque no hay más nada que hacer. Es más, me da la satisfacción adicional de saber que hago dos cosas a la vez: viajar y leer. Con mis obligaciones no me comporto mejor: hoy terminé la tarea de Metodología al cuarto para la hora.

Lo dicho, creo que todo es falta de referentes. Espero crearlos pronto y dedicarme a cuestiones menos pavotas, pero que conserven la simplicidad de los clásicos. Por lo pronto, hoy me iré a dormir temprano.

sábado, septiembre 02, 2006

Sin duda

Ayer corrieron el vino, las risas, los abrazos, las bromas, las lágrimas, las historias, la vida.

Los amigos son lo mejor.

jueves, agosto 31, 2006

Inferencia

Según el Inegi, en el año 2000 había 5,799 personas por kilómetro cuadrado en la Ciudad de México. Es la mayor densidad de población del país. La población que nos rodea en el kilómetro cuadrado ambulante que siempre existe a nuestro alrededor no está conformada por individuos cualesquiera: están nuestros amigos, familiares, cuates, vecinos, compañeros, conocidos, transeuntes sonrientes y demás. Personas con las que hablamos, en las que confiamos, a las que queremos, con las que reímos y a las que saludamos todas las mañanas. Podemos realmente decir que no estamos solos.

En noches como la de hoy me parece que tal razonamiento es totalmente inútil porque ninguna de esas 6 mil personas va a darme un beso antes de dormir.

miércoles, agosto 30, 2006

Fruslerías

El sábado planté 12 semillas de lechuga. Al día de hoy 6 de ellas ya tienen dos hojitas bien diferenciadas, 2 solo una hojita, un par más apenas tienen la pura radícula y las otras ni me pelan.
:::
El table que está a un lado de mi casa tiene un nuevo presentador para las chicas. A ver cuanto le dura el entusiasmo.
:::
¿Alguien me puede ayudar a hacer a Ludovico más chiquito? Y, ya entrados en gastos, que aparezca un poquito más abajo, por favor.
:::
De chiquita mi mamá y mi hermano me corregían con tanta vehemencia cuando confundía "actitud" con "aptitud" que llegué a pensar que alguna de las dos (creo que aptitud, no me acuerdo) era grosería.
:::
La semana que entra es el concierto de los Babas. ¿Me vuelo la clase de Muestreo o nomás me salgo temprano?
:::
Apenas fui al Museo de Arquitectura. Lo mejor fue ver tan de cerca las vigas de las cúpulas de Bellas Artes.
:::
Ya van varias veces que olvido traerme el DVD de American Splendor que está en Xalapa. A ver si en esta sí me acuerdo. También quiero ver High Fidelity, pero esa no la tengo.
:::
Creo que me intoxiqué con el aderezo de cilantro que preparé el fin de semana. O quizá con otra cosa, porque ninguno de los otros comensales me ha reclamado. El caso es que sigo llena de ronchitas.
:::
Tengo un relajo con mis libros. Algunos no los encuentro pero tengo en el librero un par que yo no compré (¿?). También me he dado cuenta que hay repetidos algunos títulos de Las 100 joyas del Milenio.
:::
Después de 4 meses de denodados esfuerzos con mi violín, ya puedo tocar Estrellita, estrellita en 4 versiones: 3 bien y una beta.
:::
Ya van 2 mañanas que José y el gato del balcón de enfrente se echan un duelo de maullidos. Parecen Jorge el bueno y Pedro el malo.
:::
La última vez que fui al mercado me pareció un escándalo pagar 1 peso por cada tallito de apio y sigo sin saber porqué.

martes, agosto 29, 2006

Inevitable

El domingo vi To kill a mockingbird, película hecha en 1962 basada en la novela homónima con la que Harper Lee había ganado el Pulitzer el año anterior. La principal referencia con que yo contaba sobre la película (de hecho, la única) venía de Superman: Cuando el Superman de a de veras se repone de la madriza que le pone Doomsday, Lois Lane está tan confundida que no cree que se trate del auténtico. Así que éste le dice una serie de cosas que solo ellos podrían saber. Aparte de mencionarle algunas intimidades, le recuerda que esta película es su favorita.

Mientras la veía no dejaba de pensar "¿de qué trata todo esto?". Aunque algunos dicen que el tema es el racismo, la tolerancia, la inocencia y demás, yo me inclino a creer que el eje de todo es el respeto a uno mismo; el respeto a los demás se da como una consecuencia. Atticus Finch no hace más que respetarse de manera profunda: respeta sus deseos, sus propios silencios y es congruente consigo mismo. No es ningún paladín, no pretende rescatar a nadie ni salvar al mundo. Solo se concentra en vivir su vida como cree que vale la pena vivirla y sin mayor alharaca. Por eso no levanta la cabeza cuando abandona la corte. Pese a su apariencia apocada y solitaria, se trata de un hombre decidido, con una juventud quizá convulsa y, muy a su manera, apasionado.

Me acordé de mi abuelo. Siendo apenas un adolescente, renunció a una herencia considerable con tal de poder continuar sus estudios fuera de casa. Trabajó con esmero y dedicación como maestro y director de escuelas rurales, fue presidente municipal, brasero y dueño de las tiendas más grandes y prósperas que sus pueblos adoptivos hayan visto jamás. Abandonó todo para irse al extremo del país por tener roto el corazón, aunque también llegó a ir al altar por el sencillo hecho de haber perdido un volado. Tuvo 8 hijos y muchos nietos. Prestábamos atención cuando él hablaba porque nunca lo hacía en balde. De carácter enérgico, afable y con una memoria impresionante (sabía los nombres de los ríos del país, se los habían enseñado en la secundaria), murió en paz consigo mismo algo antes de cumplir los 90 años. A sus exequias acudieron gran número de personas que, aunque con seguridad lo estimaban, primordialmente lo respetaban. No podía hacerse más con un hombre así.

domingo, agosto 27, 2006

Have you

ever told to a girl "I'll call you later"? Have you ever heard that? How do you feel when you receive no call at all? How do you feel during that couple of weeks that you spend waiting and wondering if you should call him back? How do you feel when you decide to start again trying to think that it's ok because you both didn't go so far from the begining? How do you feel when months later you hear his name in a casual party and you try not to pay atention because you are beyond all that, and suddenly somebody say "Gosh, he's as younger as us, but he is already dead"? How do you feell when you realize he died the very same night that he left you in front of your door with a tender kiss? How do you feel?

Shocking, isn't?

sábado, agosto 26, 2006

Años

¿Y si nunca nadie sale bajo la lluvia a traer levadura mientras yo hago pastel de ciruelas?

jueves, agosto 24, 2006

José

José me preocupa. Ya van dos veces en la última semana que se orina fuera de su arena. La primera vez lo hizo con total descaro, en mi cara. Quedé tan sorprendida de su desfachatez que ni alcancé a reaccionar. Solo manoteé incoherentemente, si se puede. En cambio él, ni me miró. En aquella ocasión justifiqué sus acciones (y de refilón las mías): su arena no estaba en las mejores condiciones y esa era su manera de protestar ante mi descuido. Vaya y pase.

Ayer volvió a hacerlo y debo decir que su arenero estaba impecable. Esta vez no lo pesqué con las manos en la masa, pero no hacía falta. Mientras limpiaba me acordé de Giuseppe, el gato de una amiga muy querida. Giuseppe gustaba de esta clase de happenings. Traía en jaque a toda la familia; nunca sabían ni cuándo ni dónde iban a encontrar la siguiente sorpresa. Mi amiga atribuía todos estos episodios a la avanzada edad del minino. De inmediato pensé: “Pero Giuseppe sí estaba viejo, en cambio José solo tiene...”. Ahí me paré en seco y empecé a hacer cuentas. Brenda trajo a José un febrero, pero no recuerdo con exactitud de qué año. Fue cuando Hugo y yo vivíamos en el centro y creo que cuando estalló la huelga José ya estaba en casa. Eso ubica su arribo en el 99. Sin embargo, no llegó recién nacido; según los cálculos de Brenda, José tenía unos dos años en aquel entonces. Eso lo coloca en las puertas de su décimo aniversario. Es como si cualquiera de nosotros estuviera a punto de cumplir 60 años.

Llegué a pensar que José no hacía más que reclamar su territorio, no solo en el espacio sino también en el tiempo. Ahora estoy más en casa y eso quizá lo desconcierta. Cierto que le aprovecha la mayor oportunidad tengo de apapacharlo, pero hay días en que no hago más que moverlo de un lado para otro y no lo dejo dormir en paz. O quizá la segunda ocasión no fue él, sino aquel gato pardo que a veces baja en busca de comida. No lo sé, quizá haya otra explicación. Creo que si trato de sacarle la vuelta a la cuestión de su edad es porque me hace pensar en la mía.

Hay días en que nuestra convivencia se torna difícil. Él quiere entrar al estudio, que es donde yo paso la mayor parte del tiempo, pero no puedo permitírselo debido a su afición a roer cables y rasgar papeles. A veces quiere acomodarse en mi regazo justo cuando voy a levantarme o yo quiero ocupar el sillón donde él está dormido. Además, con mis nuevos horarios, he retrasado su bocado casi dos horas y eso debe parecerle una falta imperdonable.

También pienso en mis planes. Si me voy de viaje, ¿dónde encontraré alguien que venga a cuidarlo, a ver por él y dejarlo estar, en el entendido de que la casa es de él, de José? ¿Y si algo le pasa cuando yo no esté?, ¿y si al regresar él no está más? En esta ocasión sólo se trata de un mes o así, pero ¿que pasará cuando mi ausencia sea más larga?

Lo quiero y no lo quiero. José es una constante alrededor de mí, estoy acostumbrada a él. Reconozco que nunca lo he mimado ni consecuentado demasiado, no soy muy dada a las demostraciones de cariño. Pero me gusta saberlo a mi alrededor y él cuenta conmigo en todo momento. Cuando se ha enfermado o lastimado, cuando no ha vuelto a casa, he estado con el alma en un hilo. Me gusta oirlo ronronear y que camine sobre mí en las noches. Tampoco me importa que me arañe cuando lo cepillo; me doy cuenta cuánto lo disfruta y soy incapaz de negarle ese placer. Ya cicatrizarán las heridas.

Lo nuestro me hace pensar en lo que decía Rilke: “dos soledades protegiéndose, completándose, limitándose e inclinándose una ante otra”. No hago mas que idealizar, lo sé. Pero es mi gato. No, no; no es mi gato. Es José. Y últimamente me preocupa.


sábado, agosto 19, 2006

Deudas

Tengo dos grandes cuentas que pagar, dos pendientes que quedaron de En la ciudad: dos comentarios sin respuesta de mi parte (¡soy una facha!).

El primero se remonta al lejanísimo abril de este año. Sullenboyxx se declara, como yo, fan de Aurora y la Academia. Ya pensándolo un poco, debo decir que yo más bien soy fan de su disco debut, porque lo que sacaron después ni lo he escuchado. En fin, ya me he dado una vuelta por el blog de este muchacho y me dejó un buen sabor de boca, amén de varias sonrisas. Espero que nos volvamos lectores habituales mutuos.

El otro comentario es de... no sé, porque no dijo. Se trata de una duda culinaria que, lamentablemente, no estoy capacitada para resolver al cien por ciento (pero se lo hubiera dicho desde que me preguntó, ¿verdad?). El punto es que esta chica (y lo del género es pura suposición porque los hombres también cocinan, o por lo menos eso dicen) preparó pozole con maíz precocido, que yo nunca he utilizado. Por lo que me han dicho, esta presentación de maíz te ahorra el primer paso de la receta que es hacer el nixtamal y de ahí en adelante todo se debería hacer igual, tiempos de cocción incluidos. Me llama la atención su comentario de que el maíz no se abrió. Yo supondría que si el maíz ya está nixtamalizado, ya debería estar abierto. Que no haya salido rico pudo deberse a varias razones, pero lo primero que yo revisaría sería la selección de la carne. Para conseguir un buen pozole tiene que haber de todo: carnita, gordito, macizita y, sobre todo, huesitos. Estos últimos son básicos para darle sabor a todo el caldito, aunque nunca lleguen al plato de los comensales. Lo bueno es que septiembre está a la vuelta de la esquina, así tendremos un pretexto patrio para intentar la receta otra vez. Ojalá te queden ganas.

viernes, agosto 18, 2006

Volviendo sobre mis pasos

El otro sábado tuve antojo de pan dulce. Salí rauda y veloz con la esperanza de encontrar el puesto que se pone en Matamoros y Allende. La tarde era muy agradable, fresca y con un poco de viento. No recuerdo sí ya había llovido, pero el aire olía a tierra mojada.

Tuve mala suerte con el puestito. Quizá por ser sábado no estaba. Como mi antojo era grande (ya hasta me había imaginado mi concha de chocolate) y aún había luz, decidí buscar una panadería. Mi primer impulso fue jalar hacia Tlatelolco, pero vagamente empecé a recordar que Hugo y yo conseguíamos pan por La Lagunilla. Eché a caminar por Allende tratando de hacer un repaso mental de lo que encontraría más adelante. Cuando iba por la nevería (Allende esquina Libertad. La mejor nieve de limón de la ciudad a solo 5 pesos el vasito. Insuperables sabores de infancia.) el recuerdo se hizo más claro. Sabía que más adelante y a no muchas cuadras iba a encontrar una panadería grande.

Crucé el Eje 1 con cierto recelo, pero al poco me fui fijando en los negocios que subyacen debajo de los puestos ambulantes: un taller de composturas para trajes de charro, un restaurante de comida yucateca, un expendio de café de grano. Iba yo muy sorprendida de encontrar vida allí abajo cuando de golpe,
en la esquina de Ecuador, me encontré con los grandes vidrios de la panadería El Fénix.

El lugar es inmenso. Al fondo tiene una vinatería, venden quesos, carnes frías y abarrotes. También tienen una sección de pollos rostizados y la panadería en sí es bastante grande. Estuve dando vueltas entre los anaqueles sin saber qué escoger. Al final me quedé con dos conchas de chocolate, un moño azucarado y, mi gran despilfarro, un triangulito de pay de queso con fresas. Salí de ahí muy feliz después de haber pagado la exhorbitante cantidad de 13 pesos.

De camino a casa lo recordé todo. Este mismo recorrido lo había hecho con Héctor en varias ocasiones hace ya más de 10 años. Llegamos a ir en noche cerrada, salíamos con el tiempo justo para regresar a ver la película del once. Teníamos que andarnos con cuidado, no porque nos fueran a asaltar sino porque las obras de la línea 8 estaban en su apogeo y había hoyos, tablas y material de construcción por doquier y podíamos caernos. A mí me parecía poca cosa andar a esas horas metida en Tepito. ¿Por qué iba a importarme? Estaba con mi hermano y si él decía que estaba bien yo estaba de acuerdo. Cierto que éramos un par de mocosos, pero nunca fuimos irresponsables el uno con el otro. Así que caminar con él me daba una confianza y seguridad tácitas. Nada me importaba.

Fui pensando en todo ello hasta que entré en la casa. Vi la sala y recordé cómo estaban los sillones y la tele acomodados en ese entonces; la pequeña mesa donde comíamos, cerca de la ventana; y los libreros atiborrados, en el otro rincón. Lo recordé tendiéndose en el sillón, satisfecho con su cena y listo para desvelarse, conmigo.

Ese día el pan me supo diferente. No creo que haya sido porque lo compré en El Fenix.

---

Hace días que pospongo publicar esta entrada, escribirla siquiera. Me daba miedo estar otra vez sola frente al teclado y la pantalla en blanco. Además había perdido la ruta que tenía en En la ciudad y no sabía si continuar o cambiar el rumbo. Cierto es que solo anduve cinco meses por allí, pero todos esos post los releo con gran cariño. También me daba pena y algo de tristeza ver ese sitio tan abandonado, casi podía verle el polvo acumulado encima, y sentía la necesidad de hacer algo por él, rescatarlo quizá.

Despúes de respirar hondo y profundo decidí abrir este nuevo sitio y empezar de nuevo, como ahora hago con muchas otras cosas. Todos necesitamos aire fresco de vez en cuando. Espero no extraviarme esta vez. Para eso están los puntos cardinales.