jueves, diciembre 20, 2007

El salar de Uyuni

Si hay algo que no quiero repetir es pasar mi cumpleaños haciendo un viaje en camión. El 2 de enero salí con rumbo a Uyuni a las 7 de la mañana. Después de mis primeras experiencias con los transportes terrestres bolivianos no me pareció una exageración pedir en cada boletería de la terminal que me mostraran los camiones con los que prestaban sus servicios. Después de haber hecho enojar a más de una dependienta elegí para este viaje una empresa con camioncitos amarillos bastante decentes. A las 10 llegamos a Potosí donde haríamos escala por un par de horas. Aprovechando que ya conocía el lugar me fui rápidamente a probar suerte con la Casa de Moneda y a conseguir algo de comida. A mi regreso, cual no sería mi sorpresa al ver mi mochila hasta arriba de un camión tanto o más feo que todos los que había despreciado en Sucre. Me eché a reír de buena gana. Por lo menos habían respetado mi lugar junto a la ventanilla.

Las sorpresas no acabaron ahí. A pesar de que Uyuni es cabecera de departamento, la mejor ruta de acceso es una terracería; muy mala, por cierto. Además ésta era una corrida con pasillo. Esto quiere decir que no solo dejan subir a tantas personas como asientos haya, sino que también le permiten el acceso a todo aquel que pueda acomodarse en el pasillo. Nunca averigüé, pero supongo que dicha modalidad de servicio debe ser bastante barata porque la gente se hacina de manera impresionante.

Llevábamos casi tres horas de dar tumbos entre el polvo y las piedras cuando el camión se detuvo en medio de nada y los pasajeros empezaron a bajar rápidamente. Ante mi mirada de desconcierto alguien dijo "el chofer va a comer" y me bajé también. A un lado del camino había un pequeño cuarto de ladrillo gris y algunas otras paredes derruidas. Casi todos habían entrado ahí, pero el olor que profería el lugar era tan denso que me puse a buscar una piedra que estuviera a la sombra para sentarme. Después de 45 minutos de espera recordé la respuesta de la chica que me vendió el boleto cuando le pregunté a qué hora llegaríamos a Uyuni. "Entre 6 y 7 de la noche, depende del chofer." En aquel momento yo había asumido que se refería a que cada uno manejaba a velocidad diferente, pero después de semejante espera caí en la cuenta que el verdadero factor de peso era que cada uno comía a velocidad diferente.

En Uyuni, el pueblo, no hay nada. De veras nada. Pero eso era lo de menos, porque conseguí lo que quería: una rebanada de pastel para celebrar mi cumpleaños esa noche y un paseo por el salar para el día siguiente.

miércoles, diciembre 19, 2007

Cambio de año

Tengo por costumbre tomar un día del año para no hacer absolutamente nada. Esta vez le tocó al 1 de enero. No tomé fotos, no revisé mi correo, no escribí nada. Pero hice un poco más que en otras ocasiones.

A las 10 de la mañana estaba en la azotea del hotel lavando mi ropa. No crean que me desmañané ni que me la pasé mal; en lo absoluto. A pesar de haber bailado hasta la madrugada, bebido cuantas caipiriñas pude pagar y pasado un frío del demonio que no me dejaba conciliar el sueño, abrí los ojos bien temprano. No tenía sueño, el día se veía lindo y decidí aprovechar el tiempo. Después de haber estado jugando un rato con la espuma, al medio día me senté a ver como se secaba mi ropa. A mi alrededor no se escuchaba un ruido, todos seguían durmiendo. Para no molestar a nadie me tomé mi lechita y mis galletas en absoluto silencio. Traté de sintonizar alguna estación de radio, pero no encontré nada interesante. Recuerdo bien el sol claro de esa mañana, era tan tibio que quizá hasta me quedé dormida en mi silla.

Más tarde fui a un parque a ver pasar gente. Miré parejas de novios, niños en bicicletas y algunas beatas. Luego caminé por las cercanías del mercado y reconocí algunos rostros de la noche anterior. Yo debía lucir igual, con unas ojeras terribles pero sonriente. No hablé con nadie, no tenía ganas de pronunciar palabra. Di vueltas y más vueltas. En la noche me compré unas salchipapas (que son exactamente lo que se acaban de imaginar), me las comí en mi cuarto y me dormí.

martes, diciembre 18, 2007

Tarabuco

En vista de que el primer día del 2007 no habría manera de moverme de Sucre, me dispuse a explorar los alrededores. El 31 de diciembre fue domingo, día de tianguis en Tarabuco, un pueblo cercano a la capital constitucional. Allí pasé casi todo el día.

El tamaño del lugar, sus calles, su movimiento efervescente y recatado, como de esa gente que corre en pequeños pasos o se ríe con pena cubriéndose la boca, me recordaron ligeramenta a Alcozauca, el pueblo de mi madre. En mi nostalgia incluso encontraba semejanzas entre el acento de los bolivianos y el de los habitantes de la montaña de Guerrero. "Nada más falso", me decía.

Tarabuco tiene una pequeña plaza frente a la iglesia y en esas aceras se desparraman puestos callejeros que venden desde zapatos para niños hasta machetes, pasando por remedios caseros y algunas curiosidades. Después de caminar me compré un helado y me senté en una banca. Desde ahí vi como unos novios salían de la iglesia, conté cuántos perros traían un trapo rojo en el cuello y despaché amablemente a más de un pedigüeño antes de regresar a Sucre.

Fue bonito el lugar.

lunes, diciembre 17, 2007

El cerro rico del Potosí

Fui de Sucre a Potosí con la intención de estar solo unas horas. No sabía mucho de aquel lugar, pero había decidido pasarme el año nuevo en la capital constitucional, así que mi visita era de pisa y corre. Quería dar una vuelta por el centro del lugar y visitar una mina, no más.

De la ciudad me decepcioné bien pronto. El lugar no era nada lindo y los edificios como la catedral y el cabildo estaban siendo remozados (refaccionados, como dicen allá). Pronto encontré un paseo hacia el cerro del Potosí y esperé conforme la hora en que iniciaría.

Eramos seis turistas en total. Todos excepto yo, teutones. Uno de los guías hablaba fluidamente en alemán con los cuatro que iban en grupo mientras el último conversaba conmigo en un español acre, pero muy bueno. Para mi sorpresa, la combi en la que íbamos se detuvo de pronto en una calle cualquiera cuando se suponía que nos dirigíamos al Cerro. No se veía nada alrededor, ya no digamos una plaza, ni siquiera una tienda. Nos condujeron hacia una puerta desvencijada y desconfié de la situación. No me pregunten porqué, pero me tranquilicé cuando vi a uno de los guías saludando cariñosamente a un perro.

Al fondo de la casa había un cuarto con pertrechos para mineros. Nos repartieron casacas y pantalones para cubrir nuestras ropas, cambiamos nuestros zapatos por botas de hule y nos ajustaron cascos con sendas lámparas y pilas, éstas últimas, pesadísimas. Nos veíamos ridículos.

De vuelta a la combi creí que, ahora sí, iríamos al cerro. Falso. Nos detuvimos en una calle muy animada con varios comercios y gente yendo de arriba abajo. Ahí me di cuenta que había dos niñas con nosotros, eran hermanas de uno de los guías. Ellas, el alemán con el que había estado platicando y yo entramos a una de las tiendas donde apenas cabíamos. El lugar era oscuro y tenía viejos anaqueles de madera ennegrecidos por el tiempo. Había cartuchos de dinamita, bidones de combustible, botellas de alcohol y cantidad de otros objetos amontonados aquí y allá. El alemán gastó una cantidad decente de dinero en una serie de cosas que el guía le puso delante. Yo solo pagué 3 bolivianos por una bolsa de hojas de coca.

Ya no hubo más escalas, por fin íbamos al Cerro. El en camino el guía nos contó el modo en el que actualmente se explota éste. Existen cooperativas que controlan uno o varios tiros de la mina. La gente busca asociarse a los que considera más productivos, pero lo único que obtienen es el derecho de acceso porque en realidad no hay organización laboral de ninguna clase. Una vez adentro deben luchar por un espacio para excavar y terminan sacando lo que puedan cargar por ellos mismos. Los más adinerados pueden contratar trabajadores y se las arreglan para ejercer su control sobre las áreas más privilegiadas de la mina, mientras que los más sencillos deben conformarse con los pasadizos más pobres o menos accesibles.

El guía nos contó que su padre había trabajado toda su vida para la misma cooperativa. Él y sus conocidos se cuidaban unos a otros cuando encontraban alguna veta. Se turnaban para que siempre hubiera alguien en el lugar para así no perder el producto de su trabajo, por magro que fuera. Trabajando así, a destajo, el hombre se acabó los pulmones, las rodillas, la piel, los ojos. Al cabo de los años se quedó sin nada. Aunque tuvo oportunidades de dedicarse a otros oficios, nunca las tomó. El guía observó que la gran mayoría de los mineros son como los adictos al juego. Siempre están a la espera de un golpe de suerte que cambie sus vidas para siempre. Entre ellos circulan sin cesar las historias de aquellos que consiguieron cambiar su fortuna gracias a la mina, al Cerro Rico. No les importa si eso ocurrió hace 20 o 30 años, si la riqueza obtenida fue en realidad efímera o si toda la historia no es más que una mentira. Siguen esperando, apostando su vida en ello. Están los que se aferran a un solo tunel, como los jugadores que siempre ponen sus fichas sobre un único número. También hay quienes suben y bajan por los tiros con la misma ansiedad de aquellos que pasean entre las mesas sin poder decidir si harán su última apuesta en la ruleta o en el black jack. Pero esto no es un casino. Aquí no solo se trata de perder dinero, también se deja la vida. Aparte de los incontables accidentes, los derrumbes, las inundaciones; además de la merma constante de la salud, de la continua disminución de las capacidades de la gente, hay otros peligros. No recuerdo si los hechos ocurrieron cuando el guía o su padre eran niños, pero en realidad no importa. Ocurrió un día que dos cooperativas empezaron a encontrar indicios en la tierra de que se acercaban a una veta importante. Quizá de plata, si es que algo queda. Cada día bajaban más mineros para trabajar a marchas forzadas y así poder adjudicarse por completo el derecho del descubrimiento. Pero ocurrió lo peor: aunque por lados opuestos, llegaron al mismo tiempo. Se desató entonces una batalla encarnizada entre los bandos. Todos tomaron partido esperando hacerse con algo de la gloria del vencedor. Potosí se dividió en dos y los enfrentamientos, las peleas, no se hicieron esperar. Bien pronto ocurrieron los primeros asesinatos y las represalias por éstos llevaron a que se cometieran más. Las traiciones también eran frecuentes. Los mineros cambiaban de bando según parecía convenirles. Algunos que creían bajar con amigos no volvían más. Pronto la ciudad se volvió ingobernable. Nadie parecía querer mediar, mucho menos interferir. El poder económico terminó por zanjar la cuestión. Alguien puso más dinero sobre la mesa y terminó llevándose las ganancias. Dicen que siempre es así: el metal deja la tierra, pero la sangre se queda en ella.

Con historias así bajamos a la mina. Subimos antes de lo planeado porque una vez abajo sentí cómo yo iba desapareciendo, cómo cada uno de mis sentidos dejaba de funcionar, cómo mi mente se apagaba, se oscurecía y se negaba a responder. El calor había cerrado mi garganta, el polvo cegado mis ojos y el cansancio antes que el miedo se apoderaron de mi cuerpo. Logré salir porque una pequeña luz quedó encendida en mi cabeza, una ligera conciencia de que eso no era el final. Y tuve razón.

Díganme si no.

domingo, diciembre 16, 2007

¿En qué me quedé?

Reviso mis archivos y descubro con sorpresa que la última vez que subí fotos de mi viaje a Sudamérica fue el 1 de agosto. Al día siguiente di una breve explicación de mi sentir. La releo y aún la comparto, pero me he propuesto eliminar cualquier sentimiento sombrío que ose rondar esa, mi mejor experiencia.

Mañana se cumplirá un año que empecé ese viaje. Para iniciar con el siguiente, que no sé que rumbo tendrá, debo acabar con el anterior de una buena vez.

Estén pendientes.

sábado, diciembre 15, 2007

¡Pista!

Se quejan algunos de mis lectores de que no es fácil seguirle el paso a este blog. Que no hay quien les avise qué onda conmigo, cuándo hay nuevos post ni dónde. Para ellos y para cualquier otro interesado en darle seguimiento a esta página o a casi cualquier otra, tengo algunas soluciones.

La primera es que abran esta página con casi cualquier Firefox o con Internet Explorer (del 7 en adelante, me parece) y le piquen al cuadrito naranja con onditas que sale por ahí. Eso los lleva a una página en la que podrán suscribirse para recibir actualizaciones sobre este lugar.

Otra es que usen Google Reader. Si son usuarios de Gmail u algún otro servicio de Google, pueden personalizar una pestaña de su página de inicio para que aparezcan ahí las alertas sobre las nuevas publicaciones de éste y otros sitios.

Ahora que si quieren algo más exótico, hay dos fosas en las que se pueden echar un clavado y elegir a su gusto. Una está en Wikipedia y la otra en un sitio más especializado.

Suerte (:

viernes, diciembre 14, 2007

Constancia

Por si alguno de ustedes lo dudaba, Dtradd es tridimensional.

Yo ya lo vi (:

jueves, diciembre 13, 2007

Fisura

Odio perder pequeñas cosas. La credencial de la biblioteca, el perfumito de mi bolsa, la pulsera de hilos. Lo que más me molesta es creer hasta el último instante que sé perfectamente dónde están, cuándo las usé por última vez, cuál fue el último día que las vi. Un buen día me golpeo la frente con la hechos y mi certeza desaparece. La realidad se tambalea, se fuga a través de las diminutas rendijas que dejan los detalles insignificantes y ahora ausentes. Los ojos de los demás son indiferentes a esta existencia. Los hechos se desvanecen, se escurren de entre mis manos. Mi percepción se ha vuelto inútil, etérea. No tiene arraigo en el espacio, mucho menos en el tiempo.

¿Qué falta?, ¿qué sigue? ¿Qué más se ha alterado sin que lo note aún? ¿O es que todo sigue igual? ¿Los recuerdos, el pasado existen? ¿Acaso hoy recién despierto y lo demás no son sino impresiones de una ensoñación malsana y falsa? Pero, ¿para qué? ¿Qué sentido tiene? ¿Cuál es el juego y cuáles sus reglas? ¿Qué se debe hacer para ganar, qué para perder? ¿Cómo volver a confiar en lo que emana de dentro? ¿Debo ignorarlo todo?, ¿seguir sin más, como parece que hacen todos? ¿Cómo buscar ayuda en un mundo dónde el único cuerdo no es más que el único loco? ¿Cómo?

lunes, diciembre 10, 2007

Reto

Si alguien logra dejar menos de 33 casillas en blanco sin probar hipótesis ni hacer conjeturas, me avisa.

hard game 36602

sábado, diciembre 08, 2007

Somnolencia

A Cristina, por la idea.

Despierto. Hemos estado toda la tarde en el sol, tiradas en el techo sin nada que hacer. Se oyen los aviones cada cierto tiempo, subiendo y bajando. Eso me arrulló hace un rato. Los perros que se acercaron en la mañana duermen ahora junto a la reja esperando algo de comida. Comida... el chorizo estuvo rico. Se nos quemó por estar platicando, pero no nos importó. Tortillas de mano, pico de gallo, champiñones, jugo de uva. Me faltó agua simple. Tengo sed. Nos trajimos el café con leche acá arriba, pero se enfrió muy rápido. Maldito clima. A cada rato tengo que moverme para que me toque el sol. El cielo está limpio, azulísimo. No hay ni una nube para jugar a las adivinanzas. Acabo de ver que una de mis botas tiene una costura abierta. Mis botas... Las compré justo hace un año, para irme de viaje. El viaje. Hace tanto de eso. ¿Qué haré esta vez? No tengo trabajo, se acabó la escuela. El tiempo pasa sin respuestas. Me siento incómoda, molesta. Un día se va después de otro y yo no hago nada. Pero, ¿nada de qué? ¿Qué quieren los demás que haga? No, esa es fácil. ¿Qué quiero yo hacer? No sé. ¿Entonces? El sol me calienta otra vez. Mejor me vuelvo a dormir.

jueves, diciembre 06, 2007

El T-Rex

Y en mi casa se quejaban de que mi abuela siguiera religiosamente el santoral...














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miércoles, diciembre 05, 2007

¡Fiesta de cumpleaños!

Puede que esté avisando con demasiada anticipación, pero muchos de ustedes van a alejarse de sus computadoras muy pronto para lanzarse de lleno a las preposadas, reuniones de fin de año y todas esas cosas.

La cita para celebrar mis 30 años es el sábado 5 de enero a partir de las 3:00 de la tarde. Va a haber pozole, cigüeñas, piñata y pastel. La fiesta es de gorro, así que tienen que traer algo en la cabeza: unas antenitas, un sombrero, una coronita del burger king, lo que sea. Si se ponen apáticos, a lo mejor no les toca pozole (:

Esperen más detalles en sus buzones de correo.

martes, diciembre 04, 2007

Mi libro

Como no cupo en el buzón, el cartero dejó un mensaje. Los chicos fueron a buscarlo a la oficina central. Viajó cómodo, en el coche había un asiento libre para él. No le dará tiempo de conocer la ciudad; en 10 días tomará el avión. No creo que le de miedo volar, pero es seguro que no se asomará por la ventana. Cruzará el océano y lo tendré aquí, todito para mí.

lunes, diciembre 03, 2007

Esto me hace feliz



¿Y a quién no?

domingo, diciembre 02, 2007

I'm afraid from the sun. It always lies to me. It always says everithing it is going to be all right.

sábado, diciembre 01, 2007

Vacío

Somos nosotros quienes nos ponemos precio.

miércoles, noviembre 28, 2007

Tesina. Se me fue la semana de balde.

Por puro churro acabo de descubrir que mi diagnóstico inicial era incorrecto. Sólo una de las gráficas me da broncas. Lo más extraño es que no se trata de la más grande ni de la última que añadí cuando empezó este jaleo. Mañana veré si hice algo diferente al momento de generarla con R, pero la verdad lo dudo.

Una vez acotado el problema, por fin tengo ánimos de ponerme a hacer la tarea de francés. Y en buena hora, porque tengo exámen la semana que entra.

martes, noviembre 27, 2007

Tesina. A chambear.

Hace un rato mi asesor me mandó un atento y largo correo para decirme, en pocas palabras, que deje de hacerle a la malteada.

Chale.

lunes, noviembre 26, 2007

Tesina. Me lleva el carajo.

El miércoles en la tarde me sentía optimista sobre mi avance. Estaba segura de poder terminar con la nueva sección del segundo capítulo esa misma noche para al día siguiente poder irme a Xalapa con la conciencia tranquila.

A eso de las 6 o 7 de la noche empezaron los problemas: a mi .pdf le faltaban páginas. Carajo. Me puse a poner y quitar secciones de mi archivo para saber un poco más. Después de algunas pruebas me di cuenta que Adobe solo mostraba las primeras seis páginas de cualquier cosa que yo le enviara.

El .log parecía indicar que MiKTeX estaba haciendo toda su chamba, siempre mostraba la línea de con el LaTeX-Result. Al parecer la bronca venía al momento de pintar la sépitma hojita del postscript: "Error: /stackunderflow in --moveto-- bla bla bla..." ¿Y si me brinco el postcript? Ni maiz. Yap se quejaba de lo mismo al pintar el .dvi y el .pdf directo llegaba a 9 páginas pero no pintaba ninguna gráfica.

En ese momento ya me estaba cayendo del sueño y preferí dejar las cosas por la paz. En clase de francés hice una revisión rápida del calendario y me di cuenta que el Gaudalupe-Reyes ya está encima. Demonios, y yo tomándome cuatro días. Le escribí a mi asesor saliendo de clase y me ofreció soluciones plausibles pero extremadamente chocantes: actualizar y, en su defecto, reinstalar.

Hasta hoy pude hacer algo al respecto. Después de dos horas y media puedo comunicarles, sin beneplácito alguno, que nada funcionó. No sé qué otra cosa pueda hacer, el panorama no es muy halagüeño. Espero que mañana se me ocurra algo.

domingo, noviembre 25, 2007

Batalla final

Lo que en realidad me asusta es ser yo quien quede en pie.

martes, noviembre 20, 2007

lunes, noviembre 19, 2007

Asueto

A veces hago como los niños, los días libres me levanto exageradamente temprano.

Cuando eramos chiquitos y todavía vivíamos aquí en el D.F., mi hermano y yo nos bajábamos a la sala a ver caricaturas. Dice mi mamá que desayunábamos plátanos y jugo de naranja mientras ella seguía durmiendo.

Si estábamos en Cuautla nos salíamos al patio. Teníamos particular cuidado con la puerta de mosquitero porque rechinaba feo y se azotaba si la dejábamos irse así nada más. Despeinados y bostezando, iban poco a poco apareciendo el resto de mis primos. Todos bien tapados, eso sí. Esas mañanas las recuerdo mejor. En el aire había cierta bruma, quizá por la hora, quizá por el río cercano. Mi abuelita nos mandaba lejos para que nos despertáramos a nadie. Ella era la única despierta, siempre ha tenido insomnio.

Me gustaba ver el rocío en las hojas y no escuchar nada. En un lugar con casi veinte personas se aprende a valorar el silencio, aunque sólo se tengan seis años. Después me gustaba correr del ciruelo hacia el portón. Bajaba por una pendiente que hoy me parece ridícula para sentir como perdía control de mis pasos, cada vez más acelerados. ¿Y si me tropiezo?, ¿y si me raspo muy feo? Qué bonito es sentir el aire en la cara, el pecho agitado, los ojos fríos. Más rápido, más rápido.

Así hasta que alguien despertaba y me gritaba obviedades: "¡Te vas a caer!". Pero eso nunca ocurrió.

domingo, noviembre 18, 2007

Radio personal

Hace poco instalé last.fm. Bajas un programita, le indicas un grupo o un artista y empieza a tocar música que considera semejante, como si fuera una estación de radio. A veces hace cosas extrañas, como poner a Intocable cuando sintonizas a Café Tacuba, pero nada demasiado grave. Esto me viene bien de cualquier forma porque a veces me aburro de la música que ya tengo, que no es mucha. Si bien hay días en que puedo estar escuchando la misma canción todo el tiempo necesito variedad y los brincos que da esta cosa resultan satisfactorios.

Otra característica que tiene pero que aún no exploro cabalmente es que aprende de lo que escuchas es sus emisoras y se adapta a ti, prestando atención también a tu música de siempre si la escuchas con Winamp o Itunes. Con el tiempo genera una lista de sugerencias y una estación que sintoniza lo que más te gusta. A ver si es cierto.

sábado, noviembre 17, 2007

El alimento que me falta

No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero desde hace mucho tiempo tengo problemas con qué y cuánto como.

Recuerdo que cuando estaba en la universidad me pasaba días sin comer, un par como mínimo. No quería bajar de peso ni nada semejante, aunque eso ocurrió de cualquier forma. De hecho no estaba muy conciente de lo que hacía, sólo pasaba. Esos periodos estaban combinados con unos atracones fenomenales. No era que el hambre acumulada me fustigara repentinamente. A veces pasaba que mi hermano empezaba a prepararse algo y yo andaba por ahí. Como los adolescentes son muy prácticos hacíamos una sola cosa rica y abundante. Pasta, huevos revueltos, chuletas ahumadas, lo que fuera. Me sentaba y me lo comía todo. Así nomás, un poco sin chiste.

Mi novio de entonces se encargó de ir enderezando las cosas. Me preguntaba si tenía hambre, cuántas horas llevaba sin comer y me sentaba a la mesa, muchas veces en contra de mi voluntad. Empecé a cocinar con más cuidado y a llevar un poco de orden por cuenta propia. Tengo una caja llena de revistas de cocina que empecé a comprar por esa temporada. Las hojeaba buscando cosas que valieran la pena y que de veras se me antojaran. Así era más fácil, pero todavía tenía problemas. Me costaba trabajo ser consecuente con mis sensaciones: comer si sentía hambre, detenerme cuando ya no. Esa es todavía una de mis dificultades.

Cuando estuve casada no tuve muchos problemas. Todo fue bastante tranquilo. Cocinaba y comía tan regularmente como mis estudios de maestría me lo permitían, pero era cotidiano hacer dos comidas decentes. De vez en cuando intentaba huir de la mesa del desayuno, pero en casa no me daban oportunidad. Pese a todo, era común que despertara con naúseas y ganas de vomitar. Imagino que mis jugos gástricos empezaban a hacerme daño, pero no todo el que hubieran podido si yo hubiera seguido sin comer.

Ahora que lo pienso, el inconveniente de esa temporada fue que me acostumbré a que me dieran la comida. Mi mamá, mi suegra, mi marido, la mesera o el taquero, alguien ponía la comida delante de mí, mucha o poca, y yo no chistaba porque tenía que comer. Nunca nadie me decía que me detuviera ni a mí se me ocurría, pero empezaban a hacerse más frecuentes las ocasiones en que comía demasiado.

Caí definitivamente en el extremo opuesto cuando me divorcié. Recuerdo que llegaba del trabajo y me sentaba en la cocina con una bolsa de pan y un tarro de miel, un bote de helado o la caja de zucaritas y la leche. Lloraba y comía, comía y lloraba hasta que me caía de sueño. Al día siguiente salía de casa sin desayunar, me la pasaba picando entre comidas, a medio día compraba cualquier cosa y en la noche me acomodaba en la cocina otra vez.

Dejé de cocinar por mucho tiempo. Sí me preparaba algunas cosas era porque el sabor de la comida rápida o de fonda siempre me ha cansado más o menos rápido. Pero sólo hacía algún guisado cada 10 días o así. Ya no había orden, ya no era constante. Las veces que me propuse regresar al buen camino iba de compras como solía hacerlo, pero el impulso se me acababa pronto. Al poco tiempo las verduras se ponían amarillas o la carne empezaba a oler mal. La mayor parte de lo que había metido en el refrigerador terminaba en la basura.

Luego empecé a preocuparme por mi peso y me volví ansiosa respecto a la comida, a sentir culpa por comer. Hace no mucho estuve viendo a un nutriólogo. Aprendí qué es lo que tengo que comer y porqué, al grado que reconozco rápido y bien los grupos de comida, las porciones que debo comer y todo eso. Sin embargo me cuesta mucho trabajo apegarme al plan, sobre todo si estoy en compañía. Acepto con demasiada facilidad lo que me ofrecen o ponen delante. Sé que la responsabilidad es solo mía, pero he llegado a desesperarme con los demás por ello.

Aunque voy sintiéndome mejor aún tengo problemas, entre ellos úlcera y colitis nerviosa. Además últimamente sufro de lo que llamo el Síndrome del refrigerador vacío: mi ansiedad por comer aumenta conforme mi refrigerador tiene menos cosas. Cuando siento hambre voy al refrigerador, si lo veo lleno como lo que necesito y no mucho más. Pero si lo encuentro vacío como de más. No importa que todavía quede suficiente para comer bien durante el día, me la paso dando vueltas por la cocina buscando otras cosas que pueda comer. Irremediablemente termino yendo a la tienda de a la vuelta a comprar algo dulce o grasoso con el pretexto de que la comida está acabándose. Puras patrañas.

Por eso esta tarde fui al supermercado, pese a que no pensaba salir de casa. Hice la compra de la semana por 85 pesos. Al llegar a casa arreglé todo lo que había comprado para ir usándolo más fácilmente y evitar desperdiciarlo. Congelé las tortillas, asé y pelé los chiles poblanos, limpié los champiñones y los rebané, puse el brócoli a cocer al vapor y herví los nopales. Hasta rebané las cebollas de rabo. La pasta me gusta recién hecha y hoy no compré carne, así que acabé más o menos rápido.

Para comer le puse más calabacitas a un consomé que me dió mi tía y preparé unas enchiladas verdes con pollo. Comí rico y bien haciendo lo que se supone que debo. Pero siempre me queda la duda de hasta cuando me va a durar el gusto de portarme así.

viernes, noviembre 16, 2007

Tesina resucitada

Ayer vi a mi asesor después de una larga ausencia de mi parte. Contra mi pronóstico estaba sonriendo cuando entré a su cubículo. Luego caí en la cuenta que ese gesto no era una sonrisa sino un intento veloz por pasarse un bocado de algo que había remojado en leche. Dato superfluo: mi asesor es intolerante a la lactosa.

Para mi fortuna no tiene objeciones con lo que he hecho hasta ahora. Le gustó la introducción y sólo tuvo un comentario sobre la exploración de los datos. Me pidió que confirmara si puede hacerse o no un análisis de componentes principales cuando una de las variables es discreta.

Como estoy tratando de portarme bien ya le mandé un correo con lo que encontré en el Principal Component Analysis de I. T. Jolliffe que ayer mismo saqué de la biblioteca. No hay ningún problema con los resultados de un análisis de componentes principales en el que se involucren variables categóricas siempre que los fines que se persigan sean descriptivos y no de inferencia. Tal es el caso de la identificación de observaciones atípicas que hicimos al final del segundo capítulo, así que no tenemos problemas.

En la reunión también me pasó una gráfica muy bonita en la que se ve la fuerte correlación positiva que hay entre el diámetro y la longitud de los ductos. Cuando la pegue en la tesina se las presumo.

jueves, noviembre 15, 2007

Larga duración

Qué suerte. Y por sólo 90 pesos... Hasta hace un par de semanas no sabía nada de la Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolivar, pero decidí atender la recomendación de un amigo y compré mi boleto el martes para la presentación de hoy en Bellas Artes, a las 8 de la noche. Ayer vi un encabezado sobre cómo estaban haciendo de las suyas y comencé a sentirme realmente impaciente.

El concierto empezó un poco tarde. Los músicos entraron al escenario poco a poco, se acomodaron con calma, sonriendo. Su juventud resultaba apabullante y contrastaba con la ausencia total del nerviosismo que podría esperase en intérpretes tan jóvenes, de aspecto adolescente.

Las primeras notas de la suite de West Side Story me impresionaron. El sonido de esta orquesta lo llena todo, golpea como una ola. Es compacto, como una muralla. Habrá quien pueda calificar como menor dentro de la música sinfónica esta obra de Bernstein, pero utiliza ampliamente los recursos de una orquesta. Además es movida, rica, llena de cambios y matices. Divertida en una palabra, y los chicos la sentían y transmitían así.

Siguió la Quinta Sinfonía de Mahler. Confieso que estuve perdida la mayor parte del tiempo. Aunque no entendí gran parte de la obra las cuerdas me hicieron muy feliz. Pese a todo, con ver a Gustavo Dudamel ya tenía bastante. Dirige con sentimiento, escucha con calma, no usa partitura y su extraño cabello rebota acompasadamente junto con la música y su respiración.

El público se puso de pie de inmediato. Dejando de lado la calidad de su interpretación, que nadie les discute, yo les aplaudí por mostrarse entusiastas ante su propio trabajo. Ya antes me han tocado orquestas, buenas y malas, con gente que se solo quiere salir del compromiso y marcharse. No sé si la diferencia radique en su edad o en su formación, pero se los aplaudí sinceramente.

Este concierto es una pequeñísima muestra de lo que puede lograrse cuando los proyectos involucran seriamente un factor que a muchos les parece de poca monta: planeación de largo plazo. Estos cuates no están conquistando escenarios por su trabajo reciente. Su éxito está cimentado en 30 años de esfuerzo de otros intérpretes y directores. Sus resultados tampoco se deben al arrastre de una sóla figura, Dudamel en este caso. Él abandonará a la agrupación en un par de años para dirigir la Filarmónica de Los Ángeles y seguramente habrá alguien que lo sustituya con gran dignidad. Además el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela está formando ya a los músicos que escucharemos en las salas de concierto internacionales dentro de unos años. La gente se irá pero el proyecto seguirá vivo, sin sufrir mella, porque está planificado para ser realmente duradero.

A fueza de aplausos hicimos salir al director varias veces. Éste caminaba entre sus músicos, felicitándolos vivamente, estrechando sus manos, bromeando con ellos. Hizo que cada sección se pusiera de pie para ser ovacionada particular y merecidamente.

Fuera de programa
, la Simón Bolivar interpretó cuatro piezas adicionales que hicieron estallar al público. El Danzón No. 2 de Arturo Márquez, a quien Dudamel dedicó el concierto desde un principio, Alma Llanera, que puso a cantar a los muchos venezolanos que había en Bellas Artes, y el Huapango de Moncayo. Cuando creíamos que este concierto de por sí largo había terminado definitivamente remataron con un movidísimo Mambo en donde bailaron hasta ellos.

Hacía mucho que no se me ponía la piel chinita. De verdad, qué suerte.

jueves, noviembre 08, 2007

Todo sentimiento

Hay días que soy muy muy débil.

lunes, noviembre 05, 2007

Pascua II

Los dermatólogos de la Clínica Pascua me despacharon en menos de 15 minutos. Tienen razón, hay muchos casos graves que atender y, para mi fortuna, el mío no es de esos.

Me dijeron que de aquí en adelante debo echarme un gel que se llama Prozone en la cara y el cuello tres veces al día sólo para mantener mis problemas bajo control, porque no hay manera de revertirlos. La idea me pareció lógica, sé que una vez que la piel se daña ya no queda nada por hacer.

Decidí portarme bien y me puse a buscar el dichoso gel en cuanto salí de ahí. Casi me voy al suelo cuando me dijeron que el tubito con 125 ml cuesta ¡300 pesos! ¿Qué onda con estos cuates? ¿Por qué recetan eso? No dudo que sea un medicamento muy chido, pero su prescripción no tiene nada de realista. ¿Qué usuarios de Salubridad pueden pagar una cosa así de manera regular y para toda la vida? Yo no, la verdad. A ver qué día regreso a preguntarles por alguna alternariva o a mandarlos al demonio. En fin.

Por cierto, también me dijeron que me tengo que poner crema en la espalda, de la normalita. Que pida ayuda si no llego. ¿Quién se apunta?

sábado, noviembre 03, 2007

Día de muertos (III)

Yo no sé porqué le hice caso a la promotora de la delegación Gustavo Adolfo Madero cuando dijo que con motivo de los días de muertos detrás de la Basílica de Guadalupe iba a estar abierta una sección que usualmente se encuentra restringida. Además de ese dato, que resultó ser falso, me animaba a ir otro de caracter histórico, que también resultó ser mentira. El caso es que el viernes por la tarde me lancé para allá.

Nunca había estado en la Basílica. Si acaso, en algún pretérito remoto me habrán llevado mis padres. Por mi cuenta ya le había pasado por los cuatro costados pero nada más. Es impresionante el terreno de que dispone, la vista desde lo alto del cerro es muy buena y debe ser una experiencia completamente fuera de este mundo estar allí en 12 de diciembre. No lo digo por el aspecto místico o religioso, sino por imaginar la cantidad de personas que se necesitas para atascar ese lugar.

Decidí empezar por la parte de atrás, así que comencé el ascenso al cerro del Tepeyac por el lado oeste. Lo primero que se ve es el cementerio, al cual no pude entrar porque llegué después de las 4 de la tarde. Incluso si hubiera llegado antes no me hubieran dejado pasar porque estos días solo se permitieron visitas familiares, como si del reclusorio se tratara.

Luego me puse a maldecir a Francisco de Icaza Dufour, que es su biografía sobre Miguel López de Legazpi menciona que el capitán del patache San Lucas, Don Alonso de Arellano, se apartó de la expedición comandada por Legazpi para llegar antes que éste a las Filipinas. A su regreso a la Nueva España fueron atrapados por una tempestad, por lo que Arellano prometió a la Virgen de Guadalupe llevarle las velas de la embarcación si los salvaba del naufragio, lo cual cumplió después de atracar en el puerto de la Navidad en agosto de 1565. De Icaza asegura:
... aún puede verse en el cerro del Tepeyac el mástil del patache San Lucas, recuerdo a la vez de un milagro y de una traición.
Esto fue escrito hace no más de 15 años, ya que en la bibliografía del texto se incluyen obras publicadas en la década de los noventas. No tengo el dato preciso porque este libro de la editorial Planeta DeAgostini ni colofón tiene. El punto es que las velas que supuestamente Arellano llevó al cerro del Tepeyac y que yo quería ver no están ahí ¡desde 1942! En su lugar hay una cosa muy fea de cemento que pretende parecerse a un mástil con velas.

Yo creo que De Icaza bien pudo haberse dado una vuelta a corroborar el dato que tan flamantemente anuncia. De paso se hubiera enterado que la iglesia, o quien sea que haya puesto la placa que acompaña la "réplica", señala que las velas originales pertenecieron a un barco que entró a salvo en Veracruz, puerto que nada tiene que ver con el Pacífico.

Por completitud y porque no pienso volver, decidí ver todo lo demás que había por ahí. Tomé algunas fotos, ahí se las dejo.

viernes, noviembre 02, 2007

Día de muertos (II)

Hace como diez años yo jugaba juegos de rol. Eramos varios en el grupo, pero solo habíamos 2 mujeres. Un día que no estábamos ni la hechicera ni yo ocurrió algo que no dudo de calificar como netamente masculino. Los hombres del grupo se pusieron a seguir la pista de algún objeto o personaje que, más vale así haya sido, era relevante en aquel punto de nuestra historia. Sus averiguaciones les señalaban un sitio bastante lejano llamado Karpastra[*]. Era demasiado complicado ir hasta allá, pero confiados como estaban de sus pesquisas, y seguramente no teniendo nada mejor que hacer, se lanzaron en esa dirección.

Invirtieron muchos recursos de sus respectivos personajes, así como tiempo y esfuerzo reales y del juego para llegar a aquel lugar. Karpastra resultó ser un yermo en medio de nada. Y no lo digo porque se tratara de un lugar sin taberna o cosa por el estilo, es que ni pueblo había. Era literalmente un yermo. Huelga decir que de aquello que estaban buscando, ni sus luces. Ante semejante resultado empezó una discusión de muy buenas proporciones acerca de cómo diablos y porqué demonios habían ido hasta allá, los jugadores mentaban madres, los personajes desenvainaban armas, todos se acusaban mutuamente y en medio de los gritos no se oía gran cosa hasta que alguien dijo:
- Pues yo voy a orinar.
- ¿Para qué avisas, güey? Nomás ve y ya.
- No, cabrón, voy a orinar en Karpastra.
- Ah. ¿Y eso para qué o qué?
- Porque fue un desmadre venir hasta acá y no me quiero ir así nomás. Así que por lo menos voy a orinar.
Eso fue el fin de la discusión. Desde entonces tengo la imagen de un grupo de guerreros orinando desde lo alto de un fiordo o algo así.

Todo esto viene a cuento porque ayer como a las 10:30 me llamó Peque, que si no quería ir a Mixquic en ese momento. A eso de las 11 de la noche salimos de mi casa Chelita, Peque y yo. Después de casi 3 horas, un cuarto de tanque, una mano entumida por agarrar la Guía Roji y unas papas cherokee llegamos al mentado pueblo para encontrarnos con el cementerio cerrado, ni una sola ofrenda a la vista y un frío del demonio. Nosotras no orinamos, somos niñas. En cambio nos comimos unas enchiladas que compramos con una señora que bañaba varias veces las tortillas en salsa y luego se las tiraba.



Hora y media de viaje después, ya estaba yo dormida en mi cama.

[*] Cuando estaba escribiendo esto dudé si escribir Karpastra con "c" o con "k". Tratándose de un nombre inventado por nuestro game master, no esperaba encontrar mucho pero busqué ambas opciones en Google. Con "c" no sale nada y con "k" hay una única mención. Según George S. Lane en su revisión de 1952 del libro Westtocharische Grammatik 1. Das Verbum escrito por Wolfgang Krause, karpastra es una palabra del idioma Tocario B o Tocario del occidente que, hasta donde yo buenamente entiendo, corresponde a la tercera persona del pretérito de "descender". Por eso, pensando en lo que terminaron lanzando desde lo alto aquellos míticos combatientes, lo escribí con "k".

jueves, noviembre 01, 2007

Día de muertos (I)

Peque y yo fuimos al Zócalo a ver las ofrendas esta mañana. Hacía demasido sol y mucha gente, pero nos divertimos mucho. Lo que a mí más me gusta es andar cerca del horno de pan que pone la Canainpa, huele muy rico. Pero lo mejor de todo fue encontrarme con mi enamorado.

miércoles, octubre 31, 2007

Pascua

No, no crean que me estoy brincando festividades y adelantándome hasta Semana Santa. Soy capricornio pero no es para tanto. Es que por fin saqué mi cita en la Clínica Pascua, quizá el mejor centro dermatológico del país. Como toda la medicina que vale la pena en México, pertenece al sector público.

El asunto no fue trivial. Entre las desveladas, el frío y la burocracia, considero esto un verdadero éxito. Aquí dejo algunos datos que me hubiera gustado encontrar en la red antes de dar tanta vuelta. Tómenlos con una pizca de sal, porque con el tiempo pueden variar.

La clínica se encuentra en la esquina de Dr. Vértiz y Av. Baja California, en la colonia Buenos Aires. Da atención a todo el mundo, sin importar edad o lugar de residencia.

Para sacar cita hay que formarse muy temprano. Hay gente que llega desde las 5 o 5:30 de la mañana para obtener fichas del turno matutino. Dos de las tres veces que fui llegué cerca de las 6 de la mañana y me tocaron números alrededor del 30. Escuché dos versiones sobre el número de fichas que se reparten cada día, una dice que son 60 fichas por turno y otra que 90. No sé cuál sea buena hora para sacar cita en el turno vespertino. Solo sé que las fichas correspondientes se entregan a las10:30 y que a las 7 ya hay gente formada para obternerlas.

Se debe presentar una identificación, credencial de elector o pasaporte, sin copia ni nada. Creo que los niños en edad escolar necesitan llevar su credencial de estudiante. No sé si para los bebés se requiera el acta de nacimiento, creo que no. Hasta donde yo entendí una persona no puede hacer el trámite en lugar de otra que sea mayor de edad. Vi a padres sacando ficha para sus hijos, bebes o adolescente, sin necesidad de llevarlos. Desconozco si puede hacerse lo mismo cuando se trata de personas de la tercera edad.

El primer día que se va sólo se hace el trámite de registro porque la primera cita es para el siguiente día hábil, excepto para los pacientes foráneos que les dan su primera cita el mismo día. Por ejemplo, como esta semana hay puente, la cita que saqué hoy miércoles es para el siguiente lunes. Como no hay cambios ni de turno ni de día de la semana hay que tener cuidado en escoger el que más convenga.

Hay que pagar 23 pesos por la primera cita y 18 por las siguientes. Les recomiendo llevar cambio. Escuché que existe un "documento de gratuidad" que exime a los pacientes de cualquier pago, pero no sé cómo ni dónde se obtiene.

Espero que la información les sirva. Si me entero de otra cosa, ahí les platico.

martes, octubre 30, 2007

¡Intermediarios abstenerse!

Últimamente r y yo hemos estado poniendo anuncios como el de la Serenata Mariachi: "Depto. chic. cuatro ambient. dependenc de servic, garag. telef." Me parece increíble que después de casi 20 meses no hayamos podido vender el departamento pese a que está muy bien ubicado y lo damos barato. Hemos puesto mantas, anuncios e intentamos a través de inmobiliarias, pero todavía nada. Cierto es que entre la decepción y la desidia de repente dejamos el proyecto, sin embargo estamos tratando de sacarlo a flote una vez más.

Si saben de alguien que se interese por un departamento de interés social cerca de Tlatelolco, recién pintado, con papeles en regla, mucha luz y de buen precio, avísennos. Vean unas fotos del lugar para que se den una idea. En este anuncio hay más información y datos para contactarnos.

Saludos y pasen la voz.

lunes, octubre 29, 2007

Conciencia

Ya antes les han dado hijos a los hombres que yo amaba. Hijos que deseaban e hijos que no. Se transformaron por completo, se desvanecieron, se desdibujaron ante mis ojos sin remedio. Sin importar cuánto me querían, terminé por perderlos.

Me sentí inútil, impotente ante esas mujeres. Miraba sus vientres y el mío sin encontrar nunca razones, donde todo era tan simple... No envidié a ninguna, pero las maldije a todas.

Hoy me miras a los ojos y dices querer un hijo mío. Me estemezco y termino por comprender. Ahora sé que a ti también voy a perderte.

domingo, octubre 28, 2007

Comida para gato

Oferta: 3x2 si las bolsas son del mismo sabor. El gato va a odiarme como 2 meses por hacerlo comer lo mismo. Con el ahorro me compré una crepa de queso roquefort y nueces, todo un exceso en estos días.

¿Cuándo volveré a la normalidad?

sábado, octubre 27, 2007

Afortunado en el juego...

Mi destino amoroso es negro, anoche me fue muy bien jugando a las cartas. No pegué los ojos en toda la noche. Recién llego a casa y me dispongo a dormir. Espero despertar después de las 4 de la tarde.

En la calle hace un frío horrible.

viernes, octubre 26, 2007

Luz mortecina

Hace más frío en casa que allá afuera. Salgo a caminar y siento ganas de llorar. Quizá sólo sea por este frío, estos días, esta claridad de media tarde. Debe ser sólo un reflejo, una manía. Pude elegir otra, pero yo lloro. Lloro y camino, camino y pienso, pienso y recuerdo. Y entonces lloro de verdad.

Necesito recuerdos nuevos.

jueves, octubre 25, 2007

Se repite

Me gusta escuchar historias que ya me han contado antes. Las circunstancias cambian, los narradores suelen ser otros, pero el núcleo permanece. Me divierte anticiparme a la trama y, en lo posible, jugar con ella.

Hoy dijeron, hicieron, miraron, sonrieron, buscaron e intentaron de un modo que ya conozco. Con nuevos matices, otros actores, pero con igual intención. Lo de hoy fue historia conocida, agua pasada. Fui y vine dentro de ella a mi gusto, disfruté las situaciones placenteras, obvié los diálogos aburridos, aceleré las partes de relleno, resalté lo más excitante, me quedé con lo mejor. Aunque logré transformar muchísimas cosas, no creí ni por un instante que el final pudiera gustarme más que en otras ocasiones, así que me lo ahorré.

El gato y yo vamos a dormir muy bien.

miércoles, octubre 24, 2007

¿Parecidos?

Dicen los lectores de Gracielita que los hombres y las mujeres somos parecidos aunque pretendemos ocultarlo. Aunque yo hubiera votado por "diferentes pero complementarios" es posible que las masas hayan tenido razón esta vez. Quizá sea cierto que somos semejante, solo hay que saber darnos cuenta en qué.

Un ejemplo. Es universalmente sabido que los hombres no tienen objeciones en contra del sexo en la primera cita. De hecho no suelen tener objeciones en contra del sexo bajo ninguna circunstancia. Les parece que el sexo debiera darse más a menudo y hacen todo lo posible porque así sea. Recurren a cualquier estrategia con tal de salirse con la suya. De hecho, si pudieran brincarse el asunto de las atenciones iniciales serían más felices. No entienden porqué las mujeres son tan remilgosas al respecto y suelen tachar de mojigatas y pesadas a aquellas que resisten sus ataques, aunque suelen escoger de entre éstas a la afortunada con la que compartirán sus días.

Las mujeres tenemos exactamente la misma actitud: no tenemos objeción alguna en contra de la galantería en la primera cita. Tampoco la tenemos en contra de la galantería practicada bajo cualquier circunstancia y hacemos muchas cosas para alcanzar nuestro objetivo. Si pudiéramos obviar las cuestiones físicas y quedarnos únicamente con las gentilezas y la caballerosidad, lo haríamos. Con ellos nos unimos en la ignorancia: no tenemos idea porqué los hombres se niegan de forma tan reiterada a negarnos ese placer. También es cierto que preferimos, por sobre todos, a los hombres que no nos colman de atenciones. Siempre dirigimos nuestra mirada hacia aquellos que no se nos rinden aunque de los califiquemos de patanes y groseros.

Con la infidelidad pasa otro tanto. Las mujeres no entendemos esa manía masculina de andar acostándose con otras mujeres que no son la suya. Sin embargo, si nosotras pudiéramos estar con hombres que fueran amables, corteses, obsequiosos y considerados sin tener que acostarnos con ellos seguramente lo haríamos y nos parecería perfectamente comprensible. También presumiríamos con las amigas ese tipo de andanzas, nos jactaríamos entre nosotras de usarlos y olvidarlos sin más. Controlaríamos fácilmente nuestros remordimientos al recordar todo el placer obtenido y nuestros escrúpulos irían a menos.

Ahora, chicas, si una vez dada esta perspectiva se consideran estafadas por no hallar hombres que abran la puerta mientras que ellos sí encuentran mujeres que se suban la falda, piensen dos veces y díganme quién tiene la maldita culpa.

(Suspiro.)

Es cierto, somos muy parecidos. Para descubrirlo sólo basta entender que los hombres sienten satisfacción viendo pornografía, pero las mujeres la experimentan leyendo a Corín Tellado.

Tesina. La segunda entrega.

A decir verdad, no estoy muy convencida de este segundo capítulo. Todavía tengo algunas broncas con las gráficas y falta pulir algunas partes. Al menos las tablas lucen mejor e hice un esfuerzo por ser más clara. Lo envié ya a mi agente en Manchester, así que quizá lo tengamos en línea en unas 4 horas. Esperen el Update correspondiente. (No se azoten, no crean que lo exploto con un horario infame, tomen en cuenta que allá están en GTM a secas.)

Lo que en este momento me tiene realmente de cabeza es que ayer descubrí que los datos con los que cuento corresponden a una cosa bastante diferente de la que a mí me contaron. Y sí, debí asegurarme por mí misma, pero nunca me dieron acceso a la fuente primaria de la información. Esto cambia o anula varios puntos de mi argumentación económica y no sé cómo voy a componer eso. Por otra parte, a estas alturas del partido ya es tarde para cambiar de plan, así que no me queda más que terminar de analizar estos datos y golpear al culpable. Lo primero lo haré sin duda alguna, pero lo segundo no estoy tan segura. Prefiero pasarle esto por alto que volver a verlo.

Ahora que, si alguno de ustedes se siente solidario y se anima a ensuciarse un poco las manos, les puedo decir dónde encontrarlo.

Update: Para que no den la vuelta hasta los comentarios, píquenle aquí.

martes, octubre 23, 2007

Afuera llueve


Esta mañana me hicieron pensar en ti. No, mentira. Lo hice por mi cuenta y sin ayuda, como me ocurre a veces contigo. Dicen que la soledad es no tener a nadie a quién volver y hoy me alegra haber estado siempre tan sola de ti.

lunes, octubre 22, 2007

¿Quieren conquistar a un chico? Cocínenle.

Hoy puse en práctica esa estrategia. Créanme, no tiene pierde. Diego cayó rendondito, me llenó de besos y me cantó en francés.

Esta receta de mi madre hizo el milagro.

Pastel de naranja


½ kg harina cernida
400 gr. azúcar
½ kg. mantequilla
10 huevos
4 cucharaditas royal
3 naranjas (ralladura y jugo)

0.- Prende el horno y engrasa el molde
1.- Acrema la mantequilla, agrega el azúcar.
2.- Incorpora el harina poco a poco y las yemas una a una.
3.- Pon el jugo poco a poco y la ralladura
4.- Bate las claras a punto de turrón; incorpóralas a la pasta en forma envolvente. Vacía al molde.
5.- Hornea por media hora o hasta que se meta un palillo y salga limpio.

La receta no menciona la temperatura del horno (eso de que los hornos tengan termostato es más o menos reciente), pero hoy lo puse un poco abajo de 200°C y funcionó muy bien.

Suerte, chicas.
Provecho, caballeros.

domingo, octubre 21, 2007

Tesina. Por fin, la introducción.

Ya sé que dije que la introducción era para ayer sábado, pero creo que estas dos horas de retraso solo pueden ser graves para mí que me estoy desvelando.

Lamentablemente Google Docs no acepta archivos PDF en su plataforma, así que no pude subir mis avances a la red para que sean destrozados por todos. Sin embargo, envié mi archivo a tres de mis lectores que podrán dar fe a los demás de la veracidad de mis palabras. Si además me pueden ayudar a poner el documento en línea, se los agradeceré mucho.

Ahora a dormir, que me lo tengo merecido.

Update 1: Gracias a ciertas gerencias creativas ubicadas en tierras mancunianas y que cuentan con personal queretano, el archivo con la introducción ya está en línea. Píquenle acá.

Espero sus comentarios, en especial los que ayuden con el último punto de la sección 1.5. Gracias.

Update 2: Vamos a ponerle emoción al asunto: el capítulo con el arreglo inicial de los datos y su análisis exploratorio lo tendrán listo el martes, ¿va?

viernes, octubre 19, 2007

¿Test? No gracias, prefiero un cafest.

Hace un rato contesté el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota. Clasificar casi 600 enunciados como verdaderos o falsos puede ser un poco cansado, pero alguien tiene que hacerlo.

Noté cambios positivos en casi todas las áreas respecto a las que recuerdo fueron mis respuestas hace como tres años. Lo único que parece haber empeorado es mi concentración, qué cómo me hace falta en este momento.

miércoles, octubre 17, 2007

Caidas

Cuando eres pequeño y estás aprendiendo a caminar te caes muy a menudo. Las primeras veces lloras, más por la perplejidad que por el dolor. Nunca caes desde muy alto. Te acostumbras rápidamente y con el tiempo no te ocurre más. Luego, cuando niño, te caes por intentar subir a un árbol, por correr detrás de una pelota, por llegar a la base antes que nadie. Tus caidas tienen sentido. No lloras a menos que sea estrictamente necesario y miras tus rodillas raspadas con orgullo.

Después, cuando eres adolescente ya no te mueves tanto, pero sufres caidas de otro tipo. Amorosas principalmente. Y el proceso es muy similar: primero son cosas pequeñas que olvidas casi de inmediato mientras aprendes algunas habilidades básicas. Más tarde puedes sufrir grandes dolores si vas en pos de las grandes cosas que deseas. En el final de esa etapa se reconoce la misma inmovilidad, pero ahora de sentimientos. Ya no nos precipitamos, nos volvemos cautos y a veces hasta desconfiados. Pero nunca estamos a salvo.

Consideré todo esto ayer que me caí. Entre el desconcierto, la vergüenza y el dolor me quedé un buen rato tirada en el piso, sollozando apenas. En mi cabeza seguía escuchando el ruido que hicieron los platos al caer y me reproché mil veces haber jalado el mantel de la mesa en mi torpe intento por detenerme. No supe qué me hizo padecer más, si mi pobre cuerpo adolorido o que ya no estés aquí para consolarme por estas tonterías.

martes, octubre 16, 2007

Tesina. Día...

de que me corten la cabeza, porque seguro ya me pasé. Ni siquiera me atrevo a ver el calendario. No he avanzado nada, desde hace días estoy con las mismas 10 páginas.

En lo alto veo una guillotina brillando al sol.

P.D. Me fue bien en mi examen de francés y en mi entrevista de trabajo de hoy. Apúntenmelos como atenuantes, ¿no?

lunes, octubre 15, 2007

Valió la pena

El viernes, por una vez, llegué a tiempo al CCU. Qué digo a tiempo, con una hora de anticipación. El edificio del IIMAS donde (a veces) trabajo lleva 3 días con sólo electricidad de respaldo, como le dicen los vigilantes. Esto quiere decir que las computadoras funcionan pero las lámparas no. Eso a mí me valió sombrilla, mientras la máquina jalara yo no tenía problemas. Sin embargo, a eso de las 7 la luz natural casi había desaparecido. Caí en la cuenta que hacía un rato no veía a nadie por el laboratorio de cómputo y que el último en aparecerse por ahí fue un compañero al que, según mis amigas, le rompí el corazón el semestre pasado, que se pasó no sé cuánto tiempo mirándome desde la ventana sin que yo me diera cuenta. Si a eso le añadimos que ya he tenido que llamar a Auxilio UNAM en mi rescate porque los vigilantes cierran el edificio sin fijarse si alguien se quedó adentro entenderán porqué suspendí las labores propias de mi tesina (¡qué descaro el mío!) y me fui a la Sala Nezahualcóyotl temprano.

El concierto estaba programado para las 8:30 y yo ya había tomado asiento como 45 minutos antes. Me moría de sueño y le rogaba a todos los dioses que la espera valiera la pena. Yo sólo estaba allí por curiosa y necia, nada más. Hacía meses que había visto anunciado un concierto de armónica, me llamó la atención, hice la nota mental de ir y punto. El viernes fue de planes infructuosos y proyectos fallidos, así que me aferré a que al menos una cosa me saliera como lo había planeado. De lo contrario me hubiera ido temprano a casa, estaba rendida después de andar dando vueltas por toda Ciudad Universitaria.

No tenía idea qué clase de piezas iban a tocarse y tampoco presté atención al acompañamiento. Como les dije, solo presté atención a la parte que decía armónica. Mientras entraba a la sala consideré que podría tratarse de una orquesta tocando piezas clásicas a las que se les añadirían solos con dicho instrumento. Pero no, en el escenario había únicamente un piano y dos atriles. Faltaba más de media hora para que se resolviera el misterio.

Cuando vi a Toots Thielemans me di cuenta que le aceptaría cualquier cosa. Apenas pisó el escenario se guardó mi corazón en el bolsillo. Su andar era lento y un poco tambaleante. Se le calculan fácilmente más de 80 años. Sin embargo su sonrisa y sencillez eran inmensas. De lejos se notaba su alegría. La mirada expectante con que recorría la sala era igual a la de un niño entrando en una juguetería. La forma en que saludaba al público con la mano era una delicia.Lo último que se podría decir de él es que es un viejo. Sin embargo tuvo que apoyarse en Kenny Werner, el tecladista, para llegar a su lugar, mientras Óscar Castro-Neves, guitarra en mano, parecía darle ánimos. Fue penoso ver los esfuerzos que hizo para subir a la silla, demasiado alta, dispuesta para él. Después de un rato sus piernas quedaron colgando, sin apoyo alguno. Sin inmutarse sacó su armónica del bolsillo y comenzó a tocar encantadoramente. La imagen era perfecta, parecía un chiquillo sentado al borde de un río matando el tiempo en una tarde calurosa.

El trío improvisó jazz y tocó bossa nova, principalmente. Yo me sorprendí de hallarme tan complacida con géneros que rara vez disfruto y que nunca busco por mi cuenta. Lamento poder decir muy poco acerca de lo que escuché. Como dije, el tipo de música no me era muy familiar y fue la primera vez que escuché más de una pieza con armónica, así que me es difícil transmitir mis impresiones a otros. Sólo puedo decirles que nunca me había divertido tanto con los sabores de una improvisación. Las del viernes eran juguetonas, relajadas, completamente lúdicas. Nadie se preocupaba por el virtuosismo, pese a que se necesita mucho para lograr interpretaciones tan logradas. Thielemans hacía ligeras indicaciones para diltar la duración de algunas partes que le gustaban particularmente. Salvo eso, parecía que el ir y venir entre el piano y la armónica era natural, como fijo de antemano y al mismo tiempo tan flexible. La guitarra estaba francamente perdida las más de las veces porque el micrófono correspondiente tenía muy poco volumen.

Toda la primera parte estuve pensando si lo que escuchaba eran varias piezas o una sola con varios moviemientos, así de integrado era su estilo que nunca me pareció repetitivo o cansino. En la segunda parte tocaron algunas cosas que en su momento cantó Sinatra, "What a wonderful world" de Armstrong y la primera canción bossa nova que fue grabada hace casi 50 años. (Ese día no entendí el título, pero la red apunta hacia "Cega de Saudade". Sin embargo no he podido corroborar que su autor la haya traducido al inglés y ese es el único otro dato que tengo.)

La sala estaba abarrotada. Los boletos para los primeros pisos estaban agotados de hacía tiempo y en el último había gente sentada en las escaleras o de pie en los pasillos. El público respondía a las caras ocurrentes de Thielemans y guardaba un silencio inmediato ante sus palabras. Las ovaciones de pie no se hicieron esperar y, cosa rara, no me parecieron desproporcionadas.

Fue un concierto bastante bueno y largo. Eran las 10:30 cuando dejamos la sala y me tomó una hora larga llegar a casa. Estaba rendida, pero disfruté mucho desvelarme ese día.

domingo, octubre 14, 2007

Cinco días


Hace ya tres semanas que lo encontré. Era un domingo cualquiera en los que hacía otro de mis desesperados esfuerzos por llegar a tiempo al teatro. Salí a la calle y vi que algo se movía en la jardinera del antro que está junto a mi casa. Por un momento creí que era una rata o algo igual de desagradable. No, era un gatito. Blanco y muy pequeño se retorcía desesperado buscando algo que le fuera familiar. Lo admito, estuve de pie frente a él más de un minuto tratando de ignorarlo. Sabía perfectamente qué iba a pasar si no seguía corriendo en ese momento. Todo fue en vano. Me fui de vuelta a la casa a buscar una caja de zapatos y una toalla.

Mientras trataba de mantenerlo caliente caí en la cuenta de cómo el gatito había llegado a la jardinera. Hacía tiempo que la gata que ronda mi azotea andaba con una panza descomunal, señal inequívoca de su malhadada preñez. Seguramente había dado a luz la noche anterior en el techo del antro y en algún descuido el gatito había caido a la calle.

Pasé todo el domingo tratando de mantener caliente al gatito. Lo envolví en una toalla debajo de la cual puse una botella con agua caliente y tiras de papel periódico. Instalé su caja junto a mi cama no sin antes mostrárselo a José. Lo miró extrañado durante un rato, sin saber qué era eso que yo sostenía en la mano. Se diría que no se atrevía a olerlo. Cuando por fin lo hizo se alejó indiferente, pero pasó toda la semana durmiendo en la sala. No sé si ya me perdonó por todo esto.

Me inquietaba mucho la forma en que el gatito se movía, desesperado. No paraba ni un segundo y tampoco dejaba de chillar. Después de acariciarlo lo bastante me convencí que no tenía nada roto. Era más o menos razonable, con apenas un día en el mundo el gatito todavía era de hule. También era un alivio que se contorsionara tanto, no hubiera podido hacerlo de sentirse demasiado mal.

Lamentablemente mis primeros esfuerzos por alimentarlo fueron infructuosos. Lo intenté primero con una jeringa, luego con la punta de mis dedos. Después de un rato fui poniéndome gotas de leche en la palma de la mano por donde el gatito se acercaba. Si se tomó dos fueron demasiadas. Huelga decir que acabé toda embarrada.

El lunes me fue mejor con un gotero y leche casi caliente, pero seguía demasiado inquieto. Sólo se tranquilizaba si lo cargaba o lo dejaba sobre mis piernas. Para la noche ya succionaba leche por sí solo y dormía a ratos. El martes le conseguí casa. Aunque tenía que cuidarlo hasta el fin de semana todo pintaba muy bien.

El miércoles me afané porque comiera bastante por la mañana ya que estaría fuera todo el día. Lo tapé muy bien y reforcé las paredes de su caja, de por sí altas, para que no se saliera de ella. Me fui creyendo que no habría ningún problema. Sabía que al regresar iba a encontrarlo hambriento, pero no pasaría de ahí. Mentira.

Cuando llegué a casa calenté su leche antes de subir. No me extrañó no escucharlo llorar, el pobre ya estaría cansado de llamarme sin éxito todo el día. El corazón se me fue al piso cuando vi su caja vacía. Empecé a buscarlo y lo hallé debajo de mi cama, frío, tembloroso pero aún con vida. Imposible saber cuánto tiempo llevaba en el suelo, helado. Lo envolví en su toalla, le lavé la boca que tenía llena de pelusa y traté de reanimarlo. Sólo parecía reaccionar a mi aliento, así que lo envolví bien y lo llené de vaho. Después de un rato le puse leche en la punta de la nariz e hizo un ligero intento por sorberla. Cuando lo vi un poco mejor le acerqué el gotero y parecío aceptalo pero no pudo succionar por sí mismo. Cada que habría la boca le dejaba caer una gota de leche dentro y poco a poco fue entrando en calor. Le arreglé una caja nueva, más alta que la anterior y me propuse mantenerlo caliente. Debo haberme despertado unas cinco veces esa noche para revisar que estuviera bien y darle de comer.

A la mañana siguiente seguía conmigo. Recordé un cuento de Benedetti y me fui a clase de francés un poco más tranquila. Todo fue en vano. Al volver lo encontré completamente quieto, respirando apenas. Lo sostuve en mis manos alrededor de media hora hasta que me convencí que estaba muerto. Después lloré a mares.

No sé que vi ese día en clase de italiano.

martes, octubre 09, 2007

Valérie

Si hay algo que no vale la pena es un hombre que no pueda hacer el amor en completa obscuridad.

jueves, octubre 04, 2007

Chamba

Estoy consiguiendo trabajo. Lamentablemente no solo se vive de reflexión y buenos momentos. Mientras sigo con los idiomas y la tesina (prometo más detalles pronto) reviso mis supuestos, contacto a los amigos, busco opciones de todo tipo. Abriré tantas puertas como me sea posible; en este momento estoy dispuesta a aceptar casi cualquier cosa.

Eso sí, después de haberme pasado meses saboreando la muy real posibilidad de vivir en Barcelona, lo último que quiero es encerrarme en una oficina 8 horas al día.

lunes, octubre 01, 2007

De volada

No puedo escribir, hay varias cosas que decir y no sé cómo ni dónde empezar. Tampoco es este el momento más oportuno para hacerl, mañana no me voy a despertar a tiempo para irme a clase. En todo caso debería estar desvelándome haciendo la tesina o consiguiendo trabajo.

Sólo les adelanto que cada día estoy más convencida que no conseguir lo que deseas puede ser un gran golpe de suerte.

Gracias a todos.
Un beso.

miércoles, septiembre 19, 2007

Se acabó

- COMUNICADO NO ACEPTACIÓN REGULACIÓN 07-08
Estimado/a Sr./Sra.:

Lamentamos comunicarle que su solicitud no ha sido seleccionada para la concesión de beca para el Master en Economía y Regulación de Servicios Públicos. Le agradecemos el interés que ha mostrado por el Programa de Becas de la Fundación Carolina, y le deseamos toda clase de éxitos en su futuro profesional. Reciba un atento saludo.

Departamento de Becas
Fundación Carolina

sábado, septiembre 15, 2007

Tesina. Día 4.

Tengo una variable categórica con demasiados niveles. Ya intenté dos agrupamientos pero ninguno me convence todavía. No sé si optar por el que tiene distribución más homogénea o por la que me da una tabla de contingencia más llenita. Sin embargo, este fin de semana está dedicado a la patria así que volveré a pensar en ello hasta el lunes.

Aparte
Llevo varios semanas soñando cada noche. Incluso cuando tomo una siesta termino soñando algo. No sé que sea, pero hay algo en esto que me desagrada.

miércoles, septiembre 12, 2007

Tesina. Día 1.

Acabo de ver a mi asesor y, por fortuna, salí sin muchos raspones. Como él anda ocupado en estos días no me puso mucha atención, pero a partir de ahora lo estaré moliendo más a menudo. Habíamos estado viéndonos cada 15 días pero acorté el plazo de la siguiente reunión a una semana. Ojalá que funcione.

Una pequeña buena noticia derivada de mi vuelta de hoy al IIMAS es que ya estoy dada de alta en el laboratorio de cómputo, así que pronto podré trabajar con Stata y JMP, además del R que sí tengo en casa (no confundir con r, por favor, a él ni lo tengo en casa ni es muy ducho con la estadística). También aproveché para sacar tres libros de la biblioteca del instituto de donde ya contaba con préstamo a domicilio pero que no había empleado. Necesito entender mejor el concepto de contraste, ver cuáles son y cómo funcionan para decidir cuál es el que me conviene utilizar. Los textos son:

[1] Montgomery, Douglas C. y Peck, Elizabeth A. Introduction to Linear Regression Analysis. John Wiley & Sons, Inc, 1982.
[2] Montgomery, Douglas C. Design and Analysis of Experiments. 5a edición. John Wiley & Sons, Inc, 2001.
[3] Searle, S. R. Linear Models. John Wiley & Sons, Inc, 1971.

Hoy por lo menos hice las fichas de la bibliografía consultada hasta el momento :), aunque tengo una duda: después del apellido del primer autor, ¿cuál es el siguiente criterio para organizarla? Según yo es el año de publicación, por eso coloqué al Montgomery sobre diseño de experimentos después del que habla de regresión lineal, pero no estoy segura. ¿Alguno de ustedes sabe?

Bueno, ahora a leer.

martes, septiembre 11, 2007

Tesina. Día 0.

Tengo un problema. Para titularme de la especialidad que terminé el semestre pasado tenía dos opciones: hacer examen o hacer tesina. Y digo tenía porque le saqué a la primera y me embarqué en la segunda. Desde hace un mes estoy trabajando con uno de mis profesores del IIMAS, sin embargo mis avances han sido más bien escasos.

Me paso los días estudiando francés o italiano, escribiendo, leyendo, viendo como el gato se duerme o cualquier otra cosa, menos haciendo algo respecto a la pobre tesina. De vez en cuando hojeo un libro sobre modelos lineales, corro algunos comandos de R, me hago pata con el LaTeX y ya, la vuelvo a abandonar. A mi favor diré que el problema y sus alcances están planteados, que la base de datos necesaria ya está lista y que hemos escogido ya la técnica para resolver la cuestión que nos aqueja. Pero falta TODO lo demás.

Parte del problema es que casi nada depende de este trabajo, sólo la obtención de mi título; lo cual, admitámoslo, no es asunto de vida o muerte. Pero de veras quiero terminarla, no me gustaría dejar todo el asunto de la especialidad inconcluso. Además quiero acabarla este año para poder irme tranquila a Barcelona si me dan el sí. Pero, como verán, mis alicientes no dan para mucho.

Por todo ello recurro al compromiso manifiesto, me expongo al escarnio público al obligarme en este espacio y frente a todos ustedes a acabar la maldita tesina lo antes posible. Mes y medio de trabajo, 45 días contados a partir de mañana (hoy no, vean la hora) y tendrán en sus manos o en sus correos electrónicos, lo que sea más fácil, la versión definitiva de la misma. Autorizo a cualquiera que pase por aquí, me encuentre en un chat o me confunda con alguien a bordo de una camioneta blanca que ande por el rumbo de Nezahualcoyotl a que me señale cualquier distracción que me aleje de esta noble causa, exceptuando, compañeros, los compromisos adquiridos con anterioridad y prometo, además y por si fuera poco, mantenerlos al tanto de mis desventuras.

He dicho.

lunes, septiembre 10, 2007

Hoy hace demasiado frío

Llevaba varios días creyendo que ya todo había acabado. Despierto sin acordarme de ti, las horas pasan sin grandes alteraciones, no apareces en mi futuro, no te desentierro de mi pasado. Acaso alguna canción te traiga a mi mente. Cuando eso ocurre intento asociarle otros recuerdos, quitarle de encima mi cariño y dejarla correr sin más.

Hoy hace demasiado frío. Al amanecer me di cuenta que mi serenidad es una farsa que represento ante mí como la pésima actriz que soy. Bastó un detalle pequeño, marginal, para sentirme como aquella mañana en que me dijiste cuánto me querías para despedirte de mí. Qué manera más cruel de amar a alguien. Qué forma tan indolente, tan inmisericorde tienes de llevar la vida.

Ahora sólo tengo un nudo en la garganta, el llanto se me acabó. Preferiría tener el hueco de tu ausencia en lugar de este dolor sordo que me queda después de no haberte tenido nunca. Repaso tus traiciones, tu indiferencia, tu inmadurez, el abuso reiterado que hiciste de mis sentimientos y de los de otros, todas las heridas que aún me duelen y ni así logro alejarme de ti. Me siento como una estúpida por todo eso.

He llegado a maldecirme por responder a tus besos aquella noche en el patio de tu casa, ominoso detalle. Sabía que aceptarte era un gran error, una tontería enorme, que tu acercamiento era un capricho, una necedad, yo sólo era un gusto por cumplir. Aún así me entregué con vehemencia, completamente. Al paso de los días te di consuelo, espacio, calor, protección. Fueron para ti mi ímpetu y mi tiempo. Te escuché con atención y sé que te conozco como nadie. A tu lado construí sueños solitarios, me guardé mis anhelos y cuidé mis lágrimas. Esperé, fui paciente y nunca, nunca di rienda suelta a mi desesperación de la peor manera. Jamás hice nada que fuera desastroso para ti. Pero sobre todo te quise y te quiero.

Nada de eso te fue suficiente, yo no fui algo sustancial, me colocaste como la última de tus prioridades. Puedes estar tranquilo, nunca nadie notó cambio alguno en tu persona o en tu ánimo. ¿Cambiaste algo de tu rutina por estar conmigo? ¿Mencionaste en tus conversaciones lo que yo era para ti? ¿Alguna vez dejaste traslucir a alguien lo que yo te hacía sentir? Te empeñaste en que yo pesara poco y lo lograste. Te serviste de esas pequeñas cosas que hacen la diferencia entre amar a alguien y amarte a ti a través de los demás. Puedo contar con mis dedos las ocasiones en que buscaste mi mano, las tardes en que te despediste extrañándome, los momentos en que me miraste a los ojos sin titubear. De inmediato recapacitabas, corregías tu debilidad burlándote de mi sonrisa crédula.

El porqué me resignaba lo sabías: era una tonta enamorada. Pero, si yo era tan poco para ti, ¿a qué seguir conmigo? Nunca lo dijiste y no caeré en la ingenuidad de creer que era porque me querías. Me parece más verosímil pensar que yo era una manía, un trofeo o una evasión. Como ves, me acostumbraste bien a buscarte motivos que nada tuvieran que ver con el afecto. Además, nunca hablabas en primera persona, siempre eran las circunstancias, el momento, los demás. Nunca dijiste "no te amo", "no quiero estar contigo", "esto no me interesa". Te faltó valor o te sobró cinismo. Cómo saberlo... Solo sé que esa última mañana desperté con un grito al soñar que caía en un abismo en el que nadie me esperaba. Te lo dije llorando y los dos vimos nuestra oportunidad de escapar.

Hoy hace demasiado frío. Los gatos buscan allá afuera algo de sol que los entibie. Salgo a la calle por necesidad y me descubro sonriendo ingenuamente. Me permití pensar en ti para dejar salir mi tristeza, mi rencor, mi amargura acumulada y me encuentro dejándome llevar por la delgada dulzura de unos recuerdos casi inventados. Me asusta encontrarte un día y no poder ocultar lo vulnerable que soy al sonido de tu voz, al gesto de tu boca, a tu risa a medias. También me asusta la posibilidad de verte y no sentir nada. Eso querría decir que una parte de mí está perdida y me sentiré como una inválida sin ella. No sé cómo será ese día, pero hoy debo gritarte que te vayas, que dejes de acecharme en mis días tranquilos, que salgas de mis sueños, que ya no agotes mis ilusiones. Renegaré de mí con tal de dejarte atrás, voy a darte la espalda y huiré también de mi memoria, pero no puedo, no puedo...

Hoy hace demasiado frío. Es el que me dejaste por dentro.

domingo, septiembre 09, 2007

Nunca me he vestido de pirata

y aún así este fin de semana fui del agrado del Mounstruo de Espagueti Volador: encontré un billete de 200 pesos, conocí a un pintor maravilloso y me acaban de comprar un regalo en Covent Garden.

¿Qué más puede pedir una chica?

sábado, septiembre 08, 2007

Condóminos

Hoy hubo junta en mi edificio. Nunca había visto a mis vecinos organizarse tan rápido. Recién esta mañana pusieron el cartelito de aviso y fue una sorpresa que nadie se quejara de que no se les avisó con más tiempo. Por una vez todos llegaron temprano y, pese a que no dejaban de murmurar, al momento de iniciarse la reunión se mostraron atentos, casi preocupados.

Don Everardo, metódico como siempre, planteó algunas preguntas que llevaba escritas en una pequeña libreta. Las respuestas fueron unánimes.
1. ¿Alguien recuerda haber visto a la señorita del 21-C en la última semana? No.
2. ¿Alguien ha visto movimiento o algún indicio de actividad en el 21-C en los últimos días? No.
3. ¿Alguien sabe si la señorita del 21-C tiene familia o amigos y cómo localizarlos? No.
4. En vista de lo preocupante de la situación, ¿estamos de acuerdo en llamar a la policía en este momento para que averigüe qué ocurre en el 21-C? Sí.

"Morbosos", fue lo primero que pensé, "solo les interesa el chisme". Luego tuve que admitir que tenían razón en actuar así. Después de todo, mi cuerpo ya despide un olor espantoso.

viernes, septiembre 07, 2007

Itacate

Abrí la bolsa con antojo. Mi tía siempre me pone algo rico cuando la voy a visitar: un poco de guisado, un pan dulce, alguna fruta rica. Lo aparto con gusto para algún día que considero especial en la semana. Cuando me lo como puedo seguir sintiendo cómo me quiere. Esas cosas sencillas que salen de sus manos me dan calor los días en que estoy sola.

Pero hoy fue distinto. En la bolsa encontré un frasco de mermelada, una bolsa de sopa, un cepillo de dientes, un paquete de servilletas... y me eché a llorar.

jueves, septiembre 06, 2007

No, nunca lo diré

Amor de tarde

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme «¿Qué tal?» y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.


Mario Benedetti

martes, septiembre 04, 2007

Rechazo

Cuando escucho a David Bowie, inevitablemente pienso en él. No puedo evitarlo, es de mis reflejos condicionados más marcados y creo que de los más frescos también. Lo conocí una tarde por casualidad y estuvimos frecuentándonos un tiempo demasiado breve. De él aprendí mucho en esos días. Música, filosofía, pintura, poesía. La forma en que estructuraba sus ideas y las hacía fluir era lo más fascinante.

Era extraño saber su mirada lejos de mí, sin importar que estuviera viéndome a los ojos. Había días que le daba a sus palabras un ligero tono de desdén que a mí me resultaba doloroso. Además, cualquier cosa que yo dijera era finamente eludida por su discurso y, si acaso valía la pena, integrada como si hubiera surgido del paisaje. Nada más. Si alguna vez me escuchó con atención fue la tarde que le hablé de Brueghel, pero después no volví a verlo. Se fue a Londres sin despedirse. Supe que sólo se había llevado lo indispensable y, obviamente, yo nunca cupe allí.

lunes, septiembre 03, 2007

Madrugar

Desde la semana pasada tengo clases de francés a las 7 de la mañana. La última vez que tuve clases tan temprano fue en la maestría y de eso ya pronto van a ser 5 años. Si bien sólo voy al curso dos días de la semana, he tratado de llevar diariamente un horario más o menos madrugador para tener un ritmo más homogéneo en general. No ha sido fácil porque todo este año había estado acostándome hasta muy entrada la noche. Esa estrategia me resultaba agradable para trabajar y el horario de la especialidad me lo permitía. Sin embargo, yo estaba desfasada del resto del mundo y los días me rendían más bien poco.

Aunque traté de ajustarme a este horario gradualmente, no lo conseguí. Sólo ahora que tengo la obligación encima he hecho algo al respecto. Sin embargo, y pese a mi buen comportamiento, justo ahora (¡9 de la noche!) me estoy cayendo de sueño y eso me resulta extraño. Pero no opondré más resistencia, me iré a la cama antes de seguir tan incoherente como ahora.

domingo, septiembre 02, 2007

Vero

Hoy comí delicioso. Queso fundido, pan, jamón serrano, salami, cerezas y una botella de shiraz; chocolates para el postre, por supuesto. Siempre que quedamos en domingo la cita es a las 3. Yo creí que iba a haber tortas de salmón, la especialidad de la casa, pero lo de hoy implicó menos trabajo y quedó también muy rico.

A veces pasan meses sin que nos veamos y de repente tenemos rachas en las que nos frecuentamos mucho. Últimamente estamos en un punto intermedio. Rara vez hablamos por teléfono, creo que nunca nos hemos mandado un correo y nuestras contadísimas salidas han sido para comer o algo así de tranquilo. Nuestras vidas están en momentos muy distintos y de por sí somos diferentes, pero eso no ha sido obstáculo para que nos llevemos de maravilla desde hace doce años que nos conocimos en la Facultad.

A mí me encanta ir a su casa y hablar y hablar. Además me siento comodísima. Con toda confianza le echo un ojo al refrigerador, me asomo a la despensa a ver si hay almendras, agarro uno de los vasos que me gustan y me sirvo agua o lo que yo quiera mientras la plática sigue y sigue. Entre el recorte, la puesta al día, los ¿qué pasó con ese chico?, ¿qué crees que me dijo mi mamá esta vez? y demás se nos van las horas sin que apenas nos demos cuenta. A veces pienso que la nuestra es una sola conversación apenas interrumpida por el flujo de nuestras vidas y esa sensación de continuidad la disfruto sobremanera.

viernes, agosto 31, 2007

Qué día

Hoy me dejaron plantada 2 dos 2 veces. Sí, 2 veces. Lamentablemente a las dos citas llegué temprano y la espera me pareció aun peor. Eso de ser puntual no es redituable, caray. Mi celular se quedó sin pila, así que tampoco hubo manera de que me avisaran qué estaba pasando. Acabé comiendo enfurruñada y me quedé sin ir al billar. Y yo que estaba feliz por tener magníficamente acomodada mi tarde de viernes. Diablos. Diablos y más diablos.

Lo que hizo menos terrible todo el asunto fue que primero estuve leyendo a Kafka y luego me topé con la versión original de Yambalalón y sus siete perros de Juan Villoro. Ese cuento era mi delicia cuando yo era niña. La versión que había en mi casa y que todavía debe seguir por ahí era la de Novelas Ilustradas.

Esa edición tipo libro vaquero de los años ochenta que intentaba poner al alcance de todos las obras cumbre de la literatura mexicana era un total acierto. A mí me encantaban y los leía y releía muy divertida. Los que más claramente recuerdo, además de Yambalalón y sus siete perros, son Se llevaron el cañon para Bachimba de Rafael F. Muñoz y El teniente de los gavilanes de Rafael de Zayas Enríquez. De La rebelión de los colgados de Bruno Traven no estoy segura, mi hermano se acordará, y había varios más. También me enteré de algunas partes de El periquillo sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi y de Monja, casada, virgen y mártir de Vicente Riva Palacio, pero nunca las leí completas porque sólo venía un pedazo en cada librito y nunca tuvimos todos.

Pero el de Villoro era el fovorito indiscutible. Un niño de 6 años se sumerge en la tina todas las tardes e inventa una historia en la que sus pies, a los que llama Víctor y Pablo, son los héroes que persiguen a Yambalalón, que junto a su terrible banda se dedica a asaltar el Banco Central. Sin embargo a la gente a quien se la cuenta le parece ridícula y el rechazo que más le duele es el de Víctor, su admirado compañero de escuela. Por eso, en un arranque de coraje, hace que Yambalalón decapite a sus héroes y les de sus cabezas de comer a los perros.

Debo haber leído esa historia cientos de veces. Hoy al leer su versión original vinieron a mi memoria cada uno de los dibujos con los que lo ilustraron, caí en la cuenta de que habían dejado el texto prácticamente íntegro y el conjunto entre presente y pasado me pareció maravilloso. Fue un excelente recuerdo de las tardes tranquilas en Cuautla, de los tiempos en que todo era sencillo. En aquel entonces mi hermano y yo nos turnábamos para ir a comprar krankis a la tienda, uno de mis primos vendía papalotes hechos con varas de carrizo y jugábamos beisbol en la esquina. Eran buenos aquellos días.

¿Por qué empecé todo esto? Ah, sí. Porque hoy me dejaron plantada 2 veces.

jueves, agosto 30, 2007

En las despedidas...

... mejor no mirar atrás.

miércoles, agosto 29, 2007

Oído al pasar

- ¿Qué onda, maestro? No que muy ocupado, que mucha chamba, que no sé qué y mire dónde lo vengo a encontrar. Jugando billar, con chelita y todo.

- Pues sí, mano, ya ves. Es que a veces uno tiene que despejarse.

- Eso que ni qué. La bronca es que yo nunca sé en qué ecuación estoy.

martes, agosto 28, 2007

Quién lo iba a decir

Hoy me diste una piedrita de colores. Dijiste algo sobre el gusano que ayer me echaste encima y me llenó de ronchas, pero no entendí. Después, cuando nos subimos al árbol, te gané la rama gordita, la que se balancea bonito. Lero, lero. Pero luego te desquitaste, me echaste arena en la ropa y tu mamá me tuvo que sacar el vestido para limpiármela toda. Creo que por eso me diste tu mermelada en la merienda. Mi mamá dice que ya no te voy a ver tan seguido porque tus papás consiguieron una casa más grande y van a irse.

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Qué tonto te has vuelto. La primera vez que te vi en la secundaria ni me saludaste. Te hiciste el loco y te fuiste con tus amigos. Baboso. Ahora andas con tu sonrisita estúpida todo el día y te sientes la gran cosa nomás porque eres güerito y las demás niñas se ríen de tus tonterías. Siempre andas presumiendo. En el recreo, en deportes, en los pasillos. Eres insoportable y he visto que te ríes de mí. Hoy te veías bien ridículo parado a la salida de la escuela con esa rosa fea en la mano. Yo ya sabía para quien era, para la tonta de Estela. Hacen buena pareja, es tan idiota como tú.

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Hace rato te encontramos cuando íbamos saliendo de la facultad. Yo no te reconocí pero mis amigas de inmediato te señalaron y empezaron a cuchichear: que Estela ya no aguanta vivir en tu casa, que los trabajos no te duran, que tu niño es enfermizo. Me quedé de una pieza. No tenía idea de lo que te había pasado. Me acuerdo que hubo cierto alboroto cuando salimos de tercer año, pero por esos días falleció mi abuelita y yo no me enteré realmente de nada. Sentí pena por tu situación, sin embargo, ahora somos nadie.

lunes, agosto 27, 2007

Leer y observar

La Perla de John Steinbeck es de esos libros cuya conclusión conoces recién adviertes el planteamiento. Sabes que el final te dejará triste, con un sentimiento de derrota quizá. Pese a todo, te dispones a leerlo. No tiene un lenguaje particularmente hermoso, no hay matices en su trama ni te transporta a un mundo desconocido. Entonces, ¿por qué continuar su lectura?

Al principio creí que a mí me motivaba el morbo. Que no me bastaba la certeza de que Kino, el protagonista, sufriría penas y humillaciones. Quería saber cuáles eran, quién las inflingía y de qué modo. Quería los detalles de la ruina que el hallazgo de la magnífica perla traería al pescador y a su pequeña familia. Interés malsano el mío, nada más.

Después creí que me movía la esperanza. Es cierto que a cada página deseé con todas mis fuerzas que algún golpe de suerte llegara en auxilio de este infortunado. Rogué por verlo liberado del torrente de desgracias que lo perseguían. Confié en que su suerte cambiaría, que la maldición se conjuraría por completo. Sabía que era en vano. Es por todos conocido que el hombre pobre que trata de oponerse a su destino acaba mal. Sus semejantes le volverán la espalda por envidia. Los más privilegiados no permitirán que se les acerque. Cualquiera querrá verlo destruido por lo que llamarán su ambición, aunque no sea más que el afán de no vivir en la miseria para siempre.

Solo cuando terminé de leer entendí porqué me había quedado hasta el final. La perla no es un relato, se trata en realidad de un cuadro. Y todo lo que hice fue contemplarlo largamente.

sábado, agosto 25, 2007

Soundscape

Tambuco se basta para hacernos pasar momentos memorables. El grupo nos recuerda magistralmente porqué, al principio, estuvieron las percusiones. Con su sencillez mecánica inherente, Tambuco puede despertar nuestro espíritu tribal, crear una atmósfera de sueño delirante o impregnarnos de júbilo carnavalesco.

Establecido pues que Tambuco es espectáculo suficiente, dada la calidad de su ensamble y la selección de su repertorio, situémoslos ahora en un escenario tan apretujado de instrumentos que uno más sería imposible, agreguemos un dibujante al centro cuyo lienzo se proyecta continuamente por encima de todos ellos y hagamos que los cinco ejecutan una serie de obras de manera coordinada. Tendremos una experiencia visual y auditiva completa.

Esta noche, mientras Kevork Mourad formaba paisajes, personajes o bellas abstracciones con pintura acrílica, Tambuco mostraba lo mejor de sí con un arrebato y precisión envidiables. Era cautivante el modo en que se desplazaban con precaución infinita para no provocar ningún ruido ajeno al montaje y el desborde con el que ejecutaban los que sí correspondían a él. En un momento, ensamble y artista intercambiaron papeles; éste pasó a golpear, aquellos a trazar. Pero el oficio rebasó al cuarteto, que de inmediato continuó la ejecución de la obra ya no con baquetas o escobillas sino con papel y lápiz. Mourad también dió sorpresas. En un momento determinado, después de haber llenado un círculo con pequeños trazos, permaneció quieto mientras alrededor de éste se formaban rayos que lo convirtieron en sol, luego pétalos que lo volvieron flor. Al final repitió la suerte de la animación. Esa mujer que delineó alta y serena cobró vida para bailar como quizá hubieramos querido hacerlo nosotros.

Sólo hubo dos cosas que lamentar en todo esto: que la funcion sólo haya durado una hora y que la Sala Miguel Covarrubias no haya llegado ni a un tercio de su capacidad. Ustedes se lo pierden.