Hoy me puse una falda y una blusa de tirantes. Ando de zapatitos. Llegaré a la escuela, temprano como siempre, y saludaré a todos con una sonrisa. Una vez en casa haré todos mis deberes. Arreglaré mi cuarto, cepillaré al perro, platicaré con la abuela un rato. Incluso puede que cante un par de canciones.
Así esta noche, al sentir mi cuerpo sumergirse hasta el fondo del lago por los pesos que habré puesto en mi abrigo, sabré que todos creen que estoy bien aunque nunca nadie me lo haya preguntado.
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7 comentarios:
Y cuando intentaste saltar al lago, te diste cuenta con horror que la profundidad del mismo era de sólo 10 centímetros...
Te odio, V.
podría parecer chiste, pero de verdad que la certezas con las que que puedo contar cotidianamente provienen de las varias empresas a las que debo pagar algún servicio.
creo que en terminos generales resulta aceptable el nivel de eficiencia.
según continúe cambiando el clima consideraré abandonar la suscripción a ese servicio: realmente la naturaleza no tiene palabra: llueve muy irregularmente.
Me gusta esa palabra.
Gracias por odiarme, Grimalkin. Todo mundo me odia. Me he encargado de eso. Me odia hasta el cabrón al otro lado del espejo, y así he cumplido la fantasía de todo líder: unificar a la humanidad en un sólo objetivo.
Qué méndigo soy...
Arsach, cuéntame: ¿con quién me estás confundiendo?
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A mí a veces no, Pequeña.
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Miren, por fin un hombre que alcanza sus objetivos.
Un objetivo cumplido, faltan 999 y podré retirarme a descansar...
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