sábado, junio 02, 2007

Estoy desvelada

Recién ayer nos vimos las caras de otra forma, como adultos quizá (¿?). En nuestro encuentro anterior tuvimos un indicio, pero la gran diferencia es que aquel fue obra de la casualidad, un poco por no dejar pasar la ocasión; mientras que lo de anoche fue planeado por nosotros mismos. (Eso de planeado es un eufemismo, porque demasiadas cosas no salieron como hubiéramos querido, precisamente por no haber pensado en ellas.)

A todos los conozco desde que nacieron, gajes de ser la mayor. Con ellas pasé muchísimos de mis veranos de infancia, jugando, cambiándonos ropa, hablando hasta por los codos. A ellos los cuidé cuando sus padres no estaban, les lavé las heridas, les bajé los berrinches. Con el tiempo las cosas necesariamente cambiaron y nos vimos menos; porque ya no siempre acompañábamos a nuestros padres, por ejemplo.

Es tan extraño descubrirnos ahora con pensamientos, manías y planes tan distintos a los de nuestra niñez. Ahora todos trabajamos, tenemos vicios, relaciones de pareja, preocupaciones monetarias. Es extraño notar todo eso de repente, pero eso se debe a que por nuestra relación no había pasado el tiempo. Cierto es que no habíamos dejado de querernos, pero un cariño puede llegar a implicar muy poco si no se le fomenta activamente y si no se hace algo por saber quién es el otro. Por lo pronto ya dimos el primer paso para alejarnos de la inercia meramente familiar y acercarnos verdaderamente. Es bueno haber empezado con algo de baile y vodka. Veremos que se nos ocurre a mis primos y a mí para la siguiente ocasión.

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