Después de la genial visita a Macchu Picchu y el emocionante partido del Cienciano quedaba mucho por ver en los alrededores de Cuzco. El 24 de diciembre fue un día bastante movido. Primero fuimos al mercado de Pisac. Las artesanías de ahí son excelentes, pero disfruté más la parte común del mercado donde la gente del pueblo estaba haciendo sus compras para la cena de esa noche. Después fuimos a las ruinas de Ollantaytambo y por último pasamos a visitar la iglesia de un pequeño poblado. En el inter comimos en un bufet de comida típica peruana. Me gustó el ceviche aunque el cuy no tanto. Mi plato favorito y por mucho fue el carpaccio de llama. Carne suave, roja, con apenas un poco de aceite. Excelente. El sabor de las cosas comunes (arroz, verduras, pan, alubias) era muy distinto a lo que yo esperaba. Su aspecto no era diferente de lo que hubiera podido ver aquí en casa, pero su sazón les daba una nota singular.
Ese día cené con unas amigas venezolanas que conocí en el camino y la pasamos bien. Después yo estuve deambulando por la Plaza de Armas, pensando en lo que mi familia, mis amigos y la gente que yo conocía estarían haciendo y en lo lejos que yo estaba de todo eso, hasta que el frío me obligó a guarecerme. A esas horas de la madrugada la gente ya estaba haciendo fogatas con la basura que la vendimia de Nochebuena había dejado en las calles. Me acerqué a algunas de ellas mientras caminaba hacia el hotel, pero el fuego no me dió ninguna sensación de calor.
A la mañana siguiente la ciudad parecía desierta. Todo el bullicio y la exitación de la noche anterior habían desaparecido. Caminé por calles dormidas hasta bien entrada la tarde y después no hallé qué más hacer en ese, mi último día en Perú.
Pero, por favor, vean las imágenes.
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4 comentarios:
Siempre me encantan tus fotos. Que triste lo de la última foto, pero al final creo que quedó bien.
¡Saluditos! Ya falta menos y soy re feliz.
Te quiero molto.
Io anche, piccola.
Las fotos de Cuzco están realmente impresionantes, Grimalkin querida. Créeme que yo también pasé las de Caín (o las de Abel, tal vez) tratando de que la gente me tomara fotos adecuadas. Es lo malo de viajar solo.
Besto.
Pero sus fotos de Kyoto quedaron muy bien, señor. Las mías fueron mejorando también. Nomás que termine el semestre seguiré publicando más fotos.
Sean pacientes.
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