Eran las 4:30 cuando llegué a la Puerta de los Leones. La luz era un poco molesta, demasiado brillante. Nada se arregla más fácil: echas a caminar por el camellón de Reforma y dejas que los árboles hagan su trabajo. Hay poca gente a estas horas, el tráfico se ve fluido. No tengo prisa, puedo disfrutar cada paso. Recuerdo una fotografía que vi el domingo, tomada en 1931. Un grupo de policías forma figuras geométricas sobre Paseo de la Reforma. La toma está hecha desde una altura respetable. El Castillo está al fondo y hay una pequeñísima palmera detrás de ellos. La imagen es impresionante: hay muchísimos lotes vacíos en el paseo, sólo algunas casas imponentes y el cielo es clarísimo, indistinguible. Supongo que la fotografía fue tomada desde el Ángel. Si eso es cierto, la palma estaba entonces donde ahora está la Diana. Suena extraño, pero la estatua de Cuauhtemoc no tiene una altuar comparable. Así que mi explicación suena plausible. ¿Cómo era todo esto hace 75 años? Hoy que camino por aquí puedo pensar en ello.
Pensar, pensar en lo que yo quiera. Pensar con calma, detenerme un poco. Tener una idea y poder rastrearla, seguirla por diversión, como un ejercicio lúdico. Expandir mis ideas, saborearlas y caminar con ellas. Por ésto lo hice, por 20 minutos como los de hoy me fui a volar.
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2 comentarios:
Caminar sin rumbo, por el puro gusto de disfrutarlo y estar a solas con tus pensamientos (y cuando esa soledad es voluntaria) es uno de los placeres más deliciosos que esta vida ofrece. Que bueno que te pudiste tomar ese respiro en tu vida, siempre es benéfico.
Un abrazo.
Benéfico y delicioso, señor. Se lo recomiendo a todo el mundo. Soy de los más afortunada.
Beso hasta Manchester.
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