La primera vez que vine a Morelia fue hace tres años. Me pasé aquí todas mis vacaciones de semana santa y, si la memoria no me falla, fue la primera vez que viajé netamente sola: sin compañía a un lugar donde no conocía a nadie.
El domingo comprobé que me aprendí las calles del centro de forma duradera. Al principio me desorienté por haber llegado al centro desde otra dirección, pero todo fue cuestión de mirar de lado el mapa, con la cabeza inclinada como la de los perritos que no entienden algo, y asunto arreglado. También volví a disfrutar de mi comida de viaje favorita, probada por primera vez aquí: pan de sal y fruta. Un bolillo de agua y un gazpacho es todo el combustible que se necesita para andar esta ciudad en una tarde. Esta ocasión no tendré oportunidad de ver qué tan bien recuerdo Janitzio, Pátzcuaro, los alrededores de Cuitzeo o Zirahúen, Santa Clara del Cobre o Quiroga, pero imagino que el resultado sería muy satisfactorio. Me gustaría encontrar otra tira de pecesitos de palma, comeré más nieve de pasta que la vez anterior y sí llevaré dulces, pero no creo que valga la pena renovarle la gatera a José.
¿Por qué pienso ahora en todo esto? No es simple remembranza, créanme. Es porque, como dice mi amor platónico, no hay coincidencias. Aquella vez viajé para acá y de ese modo porque estaba probando las consecuencias y los límites de ya no ser una mujer casada. En esta ocasión el trabajo me retendrá aquí justo el tiempo suficiente para no despedirme del que fue mi esposo antes de que él se vaya del país. No sé qué significa todo esto, ni siquiera creo que deba tener significado alguno. Pero algo me dice que un día voy a inclinar la cabeza y ver algo que ahora no puedo.
martes, abril 22, 2008
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6 comentarios:
Espero más de tus reflexiones y aventuras por allá.
Te quiero mucho.
Y yo espero que el gato no te haya maltratado mucho hoy.
Un beso, Peque.
Tus coincidencias son mejores que las mias, te las cambio. Yo prefiero no encontrarme a alguien que hacerlo(aunque sea para una despedida)
Me recordaste mi viaje de luna de miel. Morelia fue precisamente una de las escalas del viaje y comimos y bebimos y demás muy padre!!!!
te mando un beso....
roger
Todo depende del "alguien", Darky. Todo depende...
Sí, Roger. Morelia es un buen lugar para estar, sólo o acompañado.
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