A Darky, y por él.
Hay noches que me dejo atrapar por detalles insignificantes, cosas inofensivas. En manos de mis captores lloriqueo y me muestro arrepentido hasta verles esas miradas de burla o compasión a que son tan dados los que se sienten superiores a un indefenso. Me enjugo las lágrimas mientras acepto los consejos o la pequeña reprimenda que merezco por mi mal comportamiento y me alejo prometiendo corregirme y no volver a hacerlo nunca más.
Entonces me dirijo a casa a terminar, con un tiro de gracia quizá, alguna de esas torturas prolongadas y retorcidas que tanto me gustan, no sin antes asegurarle a mi víctima que sé exactamente cómo se siente.
3 comentarios:
Hola, Grimalkim.
Tudo lo que hablas en tu postagene es lo mismo con todas las personas.
Nosotros tenemos siempre alguna cosa para complicar.
Abrazos
¿Complicar, David? Es muy simple: yo estoy libre y, pronto, él también.
A usted, señor.
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