Una de las características más desagradables de mi personalidad es que desconfío de las cosas buenas que me pasan. Si me dan una buena noticia, espero el momento en que me dirán que se trata de una broma. Si encuentro un billete en la calle, lo primero que hago es suponer que es falso. Obviamente no creo en mi suerte, soy partidaria de la teoría de la conspiración y sé que todo lo que puede salir mal va a salir mal. El desastre siempre es inminente, está a la vuelta de la esquina.
Huelga decir que tampoco confío en la gente, siempre le estoy buscando tres pies al gato. Además mi desconfianza es proporcional al interés que tengo en las personas, así que la gente que más me agrada me vuelve loca porque siento que en cualquier momento me va a partir el corazón y de la peor manera.
Hoy llevo varios días sorprendiéndome a mí misma por haberme acercado a alguien. No es nada común, si consideramos el panorama anterior. Aún no encuentro indicios que refuercen mi paranoia o mis cabilaciones usuales. Contra todos mis pronósticos y mis más oscuras elucubraciones, las cosas están muy bien. Me siento feliz y debo confesar que es una sensación extraña, que me asusta un poco.
Sin embargo estoy lista para acostumbrarme a ella.
viernes, febrero 01, 2008
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2 comentarios:
Yo en cambio, atrapado en este cuerpo de humano, estoy sujeto al "Insh'allah"(Lo que dios quiera) y mi vida transcurre guiada por la infinta sabiduría de quienes rigen mi vida.
Sin embargo eso no quita que esta marioneta tenga una mente propia y este decidida a pensar en las peores cosas que puedan pasar, desde que un piquete de aguja esterilizada se infecte y pierda mi brazo por la gangrena hasta que un diminuto meteorito me impacte entre los ojos estando en la parte mas profunda del metro, y luego haga todo lo posible por no rendirme y pelear contra ellas.
Ojala sea una sensación perdurable ;)
Ja ja. Ojalá.
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