Tomé el trabajo porque no quería estar atada a la casa todo el día, pero también me atraía la idea de ver todos esos papeles, poder tocarlos, entrar a un mundo que de otra manera me hubiera estado prohibido. Yo llegaba por las tardes, cuando el sol había bajado un poco y se podía caminar por las calles. Entraba por el portón, cruzaba el patio y llegaba a ese gran cuarto, un poco obscuro, donde trabajaba todos los días. Siempre había tanto por hacer.
Sin embargo había días que me decía que no me necesitaría la tarde siguiente. Yo me sentía feliz por haberme ganado ese descanso. Pero había ocasiones en que no solo faltaba esa tarde sino la siguiente y la otra tambíen, ya sea porque todos habíamos ido de paseo al río o solo porque el sol se sentía delicioso en la terraza. Pero yo no volvía con ella de inmediato porque estaba muy apenada por mis ausencias. No me atrevía a enfrentarla cara a cara, así que faltaba un vez más. La tarde siguiente mi verguenza era mayor así que tampoco iba, aún sabiendo que solo estaba emperando las cosas. Así podía estar yo la semana entera muerta del terror y paralizada por completo. Hasta que por fin reunía el poco valor que me quedaba y llegaba a su casa con la cabeza baja, esperando la reprimenda, anticipando cuáles serían los reclamos y cómo los gritos, imaginando la lista de todas las cosas que se habían atrasado por mi culpa. Una vez que llegaba al borde de la puerta y rogaba por última vez poder aguantar el suplicio sin llorar, me sorprendía su voz que cordialmente preguntaba "¿Dónde has estado?".
Así era ella. Cuando se enojaba podía ser feroz. Pero de un momento a otro, alguna brisa, un sonido, un simple detalle la hacían sonreír franca y abiertamente, sin pena. Y su enojo se desvanecía por completo. Era por eso que yo la adoraba, por cambiar tan fácilmente hacia la risa, por hacer entrar el sol por la ventana en un día de lluvia.
También admiraba la forma en que se entregaba a su trabajo. No dejaba que nada se interpusiera, ni las penas ni las alegrías, mucho menos yo. Quizá por eso nunca hablamos mucho, quiero decir, realmenta hablar. Podíamos estar juntas por horas enteras sin llegar a saber más la una de la otra. Creo que llegué a conocerla profundamente precisamente porque ella no me tomaba en cuenta. Yo no alteraba su mundo, así que podía observarla a mis anchas cuando ella se creía, se sabía sola.
En una de esas tardes muertas en que hacía mucho tiempo que no había nada por hacer, lo escuché de alguien al pasar. Ella, Mary Glazman, había muerto esa mañana. Corrí a su casa, pero ya estaba vacía. Cuando llegué al panteón solo alcancé a ver cómo bajaban su cuerpo a la tierra. Sin embargo hoy, tantos años después, aún tengo la impresión de que al doblar una esquina voy a encotrármela y me preguntará sonriente: "¿Dónde has estado?".
P.D. Señoras y señores, niños y niñas, lectores todos. El día de hoy esta cosa cumple un año, con 170 posts y cerca de 9 mil visitas. Los posts me los debo a mí, las 9 mil visitas a ustedes. ¡Vamos a comer pastel!
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11 comentarios:
Felicidades en este primer aniversario, Grimalkin querida. 170 posts en un año es una cantidad muy respetable, sobre todo considerando la calidad de los mismos. ¡Larga vida a tu blog!
Y si comimos pastel...
Nada me hace tan feliz como estar contigo, ¡¡muchas felicidades por este grandioso lugar!!
Te quiero.
Gracias, por estas palabras a mi madre.
IH
Hoy navegaba por la internet y me encontre estas palabras sobre mi mama. Es increible que hayan pasado tantos años y aun siga tan presente. Gracias.
Monica
Un abrazo a ambos y, por favor, salúdenme a su padre. De él también guardo un buen recuerdo.
Gracias por visitarme.
soy el hermano de Mary , muchas gracias por tu texto , me ha conmovido a 7 años de su muerte , gracias
Buen día. Estoy haciendo un trabajo sobre mujeres en la ciencia y me encontré este post. Una pregunta: ¿se refiere usted a la maestra: Mary Glazman Nowalski? Si es así, me puede ayudar a confirmar fecha de nacimiento y muerte? Gracias de antemano.
Buen día, Ofelia.
En efecto, se trata de ella. Lamento no poder ayudarte con las fechas precisas. Su hermano y su hija han escrito aquí, seguro tendrán los datos. También puedes contactar a las investigadoras Hortensia González, Gabriela Piccineli o Ana María Cetto que trabajaban con Mary en la revista Supercuerdas, donde yo la conocí.
Saludos.
Me dio clases de Algebra Superior II, era una excelente profesora y con una calidez humana increíble.
Descanse en paz
Me dio clases de Algebra Superior II, era una excelente profesora y con una calidez humana increíble.
Descanse en paz
Fue mi compañera de colegio, en Costa Rica. Si a alguien recuerdo con profundo cariño es a ella.
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