Mis padres querían que yo naciera en mayo, pero, como a mí me gusta el frío, llegué en enero. Me aburrí desde el kinder hasta la preparatoria y no porque fueran fáciles (que lo fueron, no lo voy a negar), sino porque nunca tuve muchos amigos. Hice la carrera de matemáticas y tengo una maestría en economía; ahora estudio estadística convencida de que nada de esto me será útil en la vida. He vivido casada, divorciada, en amasiato y soltera (en estricto orden) esperando pacientemente el día en que sentiré el trueno. Escribo para no llorar, disfruto caminar con las manos en los bolsillos, leo poco y sin tiento, amo los días de lluvia, estoy decidida a que nadie me escuche tocando el violín y viajo con el único propósito de saber dónde estoy. Y todo porque, a final de cuentas, lo que mi mamá parió fue una niña solitaria.
4 comentarios:
Mira. Yo creí que era parte de la técnica para plancharlos. Nunca hubiera pensado en las moneditas.
Algo que aprendí de mi padre:
"Hijo, cuando te cases tendrás siempre la última palabra, y esta será siempre 'Sí mi cielo.'"
Es muy buen consejo, r. Tanto como el que le dieron a V.
aquiles diría por donde sea, menos por el... talón.
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