Si hay un momento que disfruto a tu lado, en el que te amo, en el que te adoro con toda mi alma es cuando te quedas dormido después de hacerme el amor. Amo ver cómo resistes el sopor, el cansancio, la pesadez de tus párpados para estar un poco más conmigo. Amo el modo en que acaricias mi cabello en los momentos en que estás a punto de rendirte. Amo el pequeño beso que me das en la frente, en los hombros a manera de tímida disculpa antes de dormir. Después te veo durante un rato sabiendo que ese afán tuyo de permanecer conmigo me lleva a tus sueños. En esos instantes sólo yo existo para ti. Por eso te amo.
Sólo en eso he podido pensar desde esta tarde en que vino a verme tu amante. Apenas reparé en su juventud, en su lucidez. No pude poner atención al relato mesurado de su relación. Ni siquiera escuché desde cuando se ven a mis espaldas, ni vino a mí el recuerdo de tus pequeñas contradicciones y ataques de euforia y amargura.
Esta tarde, con la vista nublada y su voz en el fondo, sólo trataba de adivinar cuántas de todas las veces que protestaste al sentir que me apartaba de ti, aunque fuera sólo un poco, cuántas de todas esas veces demandaste el contacto de su cuerpo, no del mío. Cuántas de todas las veces que me atrajiste hacia ti en esos momentos que yo creí sólo nuestros estuvieron empañadas por el recuerdo de alguien más. Cuántas de todas esas veces en tus sueños trataste de retenerla a ella, no a mí.
Nunca me engañé, créeme. Siempre supe que en tus pensamientos, en tus anhelos, en tus motivos podría haber otra mujer. Incluso concedía la posibilidad dolorosa pero realista de que alguna noche fortuita llegaras a probar otros brazos. La fidelidad es algo difícil de otorgar, lo sé. Además, el devenir de los días nos aparta necesariamente. Las responsabilidades, los compromisos, la rutina, los hijos, otros gustos, otros cariños, otras ambiciones, otros deseos se interpondrían decididamente entre nosotros. Sabía que en tu vida no sólo estaría yo. Pero siempre creí que ese sueño, ese final instante, era todo para mí.
Esta noche te haré el amor como nunca imaginaste, como siempre quisiste. Te recibiré en la puerta con un largo beso. Probarás el sabor de mi boca mientras uno mi cuerpo al tuyo. Recorreré tu espalda con mis manos y las tuyas me estrecharán con ansiedad. Subiré a nuestra habitación y tus ojos me seguirán con ardor, con embeleso. Ahí, sin una palabra, me desnudaré lentamente. Veré cómo tus pupilas crecen mientras el deseo se propaga por tus venas. Besaré tus manos antes de que rodeen mi cuello y bajen por toda mi piel. Haré que te detengas en cada aroma, en cada pliegue, en cada sensación. Sentirás como palpito ante el roce de tus labios, de tu aliento.
Esta noche no te negaré nada. Seré tan tuya como siempre he sido. Encontraremos placer y consuelo el uno en el otro. Nos amaremos rabiosamente, con furia, con desespero, hasta hacernos pedazos las entrañas. Te rodearé con mis brazos, con mi locura, con mi pasión. Revolveré tu cabello cuando muerdas mi pecho. Besaré tu cuello cuando te aferres a mis caderas. Morderé tus hombros cuando busques entre mis piernas. Me asiré a tu espalda cuando te sienta dentro y te escucharé jadear exhausto, satisfecho, pleno de mí.
Luego reposaremos en medio de nuestro sudor confuso, con el corazón a trote y el cuerpo desmadejado. Después te veré dormir, mi amor. Por última vez. Porque ya no despertarás.
miércoles, agosto 22, 2007
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12 comentarios:
Por alguna extraña razón esto me recuerda al plan del Maestro Polo Polo para librarte de tu mujer en un mes...
Muérete, V.
Veo que al final sí modificaste el quinto párrafo. Me gustó mucho tu texto, aunque me sigo riendo por el pequeño malentendido en el penúltimo párrafo :P
Besto.
Lo cierto en que momentos así no habría malentendido posible...
Besos hasta Manchester
Es excelente, magistral. Quizás lo que más me ha gustado.
Sin palabras.
Te adoro con todo mi pequeño corazón de pollo.
Yo a ti, Pequeña.
¿Morirme yo? No hasta que el Atlas gane otro campeonato.
A veces me dan ganas de pegarle a V.
En menos de dos semanas V estará de regreso, Peque, así sería menos complicado.
Suena terriblemente tentador.
Hello. And Bye.
Me ha encantado... Pero que radical!
Sería suficiente una noche memorable, una que le haga temblar, que quede imborrable de su memoria y marcharse... Nada más.
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