El regreso no ha sido trivial. De por sí es difícil adaptarse a la rutina después de 70 días de vueltas y paisajes nuevos: todavía me extaña despertar más de dos días seguidos en el mismo lugar, lo único que me hace concentrarme en clase es pensar que las ventanas del salón son las de un tren y me parece que en casa hay demasiadas cosas. La única ventaja hasta ahora es que mis viajes en metro me parecen cortísimos.
Ahora añadamos a todo esto recibir en el último minuto una gran oferta con pros y contras casi empatados (y no R, no me ofrecen millones a cambio de actos deshonestos) obtenemos lo que los argentinos llaman un quilombo. Básicamente me he estado debatiendo entre darle un gran impulso a mi vida profesional o tratar de rescatar mi tambaleante vida personal para mejorarla un poco.
No fue fácil, pero ya tomé una decisión.
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2 comentarios:
Pero ... ¿nos vas a contar, o seguiremos en ascuas?
Mmmh... sigan en ascuas. Ja ja ja.
No es cierto: ganó la vida personal. Así que seguiré dando lata desde aquí otro rato.
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