jueves, marzo 08, 2007

Citas

Hace unos días sostuve una conversación acerca de los tipos de citas que puedo tener, cuáles son sus alcances y cómo les llamo. Las definiciones resultantes, dadas como verbos, quedaron como sigue:

Ver
Yo a los que veo son a mis cuates. Les llamo o me llaman, sin prestar gran atención a quién tiene la iniciativa, para ir al cine, al billar, a un museo o a desayunar (me gusta más que ir a comer) y los gastos totales son más o menos equitativos, aunque eso no necesariamente ocurre en cada ocasión. Platicamos, bromeamos y demás sin pretensiones ulteriores, de mi parte por lo menos. Insisto, ver es para los cuates. Con los que tengo harta confianza puedo llegar a abrazarme. Que me tomen por la cintura es el supremo, pero el conjunto no es denso alrededor de este punto.

Salir
Salgo con los chicos que me gustan. Prefiero esperar a que me llamen, aunque ya con cierto historial detrás puedo empezar a llamarlos yo. Me late ir a los mismos lugares que cuando salgo, aunque quitando el billar, cambiando los desayunos por las cenas y añadiendo los bares e ir a bailar. Ellos pagan y yo dejo la propina por lo general; si las cosas van bien puedo usar la de “me gané unos boletos para ir a tal concierto”, preparales una comida o cosas así. Aquí mis intenciones son monótonas crecientes: puedo querer ir más adelante o desear quedarme así indefinidamente. Puedo ir de su brazo o tomada de su mano. Los besos de piquito son el supremo y, nuevamente, el conjunto no es denso alrededor de este punto. No espero ni ofrezco exclusividad en esta etapa.

Andar
La diferencia respecto a salir es el alcance físico. El sexo es el supremo del conjunto sin que éste sea denso alrededor de él. Aquí también es posible que viajemos o pasemos algún fin de semana juntos. Los gastos realmente grandes podrían ser compartidos. Mis intenciones no son estacionarias: después de cierto tiempo avanzamos o lo dejamos ahí. No espero exclusividad y sigo sin ofrecerla, pero algo que no haría y me sabría mal que me hicieran sería andar con alguien más al mismo tiempo. Es de ese tipo de encuentros en que pese a todo sigues presentando al otro sólo por su nombre, sin añadirle títulos especiales.

Tener una relación
Aquí el gran cambio es el asunto de la exclusividad. Sólo se vale ver a otras personas (de preferencia en bola), pero nada de salir o andar con alguien más. Las cuestiones de dinero permanecerían sin gran diferencia y mis intenciones volverían a ser monótonas crecientes. Creo que el empleo de los títulos sirve más para marcar territorio y mantener a raya a las lagartonas que para otra cosa, lo cual es útil y simplificador, pero a mí todavía no se me ocurre uno bueno: si usara el de novio me sentiría en la prepa, pareja suena a que vivimos juntos. Aceptaré sugerencias.

Y eso es todo. La próxima vez que tenga necesidad de hacer alguna puntualización voy a ahorrarme una conversación larga, tortuosa y llena de malentendidos remitiendo al chico en cuestión a este post para que me diga si cree que lo nuestro cae en alguna de las definiciones expuestas o se trata de una combinación lineal de las mismas y listo.

¿Quién dijo que los sistemas axiomáticos no sirven para la vida?

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P.D. Como tema marginalmente relacionado, quiero presumirles una cita virtual. Mando calurosos besos hasta Manchester.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mon amie, me has impresionado con tu clasificación tan acertada (y rigurosamente matemática) de las citas.
De hecho, soy yo quien tiene que presumir la cita virtual. No todos los días uno se encuentra a alguien con tal capacidad definitoria y, más importante, con tan buen sentido del humor.

Un muy fuerte abrazo desde Manchester.

Grimalkin dijo...

Si tenemos buenas definiciones habrá más probabilidades de encarar bien el problema.

Besos y más besos.