domingo, septiembre 24, 2006

Crisis doméstica (Mamá: no lo leas, en serio)

Anoche me acosté temprano pero medio madreada, así que, como casi todas las mañanas, hoy me costó trabajo despertarme. Ya había yo logrado sentarme sobre la cama y me estaba poniendo los pants para salir a correr cuando eché una mirada alrededor y pensé "Qué raro que haya un zapato junto a la puerta, si ayer levanté más o menos todo". Somnolienta como estaba, no le di más importancia, pero cuando me puse los lentes casi llego al techo de la impresión: era una rata (tamaño zapato, huelga decir). Una maldita rata en la puerta de mi cuarto, ya muerta pero con aspecto de estar durmiendo en santa paz y yo todavía sin la base de mi cama, acostada a solo 35 centímetro del suelo. La idea todavía me da escalofríos.

Si no son tolerantes a estos asuntos nauseabundos no sigan leyendo, porque no hemos llegado a lo peor. Cuando por fin me animé a pasarle a un lado al cadaver me fui al piso de abajo para poner tierra de por medio. Cual fue mi horror el encotrar la ración de guisado que dejé sobre la estufa ya sin la pieza de carne pero con lo demás prácticamente intacto. ¡Oh, por dios! La repugnancia derivo en coraje y me puse a patear el sillón para ver si así dejaba de imaginar dónde más había estado merodeando el maldito animal ese sin dejar rastro perceptible. Además, ¿cómo trepó el metro y diez que la estufa tiene de altura?, ¿como demonios acabó en el segundo piso?, ¿trepan o brincan?, ¿por qué no se quedan a ras de suelo, caramba?

Después del horror, las cuestiones prácticas: ¿por dónde entró? La puerta de la entrada no tiene rendijas (mucho menos de ese tamaño), el desagüe de la zotehuela tiene una piedra encima y la coladera una reja. La única opción es que haya entrado por la zotehuela, sí, pero desde a-rri-ba. Que se haya venido por la canaleta para la lluvia que hay entre el departamento y el antro, que de allí se haya pasado a mi barda, de mi barda a la zotehuela y de la zotehuela a mis pesadillas. Es lo más racional que se me ocurre aunque mi vecino cree plausible que haya entrado a través del vidrio roto de la ventana del baño que está en el segundo piso. Ay, nanita, qué espanto.

Mi vecino también tuvo a bien contarme historias de horror. Me las pasé por morbo y porque me ayudó a poner una malla de alambre que evitará futuras filtraciones indeseables. Dice que ya van varias personas en el edificio que sufren del mismo mal. Con todo y que él vive en el tercer piso ya tuvo que matar a su propia inquilina la semana pasada. Su hijo la descubrió trepando por la cortina del baño, escondiéndose entre el papel de baño y jalando una toalla para hacerse su casita, dixit. Según él, esta invasión se debe a que están tirando el edificio que fue la Ferretería Hermanos Gómez (Eje Central y Matamoros) para hacer departamentos. El lugar es enorme y llevaba abandonado bastante tiempo. No me quiero imaginar el tamaño de la población de roedores que estaban allí dentro, pero mi vecino dice que los gatos amanecen muertos.

Pero no aquí. José está vivo. José me ha salvado. José es mi héroe. Y como premio se zampó una lata de whiskas enterita.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! muy buena historia eh? eso de las ratas de verdad es algo que uno espera nunca ver, mira que un dia iba caminando en Bucareli, era de noche... yo como de costumbre caminaba como si nadie me esperara en mi casa... de hecho dudo mucho que esperen que llegue para algo en especifico... cuando de repente sale una rata tamaño "zapato" y venia hacia mi!! dios! la duda no era si corria o brincaba... aun asi sentia q la dichosa rata iba a brincar hacia mi... al final creo que la mas asustada fue la rata que salio huyendo hacia ora direccion... en fin! ratas! no es miedo! pero supongo que tampoco son criaturitas del señor....

saludos...

alan eduardo sanz

Anónimo dijo...

cuando era niño viviamos en una casa que era mitad fabrica/mitad nuestro hogar. Haciamos lamparas junto con tios y primos. Hubo una época en que ratas del tamaño de gatos andaban por ahí y mis tíos tuvieron que hacer una cacería para poder acabar con ellas. En un momento las encerraron en un cuarto y a matarlas con palos. Esa vez estabmos afuera, parte de mi familia y yo, escuchando y pensando en qué ibamos a hacer si se le escapaba una y nos atacaba. Afortunadamente no sucedió, aunque el miedo no se me olvida.......

cuidate y cuida a José

roger

Grimalkin dijo...

Es que las ratas son algo horrendo, tanto si las ves de cerca, como en Bucareli, o si las escuchas en tus recuerdos.

Un beso, muchachos. Y que no se las encuentren pronto.

Anónimo dijo...

Hola Chica!!!!!
Me dio mucha risa tu historia, aunque estoy segura que para ti no fue ni un poco gracioso. Tiene mucho que no te veo!! Espero que podamos vernos pronto, ya nos haremos un huequito; mil saludos.
Te adoro hermosa!!!!
Ahora adoro aún más a José!!

Grimalkin dijo...

No, en su momento no fue nada graciosa, pero ahora a mí también me da risa. Y también quiero más a José.

Besos y espero verte pronto por aquí.