lunes, junio 16, 2008

Purgatorio

Y volví la vista hacia el vacío. Mis manos, cubiertas de llagas, ya no sostienen nada. Mis oídos se llenan de un zumbido constante y ruinoso. ¿Aún lates, corazón? Mis piernas se tambalean y, sin yo desearlo, avanzan. ¿A dónde ir, si ya nada tiene sentido? Diríase que soy un autómata, que mi cuerpo guarda más voluntad que yo misma.

Costumbres, sabores, recuerdos. Reacciones nerviosas, deseos ocultos, atavismos vergonzosos. Todo se entremezcla y se alza, pero al final soy nada. El exterior no hace contrapeso si dentro sólo hay un remolino de aire. Aquí todos flotamos sin guardar relación alguna.

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