Hace como diez años yo jugaba juegos de rol. Eramos varios en el grupo, pero solo habíamos 2 mujeres. Un día que no estábamos ni la hechicera ni yo ocurrió algo que no dudo de calificar como netamente masculino. Los hombres del grupo se pusieron a seguir la pista de algún objeto o personaje que, más vale así haya sido, era relevante en aquel punto de nuestra historia. Sus averiguaciones les señalaban un sitio bastante lejano llamado Karpastra[*]. Era demasiado complicado ir hasta allá, pero confiados como estaban de sus pesquisas, y seguramente no teniendo nada mejor que hacer, se lanzaron en esa dirección.
Invirtieron muchos recursos de sus respectivos personajes, así como tiempo y esfuerzo reales y del juego para llegar a aquel lugar. Karpastra resultó ser un yermo en medio de nada. Y no lo digo porque se tratara de un lugar sin taberna o cosa por el estilo, es que ni pueblo había. Era literalmente un yermo. Huelga decir que de aquello que estaban buscando, ni sus luces. Ante semejante resultado empezó una discusión de muy buenas proporciones acerca de cómo diablos y porqué demonios habían ido hasta allá, los jugadores mentaban madres, los personajes desenvainaban armas, todos se acusaban mutuamente y en medio de los gritos no se oía gran cosa hasta que alguien dijo:
- Pues yo voy a orinar.
- ¿Para qué avisas, güey? Nomás ve y ya.
- No, cabrón, voy a orinar en Karpastra.
- Ah. ¿Y eso para qué o qué?
- Porque fue un desmadre venir hasta acá y no me quiero ir así nomás. Así que por lo menos voy a orinar.
Eso fue el fin de la discusión. Desde entonces tengo la imagen de un grupo de guerreros orinando desde lo alto de un fiordo o algo así.
Todo esto viene a cuento porque ayer como a las 10:30 me llamó Peque, que si no quería ir a Mixquic en ese momento. A eso de las 11 de la noche salimos de mi casa Chelita, Peque y yo. Después de casi 3 horas, un cuarto de tanque, una mano entumida por agarrar la Guía Roji y unas papas cherokee llegamos al mentado pueblo para encontrarnos con el cementerio cerrado, ni una sola ofrenda a la vista y un frío del demonio. Nosotras no orinamos, somos niñas. En cambio nos comimos unas enchiladas que compramos con una señora que bañaba varias veces las tortillas en salsa y luego se las tiraba.
Hora y media de viaje después, ya estaba yo dormida en mi cama.
[*] Cuando estaba escribiendo esto dudé si escribir Karpastra con "c" o con "k". Tratándose de un nombre inventado por nuestro game master, no esperaba encontrar mucho pero busqué ambas opciones en Google. Con "c" no sale nada y con "k" hay una única mención. Según George S. Lane en su revisión de 1952 del libro Westtocharische Grammatik 1. Das Verbum escrito por Wolfgang Krause, karpastra es una palabra del idioma Tocario B o Tocario del occidente que, hasta donde yo buenamente entiendo, corresponde a la tercera persona del pretérito de "descender". Por eso, pensando en lo que terminaron lanzando desde lo alto aquellos míticos combatientes, lo escribí con "k".
viernes, noviembre 02, 2007
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9 comentarios:
¡Pobres tortillas! ¿Por qué se las tiraba?
No, espera, espera... Ahh, ya entendí. :P
Me gustó mucho el video. Yu-Chen, aquí a mi lado igual de desvelado tras 5 días de experimentos, quedó maravillado por la técnica de la señora de las enchiladas.
Que mal que todo haya estado cerrado en Mixqui. Espero que al menos las enchiladas hayan estado ricas.
Caray, lo que es cambiar de tema. Nos desquitaremos el año entrante, ya lo verás.
Un beso y gracias por mandarme el artículo de lingüística.
Sí, estaban buenas. Aunque yo prefiero las de mi Fac...
Mi investigación se encuentra en decadencia. Espero mi nota no salga tan mal.
Besitos.
Déjame echarle sal a la herida, Peque: no he avanzado gran cosa con tu análisis estadístico.
Demonios.
Que pena que no hayan encontrado nada en un lugar que podría ser de los últimos reductos de la tradición de muertos :(
otra: me estaba "cagando" de la risa con la anécdota de tus cuates y la míada...jajajajajaja...
roger
Ni modo, eso de terminar yendo de balde pasa en todos. Todo depende del "final" que le ponga uno.
Un beso, Roger.
En cambio nos comimos unas enchiladas que compramos con una señora que bañaba varias veces las tortillas en salsa y luego se las tiraba.
Confieso que, a pesar de toda mi experiencia con las palabras, o tal vez debido a ella, no pude entender la técnica de la señora de las enchiladas hasta no ver el video en cuestión. Entonces, y sólo entonces, una vez aprendida la técnica, observé por qué no entendí la frase:
En cambio nos comimos unas enchiladas que compramos con una señora que bañaba varias veces las tortillas en salsa y luego se las tiraba. La s sobra, porque lo que tiraba era la salsa y no las tortillas.
Qué feo es eso de que te gusten las letras. Está uno buscando herrores por todos lados.
Por supuesto, todo esto es simplemente para decir que nunca he jugado juegos de rol y no pienso hacerlo. En cambio me entretengo jugando Risk contra mí mismo... y a veces incluso me gano.
Preocupante que no ganaras ni contra ti, V, pero no perdamos de vista que los empates existen.
Bueno, es que empatar cuando juega uno contra sí mismo demuestra que ambos oponentes son muy buenos o muy idiotas. En cambio, cuando te ganas a tí mismo implica que o tienes una excepcional mala suerte en uno de los hemisferios del cerebro o lo que queda de él tras vivir en este mundo surrealista, o te dejaste ganar a propósito para celebrar. Así que lo preocupante es ganar a veces, perder otras tantas y nunca empatar.
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