domingo, julio 13, 2008

El gato se fue

Sí. Supongo que saltó por la ventana, pese a estar cerrada ésta. La última vez que lo hizo me sentí perdida. Hoy no estoy segura de querer que regrese. Podrá pasar un día, un mes, un año sin que sepa nada de él. No lo buscaré, no tengo manera de hacerlo. Si llegase a encontrarlo, me abstendré de preguntarle si quiere volver. Me dolería más su rechazo que su ausencia. Sin embargo, dejaré en la despensa su lata de comida y su cuenco para el agua. Quizá quiera usarlos alguna vez.

Por cierto, yo sé que les importa y se los digo, José está dormido en mi cama.

miércoles, julio 09, 2008

¿De dónde eres? ¿Yo?, de la Guerrero

De los años de mi hermano en Oaxaca hay una anécdota que siempre me ha llamado la atención. Estaba él empujando su carrito de paletas cuando una anciana, molesta por la estrechez de la banqueta, lo rebasó rumiando: "Estos malditos orientales que nada más nos vienen a quitar el trabajo". Cada que la cuenta nos gana la risa y no por lo absurdo que resulta el establecimiento de la industria paletera como fuente de empleos a defender. Lo risible del asunto es que, por más licencias poéticas que nos tomemos, mi hermano no tiene cara de oriental por ningún lado. Yo, que según las malas lenguas soy igualita a él, menos. O eso creía...

El domingo me puse a platicar en inglés con un tipo de Namibia. En algún punto de la conversación me pregunta:
- Where are you from?
Me pareció que el comentario estaba de más; el que tenía cara de turista era él, no yo.
- What do you mean? Which town I was born or what?
- No. Where are you from?
Respondí sin estar segura que estuviéramos hablando el mismo idioma.
- I'm mexican.
- Really? I believed you were from some part of Asia.
- What?!
No, en realidad dije "¡¿guá?!"
- Yeah. But, your parents are from there, right?
- Nop.
- One of them?
- Nop.
- Your grandparents then?
- Nop.
- Not all, but maybe a couple?
- Nop.
- Someone in your family?
- Nop.
- At least one foreigner, or something?
- Enough, big guy.

Pero me quedé con la duda y le conté al inge.
- ¿Qué opina, mi estimado?
- La verdad, licenciada, es que tiene usted una caida de ojos muy particular.
Con toda la impaciencia de que fui capaz, repliqué.
- ¿Esssss decir?
- Que no sé, jaja.
Cerré esa parte de la conversación con un mexicanísimo "mmta" ante su sinceridad galopante y me puse a ver fotos.

¿Oriental? ¿De dónde? ¡Ni siquiera me vestí de china poblana en los bailables de la escuela! Cierto que mis ojos no son grandes y que tengo unas ojeras destacables, pero en esta casa ni blanquitos somos. Flacos, menos. ¿Cachetones? Sí, a estas alturas del partido ya me hice a la idea. Tampoco somos altos y si algo se nos encrespa es el cabello. Pero, ¿ustedes qué dicen?

Ya me los imagino preguntando, ¿y esta quién es? ¡Soy yo! En la versión más original que tengo a la mano, pa'que no digan que altero el proceso de auscultación.

martes, julio 08, 2008

Tiempo

Tengo hambre, estoy inquieta. Me gustaría que esta hora pasara sin más. ¿Por qué insisto en usar relojes de manecillas si no sé leerlos? Cada vez son más comunes los que no tienen segundero. Yo más de una vez he creido que no sirven, que se han detenido. Los que alcanzo a escuchar estando lejos, allá en mi muñeca, me causan sentimientos encontrados: a veces me desquician con su repetición incesante, como de gotera en medio del silencio de la madrugada; a veces agradezco que den muestra de algo constante en este mundo.

Han pasado seis minutos y ninguno. Por más que lo busco, no encuentro el regalo de este instante. Escarbar en el aire es una estrategia equivocada, pero insisto para conservar algo de cordura. Mi estómago reclama. Hay vacíos más vulgares que llenar que el de tu ausencia. Seis minutos más para olvidar tu aroma, otros seis para desvanecer el recuerdo de tus manos en mi espalda. El jugueteo de tu boca me llevará doce. Lo merece. A este paso te habrás ido cuando el checador cambie y nos deje salir de este edificio, como el vómito de corbatas grises y zapatos de tacón alto que somos.

La pantalla parpadea. La hora, con animación 3D y segundos incluidos aparece justo en el momento en el que el dolor me dobla. Esta punzada en el centro del abdomen está unida al recuerdo de mi madre, que me prohibió el café hasta los 15 años. Su gesto de reprobación, compuesto por unos ojos satisfechos y una sonrisa condescendiente, hacen que me lleva la taza humeante de nueva cuenta a los labios. Reacomodo mentalmente los tres pares de números que rebotan suavemente en los bordes de mi monitor y no alcanzo a representar las veces en que he desobedecido por deporte, no por convicción.

Ahora todo está obscuro, detenido. Incluso ese gato que me despedaza las entrañas se encuentra inmóvil. Siento que mi cabeza hierve y quiere estallar. Esta fuerza crece, me estruja, me expande y va a matarme. Quisiera entrar a mi cerebro y aliviar la presión a cualquier costo, pero la escena, bajo luz mortecina, de un empleado mal pagado que trata de despegar mis sesos de una alfombra luida, me frena. Caigo en la cuenta de que ya no hay tiempo, se ha acabado. Me tranquiliza recordar que sin tiempo no hay movimiento y que sin movimiento mis sesos no irán a ensuciar ninguna parte. Consuelo insuficiente, la explosión se hace inminente con cada pensamiento. La razón me abofetea con desprecio, me planta, no contesta ni mis llamadas ni mis ruegos, mientras la locura me abre las piernas, untuosa, tibia, deseable. ¿Hacia dónde?, ¿hacia dónde?, ¿hacia dónde?, ¿hacia dónde?, ¿hacia dónde?, ¿hacia dónde?, ¿hacia dónde?

Alivio. El segundero avanza. Al fin.

lunes, julio 07, 2008

No puedo dormir

Ya sé que es muy temprano para una frase así, pero no puedo hacerlo. Es extraño si consideramos que anoche estaba cayéndome de sueño, que hoy ya estaba en la oficina a la hora a la que suelo levantarme, que no he tomado cafeína hace más de 24 horas y que considero el dormir uno de los placeres fundamentales de mi vida. Tampoco puedo leer, la tele ya no está en mi cuarto, la música me desespera y las opciones telefónicas están agotadas.

Sólo puedo dar vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y...

sábado, julio 05, 2008

Posesión

Hoy desperté del sueño que siempre deseé, que siempre temí. Al fin mi incosciente me llevó a la encrucijada entre realidad y fantasía y tomé una decisión. Ahora estoy cansada para relatarlo todo con detalle. Baste decir que me siento satisfecha conmigo misma; que la congruencia que siempre he buscado existe y es asequible para mí.

Larga vida a este feudo onírico que al fin siento mío.

viernes, julio 04, 2008

Bici (update)

Para beneplácito de algunos lectores, mi golpe está verde. Ahora tiene al centro un gran punto rojo brillante que ha ido creciendo. Pero lo que realmente me llama la atención son un par de zonas amarillas que se sienten rígidas al tacto. Me sirven para la terapia ocupacional: me la paso picándolas cuando estoy en el chat o hablo por teléfono.

No obstante, hoy le bajé 15 minutos al tiempo que hice de mi casa a la oficina el viernes pasado.

Fotos hasta que averigüe dónde dejé la cámara.

jueves, julio 03, 2008

Dopaje

Justo a mis 30 años y medio caigo en la cuenta de la necesidad de fuentes alternativas de energía, así que de desayuno me aventé uno de mis ya reconocidos cafecitos chocolateros y ando como rehilete desde hace horas. Ojalá el efecto se pase cuando necesite dormir y no me quede yo chiflando en la loma toda la noche.

miércoles, julio 02, 2008

Madrugada

Si no tengo necesidad de dios, ¿por qué habría de necesitarte a ti?